Capítulo 5: Owlwing: Despertar de la Lechuza

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Con un suspiro profundo, me acosté en la cama, dejando que la oscuridad de la noche me envolviera. Tal vez, en el reino de los sueños, encontraría algunas respuestas a las preguntas que me atormentaban.

(En el sueño)

La noche en El Callejón tenía un aire inusual, como si el lugar mismo estuviera conteniendo el aliento. El viento rasgaba mi chaqueta, y una pesadez premonitoria en el aire anunciaba la llegada de una tormenta. Sin embargo, El Callejón estaba... tranquilo, más de lo que sería normal. No había gritos, ni disparos, ni sirenas. No es que la policía o las ambulancias se aventuraran a este lado del Sprang, pero normalmente sus sonidos se filtraban desde el otro lado del río.

Eso no significaba que el lugar estuviera en absoluto en silencio. Los callejones resonaban con las charlas calmadas de los pandilleros, el viento aullaba en las esquinas, las palomas se posaban en las alcantarillas y las ratas correteaban por las calles. Sin embargo, la densa sensación de sufrimiento que solía impregnar El Callejón había disminuido ligeramente, lo que me hacía sentir descentrado, como si todo mi mundo se hubiera desplazado un par de milímetros hacia arriba y se hubiera quedado atascado, perdiendo un último escalón imaginario en una escalera.

Gruñó a través de su modulador de voz; había alguna carga eléctrica en la atmósfera, y aunque no sabía a qué conducía, había leído suficientes libros para reconocer el presagio puro en el aire. Dejé escapar un sonido de frustración y sacudí la cabeza, tratando de despejarla de los pensamientos que giraban lentamente en espiral.

Salté del saliente sobre el que me había estado inclinando hacia el edificio vecino. Tenía que atrapar a un pajarito, pero antes de llegar al suelo, desperté.

Desperté con un sobresalto, el corazón latiendo con fuerza contra mi pecho. La habitación estaba en silencio, salvo por el suave zumbido del aire acondicionado. Me tomé un momento para recuperar el aliento, aún sintiendo la inquietud que el sueño había dejado en mí. Mientras me sentaba en la cama, la sensación de la noche en El Callejón todavía me envolvía. Miré alrededor de mi habitación, buscando algún rastro del sueño, pero todo parecía normal. Sin embargo, no podía sacudirme la sensación de que algo estaba cambiando, algo que no podía controlar ni entender del todo.

Me senté en la cama, tratando de calmar mi respiración agitada. El silencio de la habitación contrastaba con la intensidad del sueño que acababa de tener. Miré a mi alrededor, buscando algún indicio de que lo que había visto era más que una simple pesadilla. Pero no había nada fuera de lo común.

Sin embargo, no podía sacudirme la sensación de que ese sueño había sido más que un producto de mi imaginación. ¿Acaso era un presagio de mi futuro?

La visión de El Callejón seguía fresca en mi mente. Aún recordaba el viento rasgando mi chaqueta, la inquietante tranquilidad, y esa sensación que tenía de que algo grande estaba por suceder. Todo se sentía tan real, tan vívido. Era como si mi subconsciente estuviera tratando de advertirme de algo.

De repente, un sonido repentino resonó en mi ventana. Era una lechuza blanca, con ojos penetrantes que parecían atravesar mi alma. La presencia de la lechuza me transmitía un nombre que penetraba en mi mente: "Alatum Noctuae."

El nombre resonó en mi mente, y me levanté de la cama para buscar un espejo. Mientras miraba hacia la ventana, vi que la lechuza aún estaba allí, observándome con su mirada intensa. Me acerqué al espejo y vi mi reflejo: un chico con un traje blanco, adornado con elementos oscuros que resaltaban su figura con un aire de sofisticación y misterio. El contraste de colores parecía acentuar la elegancia y el propósito del traje, evocando la imagen de la lechuza blanca que estaba en la ventana.

"Sombras de Gotham: El Legado de los WayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora