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Esa noche iba a hacerlo. Alfonso contempló el anillo antes de cerrar la caja y metérsela en el bolsillo. Quería sorprender a Anahí y pedir su mano durante la fiesta de Navidad que iba a celebrar en su discoteca Casbah. Había planeado esperar hasta Noche Vieja, pero habían pasado por tantas cosas durante los últimos meses, que no quiso esperar más. Le extrañaba que ella no lo supiera, porque se le daba muy mal guardar secretos.

Cuando decidió que quería casarse con ella, viajó al rancho de su familia para pedir permiso a su padre. Pero no esperaba tener que ganarse la aprobación de todos los miembros adultos de la familia, al verse allí sentado con su padre, su tío, su tía y sus cuatro hermanos. Llevaba un discurso bien preparado, pero le salió incoherente y desarticulado, ya que no estaba seguro de a quién debía dirigir su propuesta.

Sonriendo amablemente, se sintió como si lo estuvieran sometiendo al tercer grado, intentando responder a un aluvión de preguntas sobre sus intenciones para con ella. Agradeció mentalmente a Anahí por no haberles contado nada de lo que había ocurrido entre ellos, preocupado por no salir con vida de allí.

Tras diversas vacilaciones, tartamudeos y deliberaciones varias entre los miembros de la familia, fue aceptado entre risas, felicitaciones y golpes en la espalda. Suspirando aliviado, estrechó la mano de todos y cada uno haciéndoles prometer que guardarían el secreto, y les invitó a su fiesta de Navidad. Quería que Anahí estuviera rodeada de su familia y amigos cuando le propusiera matrimonio.

La conversación con las amigas de Anahí fue un poco más complicada, ya que sabían mucho de lo que había ocurrido entre ellos. Lisa fue la primera en darle su aprobación, pero Mia y Chloe fueron más difíciles de convencer. Todas eran conscientes de lo mucho que había sufrido Anahí por la forma en la que él la había tratado, y la apoyaron mucho cuando necesitó distanciarse.

Después de admitir que se había comportado como un canalla, les aseguró que haría todo lo posible para que nunca volviera a ocurrir.

Tras contemplar el anillo una vez más, lo volvió a meter en el bolsillo y salió de la casa. Anahí estaba trabajando en la oficina, y había quedado con él en la discoteca para cenar y bailar. No sabía que esa noche iba a estar cerrada. Alfonso se montó en el coche y se dirigió a Casbah.

No podía creer lo lejos que habían llegado en tan poco tiempo; había pasado poco más de un año desde que la viera por primera vez, y ahora iba a pedirle que fuera su esposa. Algo que nunca pensó que ocurriría de nuevo.

Su primera esposa, Nadia, creció en el barrio en el que Alfonso vivía con su tío, después de que sus padres le enviaran de aprendiz con él. Había sido su primera relación para ambos, y casarse les pareció lo más natural, aunque en retrospectiva, lo único que tenían en común era un talento para beber vodka y gastar dinero. Cuando estaban sobrios, siempre discutían.

Después de disolver su negocio con Dmitri y decidir que se mudaba a la costa oeste, Nadia se quedó en Nueva York y, durante casi diez años, apenas se relacionaron el uno con el otro, aparte de los depósitos mensuales que él ingresaba en su cuenta bancaria. Le sorprendió que Nadia accediera a divorciarse después de tanto tiempo, aunque era posible que el cheque de seis cifras que incluyó con los papeles del divorcio, la hubiera ayudado a decidirse.

*****

Al llegar al club, le extrañó la cantidad de coches que había en el aparcamiento. Fue recibido por sus empleados, que se habían encariñado con Anahí, y todos los familiares y amigos de ésta. Además de su familia más cercana, también estaban las esposas y los hijos de sus hermanos. Mientras todos esperaban la llegada de Anahí, había un ambiente muy animado.

Después de servir la segunda ronda de bebidas, Alfonso miró el reloj. Eran casi las ocho, y Anahí ya debería estar allí. Le había enviado dos mensajes de texto, pero aún no había contestado, por lo que pidió a seguridad que echaran un vistazo, por si había perdido la noción del tiempo. Se levantó para brindar y vio a Ivan junto a la puerta. Su expresión hizo que casi dejara caer el vaso, y se encaminó rápidamente hacia él.

