¿Peppa, por qué eres tan coqueta miamor?

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Seguí bailando con Suso hasta que la canción terminó e inmediatamente me solté de su agarre, fue en vano ya que comenzó a sonar una canción repa de las nuevas, que no nos gustaba a ninguno, ahí fue cuando el aprovechó y me cargó en su hombro, cogiendome por la cintura.
-¡Suso! ¿Que pinga tu haces? ¡Bájame mijo!-Dije mientras golpeaba su espalda, haciéndome la dura, aunque claramente esto me prendió. El ignoró mi pedido y no me bajó hasta que llegamos al baño, este no tenía puerta, por lo tanto, estábamos expuestos a las miradas curiosas (chismosas) de los demás estudiantes.
Al parecer, a mi wititillo esto no le importa, ya que me acorraló contra la pared y recostó uno de sus brazos junto a mi cabeza.
-Mija déjate de vueltas ya, no me ignores que yo no soy Danny. Es verdad que yo doy tremenda muela pero no es para eso tuti.- Dijo mirándome fijamente a los ojos, me pregunto si podrá sentir los latidos acelerados de mi corazón. Intentando calmarme, respondí:
-¿Que tu hablas chama? Como tu comes pinga, asere.- Voltee los ojos disimulando mi nerviosismo.
-¿Tu me estas revirando los ojos a mi?- Expresó mientras se acercaba peligrosamente a mi oído. -Tu sabes que yo te parto la mía. ¿Para que tu te haces? ¿Cual es la infladera? Si apenas que tu me ves empiezas a temblar más que la tiesa de Rebecca intentando bailar la totaila.- Sin dejarme decir una palabra, acercó sus labios a los míos, rozándolos apenas, rodeó una de sus manos en mi cuello, como le gusta hacerse.
Antes de que pudiera besarme realmente viré la cara y salí corriendo del baño con una sonrisa plasmada en mi rostro. Sonrisa que se borró al ver a mi papá parado en la puerta del salón.
-¡PEPPA! Yo quiero saber,  ¿quien pinga a ti te dio permiso para quedarte hasta esta hora?- dijo mi padre, enseguida caí en que se me habia ido el tiempo, eran ya las 8 y yo solo tenia permiso para quedarme 30 minutos.
-Papi, tranquilo, dale vamonos- dije con una risita nerviosa.
-Ahhhhh, ¿porque ahora si te quieres ir rápido? Mira Peppa, antes de que yo te arrastre y te caiga a piñazos delante de toda esta gente vuela para la casa, porque te juro que se me va a olvidar que soy tu padre.
Con el rabo metido en el culo, me fui apresurada, evitando las miradas de todos mis compañeros. Ahora si me iban a gritar melona y a hacerme buslin con pinga.
Al día siguiente me desperté a las 5 de la mañana gracias a los gritos de mi mamá.
-¡PEPPA PUSIERON EL AGUA, CORRE A LAVAR!- gritó mi mamá terminandome de despertar por completo.
A veces pienso que soy la burla de esta casa, en vez de estar haciendo cosas darks con los yasmanis y los yosvanis me tienen lavando ropa como las otras wititillas, tremenda falta de respeto.  Me apresuré a llegar al patio trasero, para comenzar a restregar a mano limpia la ropa de la gente de la casa, mientras esperaba mi pan de la bodega y mi yogurt de soya para el desayuno.
Cuando estaba lavando los platos, quizás a las 7 am, mi celular sonó, sorprendiéndome. Eran mensajes de Suso. Estos decían:
"Mija tremenda descarga que te metió el puro ayer, te montan unos bafles de pinga, memeo"
"Me dejaste con el beso en la boca, yo voy a ver hasta cuando vas a seguir con esa gracia, mia"
Leyendo los mensajes solté un ligero "msh", mientras una sonrisa traviesa se asomaba en mis labios.
En eso llega otro mensaje:
"¿Ahora no me vas a contestar?"
Reviré los ojos al leer sus mensajes, pensando en el beso que casi nos dimos en la fiesta, la manera en la que me tenía acorralada, tan cerca de mi. Caballero que cosa más rica, me prendí. Inmersa en mis pensamientos no me di cuenta que mi madre me gritaba, hasta que pegó un manotazo en la meseta, pegué un grito impropio de mi.
-Peppa, yo no se en que tu estas pensando, deja la boberia que tu tienes ya 15 años y yo no voy a estar siempre.
-Ay mami disculpa, no me di cuenta.- Dije esperando que no me montara un show.
-Mira, no vamos a hablar, que aún estoy empingada por lo de ayer, vuela para la bodega, que llegó el pan.- apenas dijo aquello desapareció de mi vista.
Como criada de mi madre que soy, me fui directo a la bodega, con mi javita cubalce, la libreta de abastecimiento y los 4 pesitos del pan. Cuando estoy entrando por el caminito para llevar a mi destino, viendo la perra cola que hay, visualizo a cierto wititillo que me parte, Suso. Este se dio cuenta de mi presencia enseguida y caminaba ahora hacia mi, mirándome como si yo fuera un maní molido.
-Mija...-dijo mientras tomaba uno de mis cinco pelos entre sus dedos y jugueteaba con el.
-Msh, ¿que pasó?
-Como que "que pasó", Peppa, te estas haciendo la dura chica, tu sabes que yo estoy muerto contigo.- exclamó mientras miraba intensamente mis ojos
-No te creo nada, echa para allá, que se me van a colar por tu culpa- lo empujé suavemente y miré mal sin disimulo a una señora que intentaba meterse delante de mi, a mi no se me cuela nadie.
Después de ese pequeño incidente en el cual ninguna vieja churripastosa salió dañada, continúe en la espera de la extensa cola, ignorando los ruegos de Suso al lado mio. Prefiero eso por ahora, tengo miedo de darle mucha confianza, Suso es un wititillo liberal y yo no estoy solo para descarguitas, como le he especificado en varias ocasiones y por más que me guste, no voy a dejar pisotear mis ideales.
Después de un par de horas, llegó mi turno. Estaba a punto de pedir el pan cuando Suso me interrumpe:
-Pss, Peppa- Llamó en un susurro apenas audible- ¿En tu casa no viven cuatro personas?- Dijo mirándome las manos.
Extrañada, le contesté:
-Si, ¿por?- Hice una leve mueca, confundida.
-Te faltan cuatro pesos- Sonrió travieso- Subió a 2 por persona.
-Que descarados son, msh- Solté un bufido y estaba dispuesta a salir de la cola a buscar el dinero faltante en mi casa, cuando Suso me detuvo, agarrando mi mano.
-Yo te puedo dar el dinero, mija- Me guiñó un ojo descaradamente.
Estaba por agradecerle hasta que volvió a hablar otra vez:
-Pero...-Hizo una breve pausa, con la intención de dar tremenda intriga.- Con una condición, que me escuches hablar y que no huyas más mimi, que yo no soy testigo de jehova ni un carajo. -Dijo mirándome con seriedad, por primera vez.
Antes que pudiera responder un grito ensordecedor me hizo saltar exaltada.
-¡Caballero, apúrense!- Era la bodeguera, ya sin paciencia.
Suso rápidamente extendió el dinero, intimidado por la señora.
-Dame tu libreta Peppa.- Le di mi libreta, aun confundida ¿Había visto acaso el dinero exacto para pagar el pan?
Mis dudas fueron aclaradas cuando me dio los cuatro panes.
-Vaya mija, cortesía de la pieza que te parte.
-Msh, gracias.- Voltee los ojos, con una sonrisa, algo avergonzada.
-Mira, me hace falta decirte algo, seriamente.
Lo miré pensativa.
-¿Quieres ir a mi casa, y ahí hablamos con calma? Eso si, ni se te ocurra lucirte pipo.
-Me cuadra.- Su rostro inmediatamente se iluminó, tomó mi mano y me arrastró en dirección a mi casa.
Suspiré suavemente, resignada. Hundiéndome en mis pensamientos, ¿que tendrá que decirme Suso?
En eso, llegamos a la casa, le dije que esperara un momento, que pasara al patio, donde había sobra y fresquito mientras iba a dejar el pan.
Al llegar al patio, intenté calmar mis latidos respirando suavemente, no podía evitar sentirme nerviosa.
-Bueno, dime de que querías hablar rápido, que aun tengo que poner a ablandar los frijoles.
Escuché como tomaba una respiración antes de comenzar.
-Peppa, desde hace un tiempo quería decirte esto, pero no encontraba la manera. La verdad es que desde que entramos al ipvce me llamaste fula la atención, pero con la fama que tengo preferí dejarlo así, para que no te fueras a asustar, hasta que me permitiste acercarme a ti.
-Lamento interrumpirte, pero yo no estoy para descarguitas, creí dejártelo bien claro.

Tú eres el eskibidi de mi toilerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora