Día de Playa

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 Satoru estaba muy emocionado, mañana llevaría a los niños a la playa. Era verano, hacía buen clima, ya había eliminado a una gran maldición especial hace un par de días y por lo pronto sus compañeros hechiceros se harían cargo de cualquier cosa que pasara. Además, estaría entretenido el paseo porque había invitado a Nanami y a Shoko. No sabía si Kento iba a ir, porque trabajaba día y noche como oficinista, pero al menos la invitación estaba presente. Shoko le dijo que sí iba, siempre y cuando le comprara un six pack de cervezas.

"Voy a la playa a divertirme con mis hijos, no para que tú te alcoholices" le escribió él en un mensaje de texto. A lo que ella respondió sarcástica "No son tus hijos y si no hay alcohol no voy"

Gojo se echó a reír en el supermercado con el celular en la mano. Algunas personas lo vieron.

¡Ni modo así era su amiga y tenía que complacerla de vez en cuando! Metió dos six pack de cervezas enlatadas en el carrito y le envió una foto que decía: "Alista tu traje de baño, muñeca"

Mientras caminaba por los pasillos, el joven tutor compró más cosas para el divertido día playero: protector solar, agua embotellada, refrescos, papitas, galletas, chocolates, nachos, pelotas inflables, juguetes playeros y una cava para meter todo. Cuando fue a pagar a la caja, parecía que las compras las hizo un nene de cinco años. Lo único decente era el protector solar.

Iba de camino a casa con las bolsas de las compras cuando el taxi en el que iba pasó por el frente de una reconocida tienda departamental que tenía ropas de playa en exhibición. Satoru miró la vitrina y, con los ojos brillantes, se bajó del vehículo.

"¿Por qué mi ropa es igual a la de él?" se dijo Megumi con espanto. Mientras pensaba en todas las posibilidades existentes para poder evitar usar la misma ropa que Satoru Gojo, los chillidos emocionados de Tsumiki lo distrajeron.

—¡Señor Gojo! —gritaba toda ilusionada— ¡Vamos vestidos iguales! ¡Qué alegría!

—¡Así es, mi querida Tsumiki! ¿Qué te parece la ropa que escogí para hoy?

—¡Me encanta que todos estemos iguales! —la niña realmente estaba siendo muy feliz con todo aquello. Sonreía más hermosamente que nunca, dando brinquitos alrededor de Gojo Satoru, que le acariciaba el cabello, también sonriente. Eso ablandó el corazoncito de Megumi. Si su hermana era feliz, él también lo era.

El chofer privado que alquiló el joven tutor para el día de playa llegó tocando la bocina. Los tres salieron corriendo de la casa, con las cosas en la mano. Luego de meter la cava en el maletero, el auto se puso en marcha a la casa de Shoko, la amiga de Gojo, quien saludó a los niños muy amigablemente.

"Es muy linda", pensó Megumi, al verla conversar animadamente con su hermana.

—Nanami dice que vive cerca de la playa y que no pasemos por él —dijo Shoko leyendo un mensaje del rubio en su celular—. Que llegará por su cuenta.

Los hermanitos Fushiguro jamás habían ido al mar, era su primera vez bañándose en agua salada y arenas blancas. Así que cuando se bajaron del auto, no esperaron a los más grandes para ir a la orilla, salieron corriendo como dos caballos en una carrera. Tanto así que se metieron al agua con todo y ropa.

Shoko y Satoru se rieron, acomodando todas las cosas bajo la gran sombrilla de playa. Sacaron después una bomba para llenar de aire los inflables con figuritas para los niños, conversando y bebiendo Shoko un poco de cerveza, mientras que Gojo la acompañaba con un refresco de cola.

—Así que ahora eres papá —dijo una voz masculina. Satoru y Shoko voltearon al mismo tiempo.

—¡Nanami! ¡Qué alegría que hayas venido! —dijo Gojo bien emocionado, esto era toda una eventualidad, Kento Nanami aceptó su invitación— Eso trato, aunque es difícil, no sé qué hacer a veces, pero soy un tipo muy responsable y cool —Satoru hablaba cada vez más rápido a la vez que organizaba las golosinas y las otras cosas que había comprado—, los llevo al colegio, tienen clases de violín y ballet, pero bueno tu sabes qu-

—¿Y ese protector solar? —preguntó Nanami, interrumpiéndolo.

—¡Para los niños!

Claro, compró un protector solar para proteger la piel de Megumi y Tsumiki del evidente sol que estaba haciendo en verano.

—¿Los niños están jugando en el agua sin que les hayas puesto el protector?

Shoko miró a un lado, atragantándose con más cerveza. Los regaños de Nanami iban a comenzar.

—¿Y tú estás bebiendo cerveza delante de niños pequeños? —Nanami resopló, malhumorado, tomando el protector y yéndose a la orilla.

Desde la distancia, Satoru y Shoko vieron al oficinista acercarse a los hermanitos, agacharse para quedar a su altura y explicarles amablemente que debían colocarse protector solar y un sombrero cada uno para no quemarse con los rayos del sol porque si no el día siguiente tendrían fiebre y la piel roja. Tsumiki lo abrazó y Megumi asintió tímidamente escondido detrás de su hermana.

—¿¡QUIEN QUIERE SUBIRSE A LA BANANA PLAYERA!? —gritó Satoru con unos billetes en la mano para pagar por el servicio de paseo en alta mar. Todos se subieron, a excepción de Nanami que dijo que se iba a quedar cuidando las cosas en la sombrilla.

Ese día Satoru, sus amigos y los niños se divirtieron con todas las atracciones acuáticas, comieron hasta reventar, jugaron, hicieron castillos de arena, se tomaron fotos, enterraron a Shoko bajo la arena y un sinfín de cosas más, hicieron tantas actividades que al final de la tarde estaban exhaustos.

Se sacaron la arena en las duchas y cambiaron sus ropas. Regresando en el mismo auto que contrató Gojo para el paseo, estaba Tsumiki dormida encima de Shoko y Megumi luchando con todas sus fuerzas para que no se cerraran sus ojos. No quería dormirse en el carro, tenía que aguantar como sea hasta llegar a la casa. Sin embargo, sus párpados se cerraban sin él poder evitarlo. Se durmió recostado de su tutor, quien lo llevó cargado hasta su cama y le dio un besito en la frente después de arroparlo.

♥!!


Recuerdos de "Mi Bebé"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora