Todos tuvimos amigos, aún si fuese uno solo o un animal como un viejo gato gordo o un perro revoltoso.
Hoy comenzaba una nueva vida en una ciudad distinta. Su padre por cosas de trabajo debía mudarse de una cuidad a otra, por lo que los amigos no le duraban mucho tiempo, y eso era triste para un niño que no podía jugar con otros chicos de su edad por miedo a las despedidas.
– Cariño, puedes jugar un rato. Nos tomaremos un descanso de desempacar. – Mencionó su madre secándose el sudor de la frente.
– Está bien... – Sin muchos ánimos buscó su pelota entre las cajas que tenían su nombre escrito en marcador negro.
Al sacarla no sabía específicamente a dónde ir, no quería molestar a sus padres tan cansados por el viaje. No le quedaba de otra más que rebotar la pelota por ahí.
Quizá sería mejor estar en el patio trasero de la casa. No es que odiase a los vecinos, más bien era demasiado tímido para que tantos desconocidos lo vieran caminando por la calle sólo.
Se metió en la casa, las paredes y el piso tenían adheridas una delgada capa de polvo, las ventanas estaban impecables por lo menos. Tal parece que el sitio únicamente requería de una sacudida y los objetos para darle un aspecto más cálido y acogedor de un hogar. Atravesó la sala para dar a la puerta del patio trasero, infestado de césped poco cuidado, pero para ojos del infante era mil veces mejor que salir a la calle.
Se acercó a la valla divisoria de tablones de madera pintados de blanco que dejaban en claro la propiedad que ahora les pertenecía con la del vecino, tocando la espera superficie.
¿La familia de al lado tendría niños de su edad? Tal vez nunca lo averiguaría y lo prefería de esa manera.
No deseaba perder más amigos por la distancia.
Rebotó la pelota en el suelo, fue allí que se dio cuenta que entre las filosas hojas del pasto salían grillos. Sus ojos plateados brillaron, adoraba cazar grillos. Inmediatamente se tiró al suelo a intentar atrapar uno de los saltarines insectos con muchas energías infantiles, sin importarle ensuciar su ropa como todo niño juguetón.
Después de varios intentos logró atrapar uno pequeño de cuerpo verde, que al notar una mínima oportunidad brinco en dirección a la cara del niño de cabellos rubios.
Cayó de espaldas riéndose de sus tonterías, olvidando por unos minutos la melancolía de hace rato.
– ¿Te diviertes en mi zona de búsqueda?
Se sobresalto más de la cuenta por una voz desconocida que se escuchaba aterradoramente cerca. Se volteo velozmente topandose con un chico cruzando por una tabla suelta de la frontera.
– ¿Quién eres?
– Es lo mismo que vengo a preguntar. Soy Orden Teutónica ¿Y tú?
– Sacro Imperio Romano Germánico.
El infante parpadeo un par de veces, de verdad era un nombre algo largo.
– ¡Mejor te llamo Sacro! ¿Eres nuevo cierto? Jamás había visto tu rostro por aquí.
– Sí, mis padres y yo nos mudamos aquí.
– ¿No tienes amigos entonces?
El rubio bajó su mirada y negó.
El chico se sintió mal por el contrario al verlo tan decaído, de seguro dejo atrás muchas amistades y familia que quería.
– Ahora tienes uno.
– ¿Que?
– ¡Que ahora soy tu amigo! Oye, no es por ofender pero debes lavarte los oídos, pareces medio sordo. – Hizó una seña a su oreja.

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Pareja Extraña [Orden Teutónica X Sacro Imperio]
FanficUn omega temperamental y un alfa callado ¿Que puede pasar? ︶꒦꒷♡꒷꒦︶ ♡ Orden Teutónica!omega X Sacro Imperio Romano Germánico!alfa-versátil ♡ Intento de introducir el concepto de "versátil" sin necesidad de betas de por medio. ♡ Por actualizaciones d...