-Jefe, tenemos un problema.
-¿Dónde está Anahí?
-Aún no lo sabemos.
-¿Qué ocurre? ¿Dónde está mi hija?- quiso saber Bill Puente, el padre de Anahí, que se había acercado a ellos.
-Señor, es lo que estamos tratando de averiguar- le contestó Ivan mientras intentaba alejarse con Alfonso para hablar con él a solas.
-No, no os vayáis- exclamó Lisa colocándose al lado de Bill.
-Podéis hablar delante de todos.

Ivan y Alfonso se miraron el uno al otro mientras la familia y los amigos de Anahí se agrupaban a su alrededor, exigiendo saber qué estaba pasando. A una señal de Alfonso, Ivan sacó su móvil y le mostró un vídeo.

-Anahí se ha desconectado justo después de la siete, y los de seguridad la han visto salir del edificio. Tras recibir tu mensaje, he enviado a un guarda para que echara un vistazo en el aparcamiento, por si todavía estaba allí. Ha encontrado su coche abierto, y su bolso y las llaves en el suelo. Hemos revisado las cámaras del aparcamiento y hemos vimos esto.

Mientras Ivan hablaba, Alfonso vio cómo una limusina negra, parecida a la suya, se detenía junto al coche de Anahí. Cuando Anahí se dio la vuelta, la puerta trasera se abrió. Vio cómo se inclinaba para meterse en la limusina, se detenía e intentaba alejarse. En ese momento, el conductor salió del coche y la obligó a meterse dentro, antes de volver a ponerse al volante.

-Creyó que habías enviado el coche.
Cuando la sala se llenó de murmullos, Ivan levantó una mano pidiendo silencio, y Alfonso volvió a reproducir el vídeo.
-Siento mucho tener que compartir esta información de esta manera, pero no tengo otra opción. Según este vídeo, parece que la señorita Puente ha sido secuestrada- les informó, levantando la mano una vez más para acallar sus voces.
-Hemos llamado a la policía, y de momento no sabemos quién se la ha llevado ni por qué, pero estamos haciendo todo lo posible para encontrarla sana y salva. Ahora, si me disculpan.... –

Cuando Ivan se dio la vuelta para irse, le llovió un aluvión de preguntas.
-Siento no poder ser de más ayuda en estos momentos.
Y cogiendo a Alfonso del brazo, lo arrastró fuera de la discoteca.
-¡Espere!- gritó Bill, corriendo detrás de ellos.
-No nos puede dejar así y largarse sin más.
-Lo siento, señor, pero mi intención era hablar primero con el Sr. Herrera. Usted insistió en que se lo dijera a todos. Ahora, si nos disculpa, necesitamos al Sr. Herrera. -Ivan empujó a Alfonso hacia el coche y se dio la vuelta.
-En cuanto sepamos algo se lo haremos saber. Tiene mi palabra.

Al ponerse el coche en marcha, Ivan arrancó su teléfono de las manos de Alfonso.
-¿Qué más sabemos?- preguntó éste, mientras Ivan se metía el móvil en el bolsillo.
-Suponemos que tiene algo que ver con Nardiv. Desde que salió libre bajo fianza, ha estado muy ocupado.
-¿La han sacado del estado?
Ivan asintió con la cabeza:
-Probablemente. Hay demasiados aeropuertos privados en la zona que no necesitan presentar planes de vuelo. Tengo a gente investigando qué aviones privados han despegado durante la última hora, y estamos revisando las imágenes de seguridad de los aeródromos más cercanos. Si conseguimos el número de cola del avión, podremos rastrear a dónde se dirige. También estamos vigilando todos los vuelos de llegada a los aeropuertos de la costa este.
-¿Y la policía?
-Nada útil, pero no esperábamos otra cosa.
Alfonso sacudió la cabeza,
-No. ¿Y el FBI?
-Ya se han puesto en contacto, están en la oficina. Creen que se trata de un caso de secuestro y rescate.
-¿Y tú qué crees?

Frotándose la cabeza, Ivan miró a su jefe. Habían trabajado juntos demasiado tiempo como para mentirle, pero no le apetecía tener ese tipo de conversación con él en esos momentos.
Suspiró.
-No creo que vayan a pedir rescate.

Alfonso se clavó las uñas en las palmas de las manos. Después de todo lo que había pasado, su Anahí estaba de nuevo fuera de su alcance y, esta vez, su vida estaba en peligro. Le prometió mentalmente que iba a rescatarla sana y salva, pero no estaba seguro de que no fuera a haber un derramamiento de sangre.

La Novia Del Millonario | Anahí y Alfonso Herrera| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora