• Capítulo Cinco

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Había pasado una semana desde que se corrió la voz en la manada y la ciudad acerca de que su alfa había encontrado a su pareja. Pocos conocían a Louis, quien se estaba sintiendo mucho mejor gracias a Harry. Louis se sentía sorprendido por el cambio radical de Harry, su actitud hacia él había cambiado totalmente después de su conversación. Harry había tomado una postura sobreprotectora por su salud, a la vez Harry le enseñaba lo que significaba ser parte de una manada y cómo se manejaba. La manada de Harry estaba compuesta por un total de 15 personas, incluyendo al propio Harry y sin contar a Robbie. Solo Sarah no vivía con ellos, pero había otros cambiaformas que vivían en la ciudad que estaban bajo la protección de Harry.

Louis sentía que iba a caminar por las paredes si no salía de la habitación, llevaba semanas en ella. El doctor de la manada le había asegurado que estaba bien, aunque aún no sabían porque el malestar que había tenido, pero los dolores se habían ido y sus análisis habían salido bien. Sin embargo, Harry no estaba convencido de dejar que Louis saliera.

—Harry, me siento bien. Necesito salir de esta habitación. —dijo Louis con firmeza, sentado al borde de la cama y mirando a Harry con determinación.

—Lo sé, pero no puedo arriesgarme a que algo te pase. —respondió Harry, cruzando los brazos con una mirada preocupada, mientras caminaba de un lado a otro.

—Ya no siento dolor, los análisis salieron bien. No me puedes mantener aquí encerrado para siempre. —Louis insistió, poniéndose de pie y acercándose a Harry.

—Es solo que... no soportaría que te pasara algo. —murmuró Harry, deteniéndose y mirando a Louis a los ojos.

Louis suspiró, sintiendo la tensión en el aire. Sabía que Harry estaba preocupado, pero también sabía que necesitaba su libertad.

—Harry, prometo tener cuidado. Pero necesito esto. Necesito sentirme libre, aunque sea por un rato. —dijo Louis, tomando las manos de Harry entre las suyas.

Harry suspiró, sabiendo que Louis tenía razón pero temeroso de dejarle ir.

—De acuerdo, pero solo si Emily y Dalton, su pareja van contigo como custodia. No quiero que estés solo. —concedió finalmente, apretando las manos de Louis.

Louis sonrió, sabiendo que había ganado, aunque con condiciones.

—Está bien, acepto. Pero prométeme que confiarás en mí. —pidió, mirándolo con esperanza.

—Confío en ti, Louis. Solo quiero que estés seguro. —dijo Harry, acercándose para darle un suave beso en la frente.

Con esa pequeña victoria, Louis se preparó para salir por primera vez en días. Al llegar cerca de las caballerizas, donde la mayoría de la manada trabajaba, solo algunos pocos se presentaron ante él, ya que los demás estaban en el campo. Louis mantenía una sonrisa tímida en todo momento, que se tornó más real y feliz cuando uno de los chicos le permitió tocar uno de los caballos.

Desde el porche de la casa, Harry observaba a Louis. No pudo evitar mirarlo detenidamente: Louis, con su cabello negro que caía en suaves ondas, sus ojos azules que brillaban con una mezcla de curiosidad y alegría, y su figura esbelta pero fuerte. Cada movimiento de Louis era una sinfonía de gracia y energía contenida. Harry sintió cómo su pecho se llenaba de una sensación nueva y extraña, una mezcla de amor profundo y una protectora necesidad de asegurarse de que Louis estuviera siempre a salvo.

El corazón de Harry latía con fuerza, como si algo se asentara dentro de él. La sensación era cálida y reconfortante, como si finalmente hubiera encontrado algo que ni siquiera sabía que estaba buscando. Louis era más que una pareja, era su complemento, alguien que le hacía sentir completo y le daba un propósito más allá de ser un alfa.

Bajo el Cielo de WyomingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora