Prólogo

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Le gustaba saborear la libertad en labios de aquel hombre, sentirse tan amado y deseado cuando lo tocaba, cuando le causaba temblores por algo tan pequeño como tomar su mano.

Disfrutaba de su compañía y soñaba con algo imposible a su lado y es que en serio lo amaba; viendo el amanecer desde la terraza, desnudos, bajo una manta mientras él le abrazaba por detrás, tembló ante el sollozo que se le escapo por la petición de su amante.

—No te cases, por favor —pidió.

Luffy suspiro y bajo la cabeza. Ya no quiere llorar más.

—Luffy-ya...

—Lo siento Torao, no tengo otra opción —murmuro triste.

—Si la hay, escápate conmigo, vivamos juntos, por favor...

Luffy se giró, viendo a aquellos ojos en los que amaba verse reflejad. Acunó el rostro de Law y deposito un tierno y corto beso en sus labios.

—No puedo hacer eso, mi padre nos va a buscar sin parar y si nos encuentra, no se que te haría —reprimió un gimoteo.

Law tomo sus manos, acariciando sus palmas.

—Se a dónde podemos ir.

—No, Law...

—Por favor, Luffy-ya, no te cases, no con ella —ahogo un sollozo.

—Lo siento mucho —sus ojos estaban a punto de desbordar—. Yo en serio quiero estar contigo —lo abrazo—. Te amo.

—Yo también te amo —derramo lágrimas—. Te amo mucho, como no tienes idea.

—Lo siento tanto Torao —lloro—, en serio, lo siento.

Law lo tomo por las mejillas y lo beso, tan desesperado y triste. Esa mañana seria su última vez juntos, por qué ya no volverían a verse...

Cerro los ojos y respiro hondo, buscando borrar ese recuerdo, luchando por no llorar frente a todos.

—Acepto —fueron las palabras que dijo ella, con tanta seguridad que se le rompió el corazón.

No tanto como cuando él dijo las mismas palabras antes que ella.

—Los declaro, marido y mujer —decreto el sacerdote—. Puede besar a la novia.

Luffy levanto el velo de Hancock, quien le sonreía de una forma que podría hacer temblar el corazón de cualquiera, menos el de él.

Una mujer hermosa. Todos le han dicho que corre con suerte y es que ella fue quien lo escogió y el padre de Luffy no pudo estar más feliz.

Pero Luffy ya le entrego su corazón a alguien más. A alguien que ya no podrá besar, ni mucho menos tomar de la mano.

En medio de aquello aplausos, beso a Hancock y una parte de él creyó morir en el altar.

Y una parte de Law, creyó morir cuando espero y espero pero Luffy nunca apareció.

Se casó y lo dejo atrás.

Partió lejos de la ciudad, dejando atrás también, a ese amor imposible, llorando y pidiéndole a Dios —no importa cuánto tarde—, una última vez junto a Luffy.

Un último beso, un último apretón de manos... un último todo.

Mientras Law le suplicaba a Dios, Luffy lo aborrecía y odiaba, desafiándolo por esa amargura que le otorgo al no dejarlo ser feliz.

Y es que fueron sus leyes las que su padre tomo y determinó que estar con un hombre es incorrecto.

Que el reino de Dios arda, por qué fue quien lo unió con ella y si debe ir al infierno por no amarla, entonces que así sea...

Una Última Vez - LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora