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Cuando se levantó, vio blanco

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Cuando se levantó, vio blanco. Era un techo. Un techo muy alto. Alzó su mano, quiso tocarlo, pero estaba muy lejos.

Se sentía liviano, como si hubiera dormido durante años.

¿Qué pasó? ¿Quién era?

Ah, sí. Era el tonto Yoongi y un Rey Alien lo había secuestrado.

Cerró los ojos, dejando caer su brazo al lado de su cabeza. Estaba en una cama muy suave y en una habitación casi vacía. Era enorme. El techo tan alto le daba vértigo. Se sentía pequeño.

Y estaba solo. ¿Por qué? ¿Había pasado a otro plano terrenal? ¿Estaba en el espacio?

Qué ridiculez. Seguro estaba en un centro psiquiátrico y se habían olvidado de darle su pastilla.

Eso explicaría por qué la habitación era tan blanca, brillante y perturbadora. Solo había una puerta justo en frente de la cama. A unos metros.

¿Tal vez estaba en el cielo? ¿Había muerto? Qué miedo.

—¿Por qué estoy aquí? —Susurró, aún tumbado en el centro de esa gran cama.

Tenía ropa, lo cual fue un gran alivio. Una especie de camisón blanco, casi una sábana, le cubría lo suficiente. Estaba descalzo. No tenía marcas y nada le dolía.

Pero tenía hambre...

—¿Hola? —Dijo alzando más la voz. —¿Hay alguien? Por favor... No tengo buen sabor, y tengo poca carne... —Silencio. —¿Hola...? Alguien... —Se sentía extrañamente tranquilo. No iba a llorar... Iba a solucionarlo.

Respira.

Tenía que pensar. No estaba asustado. Si lo mataran, nadie lo extrañaría. Un punto a ganar. Tal vez... Tambor o su caballo. Se movió un poco en la cama, agradeciéndose a sí mismo por haber dejado mucha comida para ellos y los demás animalitos.

Tal vez... si hablaba con ellos, podría volver. ¿No?

—Quiero ir a casa... Tengo hambre. —Siguió.

Qué tontería más grande... No tenía idea de dónde estaba. O si estaba vivo. Luego de que la realidad lo golpeara y se le revelara que los extraterrestres existían, y aún le costaba creerlo, cayó desmayado en su sala. De ahí... nada, había despertado aquí.

—Si me van a matar... o comer. Háganlo ya, mi estómago comienza a comerse a sí mismo.

¿Por qué tenía que ser así? No era normal, él solo quería ser el mismo. Nada le salía bien. No podía tener tanta mala suerte. Al nacer, seguro cayó en un balde lleno de sal, si no, no se explicaba.

Se escuchó un ruido afuera.

Alzó la cabeza. El ruido continuó, como pasos.

¿Venían por él?

𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora