✧ seven

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Vamos, solo toca la puerta. Toca la puerta. Solo es Daniel. Que una noche de sexo no cambie nada... O por lo menos no mucho.

¿Cuántas posibilidades hay de que no me quiera explicar lo que pasó? No muchas, supongo.

Bien.

Alcé mi brazo para así tocar la puerta de la casa esperando por alguna respuesta. ¿Cómo se supone que deba actuar ahora?

Me parece imposible que actúe normal, es decir como siempre, porque... Bueno, tuvimos sexo, eso no es normal. Tal vez deba actuar neutral, o enojado... ¿enojado neutral? Un punto medio, sí. Le reclamaré y lo odiaré por el momento, después esperaré a que las cosas se relajen un poco. Aunque no estoy seguro de qué forma las cosas podrían relajarse, la friendzone nunca fue lo mío. A duras penas conseguía citas; chicas, claro. Los hombres nunca se me habían pasado por la mente hasta... hasta que pasó lo que pasó.

Dejé mis pensamientos cuando la puerta se abrió y Daniel apareció frente a mí. ¿Por qué hasta ahora es que noto lo atractivo que es...? Ah sí, soy gay desde aquella noche, ya lo recordé.

— Hola, Osvaldo. — saludó dejándome pasar para cerrar la puerta detrás de mí.

Miré a mi alrededor buscando a su hermana menor, alguna señal de su mamá o cualquier persona, pero al parecer no había nadie.

— ¿Estás solo? — inquirí cauteloso. Él alzó una ceja con una sonrisa.

— Sí... — contestó, casi en un tono interrogativo.

Bien, es el momento.

— ¡Eres un puto enfermo! ¡¿Por qué dejaste que hiciéramos eso que... no hacen los amigos?! Imbécil... Eres... Somos... Tú...

Debí haber ordenado mejor mis ideas antes de abrir la boca. Oh, es que las cosas suenan tan bien cuando las pienso en mi cabeza, y al momento de decirlas, todo es tan mierda.

Daniel alzó sus manos en señal de que me detuviera.

— Tú también pudiste detenerlo ¡y no lo hiciste! — se defendió.

— ¡Era de noche, pensé que eras un ladrón, no tenía saldo, tu debías morir primero, gemías "Osvaldo", llegaste al cuarto y me atacaste! ¡No sabía cómo!

Entrecerró sus ojos y se cruzó de brazos con una sonrisa, como si pareciera que la situación lo divertía.

— Yo mencioné a Osvaldo García, no a ti, Palacios.

¿Qué?

¿Osvaldo García? ¿El teñido de rojo, feo, con problemas de pronunciación? ¡Soy mejor que eso!

— Estás bromeando; era yo, ¿no? ¿Cómo que García? ¡Joder, soy mejor!

— ¿Por qué te importa si me lo estás reclamando? —rió.

— Porque... —suspiré reconociendo que discutir el "a quién se refería mientras se masturbaba" era algo estúpido y que me dejaría como un celoso. No estoy celoso, solo soy mejor. Es a mí a quien se refería, no escuché mal—. Déjalo, el punto es que... Estuvo mal, Daniel.

— En realidad estuvo muy bien.

— Sí pero... ¡No! No estuvo bien, y no me dices nada de tu enfermedad o eso que tienes... Y además, ¿ahora qué? ¿Seguiremos igual? Como amigos de toda la vida o como extraños amantes en las noches. ¿Como hombres lobo o algo así?

— ¿Hombres lobo? — me miró confundido.

— Sí, ya sabes. De día unos y de noche otros, es metafórico.

— Sería más como vampiros...

— ¡Claro que no! Por eso soy yo el listo en nuestra relación.

— Mejor yo seré el tigre y tú serás mi pequeño... corderito.

¡Eso es probablemente lo más estúpidamente sexy que me hayan dicho! Solo podía haber salido de la boca de Daniel.

Aunque no tiene mucho sentido... Yo como "corderito" sería como los cerditos en la historia de "Los tres cerditos", y el "tigre" vendría a ser el lobo de "Caperucita roja". Wow, he creado un nuevo cuento no infantil, más bien erótico, que trascenderá a la historia de la literatura.

¿Por qué pienso en semejante idiotez?

— ¡Corderito tu culo!

— Suena claramente estúpido. No te pondré algún apodo para dominarte mientras tengamos sexo. "Osvaldo" está bien.

Fruncí el ceño. ¿Mientras tengamos sexo?

— ¿García o yo? — siseé sin mirarlo. Daniel soltó una enorme risotada.

— ¿Mi corderito está celoso?

— Sí esperas que te diga "tigre", estás estúpido.

— No te preocupes, puedes decirme Daniel.

— Bien, Daniel. Ahora necesito aclarar las cosas.

— ¿Qué tienes que aclarar? ¿De verdad eres el tipo de chico que después de tener sexo no puede andarse igual que antes de que pasara? Venga, tampoco es como si te fueras a embarazar o nos fuéramos a casar.

¡Es que así lo siento! Pero claro, para él es así de sencillo.

Típicas palabras de un desorganizado amante que vive aterrado al compromiso y encuentra placentero vivir rodeado del buen cumplimiento de sus deseos; como en las novelas latinoamericanas, esas que duran miles de capítulos tratando el mismo tema acerca de si Julio César embarazó a la hermana de su esposa Carlagreta. O algo así.

— ¡Sí, en realidad es casi así! Y debí suponer que tú lo tomarías tan a la ligera. Eres tan... patán.

— ¡Osvaldo! Ni siquiera nos hemos comprometido y ya estás haciendo drama...

¿Comprometernos? ¿De qué habla este? Aunque... Por lo menos tiene un poco de razón, estoy haciendo algo de drama.

— Espera mejor a que te deje plantado en el altar. — añade.

¡Animaaaaal!

— No me esperaría a eso contigo, idiota. No sabes cuán insoportable eres algunas veces.

— Bueno, hace una noche me soportaste, me absorbiste, me apretaste, me rodeaste, me empapaste, también me...

— ¡Cállate! — le di un golpe en su brazo logrando que comenzara a reír. Bufé exasperado y con la pena reflejada en mi rostro.

Bien, está casi bien que hayamos hecho lo que hicimos, pero que me lo diga puede que resulte siempre un poco vergonzoso e innecesario. Tallé mis ojos con mis manos sin saber qué hacer exactamente. Solo buscando algo de tiempo, o alguna idea para saber qué decir o algo, lo que sea.

— Osvaldo... — murmuró después de un rato. No contesté. Solo seguí cubriendo mis ojos con mi mano.

Quizá es cierto todo lo que dice y yo solo debo de bajarle un poco el peso a todo, probablemente estoy siendo exagerado, tal vez solo deba llevar las cosas con más calma... y menos drama de chica. Pero, bueno, ahora soy gay; quiero ser dramático.

— Escucha, Osvaldo. Lo siento —prosiguió —. Entiendo muy bien que tú no puedas quitarle importancia a las cosas, eso es algo que me gusta de ti, pero, solo por esta vez... Solo por esta vez, te pido que lo hagas —se acercó hacia mí y quitó mi mano de mi cara para que lo mirara a los ojos—. Ignora por primera vez las consecuencias que puedan surgir y hagamos de esto algo interesante para los dos.

¿Algo interesante? Vaya interés el que hay en todo esto. Pero...

Me gusta la idea.

Quizá podamos jugar al corderito y al tigre una vez más...

sexomnia ➸ plexrianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora