En las sombras de Gotham City, donde la luz lucha por penetrar entre los rascacielos y callejones oscuros, se encuentra un legado ancestral que ha moldeado la ciudad y sus habitantes. En el corazón de esta vasta metrópolis, Ethan Wayne, un joven que...
La luna llena brillaba sobre Gotham, bañando la ciudad en un resplandor plateado. Ethan se encontraba en su habitación, mirando por la ventana mientras los pensamientos sobre el día pasado se arremolinaban en su mente. La discusión con Damian y la charla con Dick lo habían dejado intranquilo. Aunque intentaba concentrarse en su tarea de matemáticas, no podía sacudirse la sensación de que algo estaba terriblemente mal.
De repente, su teléfono vibró. Era un mensaje de Dick.
**Dick:** *Te recojo en 10 minutos. No le digas a nadie.*
Ethan sintió un escalofrío recorrer su espalda. La urgencia en el mensaje de Dick era inusual, y eso lo preocupó. Se puso su chaqueta y, asegurándose de no hacer ruido, salió de su habitación, deslizándose por los pasillos oscuros de la mansión Wayne.
Cuando llegó a la puerta principal, ya estaba esperando un coche negro, con los faros apagados. Dick, sentado en el asiento del conductor, le hizo un gesto para que subiera rápidamente.
—¿Adónde vamos? —preguntó Ethan, abrochándose el cinturón de seguridad mientras Dick arrancaba el coche.
—Es una sorpresa —respondió Dick, sin apartar la vista de la carretera—. Pero necesitamos llegar rápido.
Ethan asintió, intentando no dejarse llevar por el nerviosismo que crecía en su interior. La ciudad pasaba en un parpadeo mientras Dick conducía por las calles de Gotham con una determinación silenciosa. Finalmente, el coche se detuvo frente a un edificio oscuro y sin ninguna identificación visible.
—Ven —dijo Dick, saliendo del coche. Ethan lo siguió, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Entraron en el edificio a través de una puerta lateral, y pronto se encontraron en un pasillo estrecho iluminado solo por luces de emergencia.
Después de varios giros y un par de escaleras, llegaron a una puerta de metal. Dick sacó una llave de su bolsillo y la introdujo en la cerradura. La puerta se abrió con un chirrido, revelando un cuarto grande, lleno de equipos de alta tecnología.
—¿Dónde estamos? —preguntó Ethan, mirando a su alrededor. Las paredes estaban cubiertas de monitores y paneles de control, y en el centro de la habitación, sobre un maniquí, había un traje negro y gris oscuro, con un emblema en el pecho que mostraba una "R" estilizada.
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