✧ nine

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¿Qué es lo que le pasa a Daniel? ¿Cree que puede andarse por ahí, acostándose conmigo, siendo perfecto, declarándose, y ahora besándome sin pretender que me afecte en nada? 

Oh Dios, él y yo nunca nos habíamos besado. Este es mi primer beso con un hombre, mi primer beso con Daniel, mi primer beso de verdad, ¡este es el mejor!

Qué barbaridad. 

No sé exactamente cómo se supone que las cosas marchen después de esto, no sé qué se supone que seremos mi amigo y yo después de esto, no sé nada, absolutamente nada. Excepto que esto sigue gustándome demasiado, tal como la primera vez.

No estoy seguro de si fue por mis nervios, pero Daniel se separó de mí, cortando el beso que había sido tranquilo, nada parecido a algo que haya hecho antes, incluso no me parecía que haya venido de él. 

Pero lo era, era de Daniel, y eso es increíble.

— Todo habría sido más sencillo si lo hubieras dicho. —mencioné.

No sé qué decir, ahora mismo estoy sintiendo mucha vergüenza. Sin embargo, no me siento mal; no se siente como hace un momento cuando estaba tan atrapado en mis ideas. Pero... Es que esto es tan nuevo, tan genial. Debo dejar de enredarme tanto en mis pensamientos si quiero seguir sintiéndome de esta manera.

Él entrecerró sus ojos y sonrió levemente ante mis palabras.

— Nada es sencillo contigo, Valdo. Lo digo con seis años de experiencia respaldándome.

— ¡Pues sí! Pero esto es…

Me interrumpió juntando nuevamente nuestros labios. El nuevo beso era diferente, dejando de lado toda la calma del anterior. Aferré mis manos a su camiseta cuando sentí de imprevisto su lengua tocando mi labio. Giré el rostro cortando el beso que no quería ceder.

— ¡No me interrumpas cuando hablo!

— Ibas a empezar a gritar... —recargó las palmas de su mano sobre la pared, dejándome ahora acorralado entre esta y su cuerpo— y te ves mejor calladito. 

— Te estás pasando, sé más respetuoso conmigo.

Rió con fuerza en mi cuello, ni siquiera supe en qué momento había metido su rostro ahí, pero las exhalaciones que comenzó a dibujar sobre mi piel me advirtieron de su cercanía.

— Suelo perder el respeto en ciertas ocasiones, en ciertas circunstancias... con ciertas personas. — besó mi cuello, fundiendo el calor que ahí se encontraba con el suyo mismo.

Intenté con todas mis fuerzas no temblar, no demostrar que cada beso que dejaba sobre mi piel se mantenía ardiendo como si fuese una quemadura. Pero todo se volvió más difícil cuando su lengua intervino. Cuando después de dejar sus castos besos los probaba con la cálida punta de su lengua como si desconociera el efecto tan fuerte que en mí causaba.

— ¡No, no, no, no, ahí ya no, Daniel! —encogí mis hombros intentando apartarlo de mí cuando sentí sus besos en mi clavícula. 

Pero sentí un extraño apretón de placer en mi interior cuando ejerció fuerza en mi contra y me mantuvo quieto contra la pared, ignorando mi queja, continuando con lo suyo. 

Su cuerpo pegado... oh, tan cerca.

Qué difícil es ser yo teniendo a Daniel Alonso restregándose contra mí. 

— Valdo... —murmuró.

Pensé que todo andaba mal cuando sus manos me sujetaron de la cadera, para que después una de ellas se frotara en mi entrepierna con una destreza delirante. Su tacto era tan perceptible aún con la ropa que me cubría de por medio. Los movimientos que su mano daban sobre mí eran tan bruscos y gentiles al mismo tiempo, que… ¿Cómo puede ser brusco y gentil al mismo tiempo? Eso no es normal. Pero me gusta tanto cómo lo hace.

sexomnia ➸ plexrianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora