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Que aburrido era hacer esto, leer cartas de presentación, fotos sin gracia, coqueteos escritos, telegramas y desvergonzados videos de presentación, todos tratando de convencerlo de ser la mejor opción para ser la esposa consorte y traer al univers...

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Que aburrido era hacer esto, leer cartas de presentación, fotos sin gracia, coqueteos escritos, telegramas y desvergonzados videos de presentación, todos tratando de convencerlo de ser la mejor opción para ser la esposa consorte y traer al universo al príncipe heredero de Osiris.


Ya había llegado a la edad -incluso sobrepasado- para procrear y su nación estaba más que en espera de su heredero. SeokJin ya había organizado todo, y las cartas, solicitudes, vídeos de presentación y bla, bla bla, no habían parado de llegar desde el primer momento que se anunció que estaba buscando una princesa para casarse con él.

El Rey Jeongguk sin duda estaba bastante cansado. Tres meses buscando una prometida. Sin éxito y ya comenzaba a creer que su mejor opción era mutar como sus vecinos de Kepler y tener su propio heredero.

Ya había recibido solicitudes de todo el planeta y su, rodo los ojos, tan considerado consejero real, SeokJin, se había encargado de hacer llegar la voz a todo el maldito universo.

Desde entonces, su despertar era, entrar a su habitación y ver lo que le esperaba: Desgracia.

Podía jurar que ya conocía a todas las princesas de su planeta, y sinceramente no le emocionaba para nada que SeokJin haya agrandado más esto.

Suspiró.

¿Por qué tenía que ser tan exigente? Había visto mujeres de todo tipo, normales, bajas, muy bajas, miniatura, altas, muy altas, titanes, morenas, blancas, pálidas, amarillas, rubias, pelirrojas, castañas, sin pelo, con mucho pelo, con dos brazos y dos piernas, con más brazos, con más piernas, con tentáculos, con cola, y, todo lo que puedas imaginar.

Sin duda había mujeres muy hermosas, todas en realidad. Pero, él no lograba sentir una conexión, algo que hiciera que quisiera procrear, desear, admirar o, en el fondo, amar. Nada.

El universo estaba lleno de sorpresas y, para su desgracia o tal vez fortuna, era bastante agraciado como para querer casarse con el rey de Osiris. Incluso para seres que eran totalmente diferentes a él.

Había leído de todo en las cartas, todas diciendo los beneficios de su raza, sus características, incluso insinuaciones desvergonzadas. Nada parecía sincero. Ni una carta parecía dirigida a él como ser vivo, si no como cosa. Incluso con el respeto y poder que le daba ser el rey. No parecía ser nada real, nada sincero.

Ya estaba cansado.

Tal vez su destino no era una linda mujer y un montón de hijos. Quedaría solo, solo y con una gran barriga por la chatarra que comería para ahogar sus penas en soledad. Aunque eso fuera imposible, ya que no podía engordar.

Suspiro por decimosexta vez.

Alzó en sus manos la lista de planetas y sus solicitudes. Gliese 1132, listo, Kepler-10b, listo, TOI-3757, listo, 55 Cancri, listo,  WASP-76b, listo, HD 206895, listo, todo listo, no quedaban más solicitudes.

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