Capitulo 4

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Me quedé helada.
Si la mala suerte te siguiera por días, créeme eso si pasa.

Mientras todos aplaudían con efusividad yo mantenía mis ojos en el.
Oía a lo lejos los cotilleos de mis compañeras hablando sobre lo guapo que era el nuevo jefe.
Tomé mis cosas y salí de ahí, me dirigí a mi pequeña oficina y me senté a suspirar.

Tal vez esta sea mi oportunidad para decirle que si por favor me puede dar otra camiseta, pues a la otra ya se le estaba quitando el olor a suavizante caro que tenía.
Sonreí sola ante mi pensamiento loco.

- Violetta apúrate. - entró Anaís deprisa. - el nuevo jefe necesita cafés en la sala de juntas.

- Pues que se los lleve su asistente.

- Se tomó la cuarentena por maternidad y como eres la que menos trabajo tienes ahora por el retiro del señor Durand, eres la indicada para suplantar el puesto por ahora.

- Pe.. pero... - quise replicar.

- Ahora no Violetta, te están esperando. - cerró la puerta.

Pff, resople y me fui a la cafetería y servi los 8 cafés uno para cada persona.

Entré a la sala de juntas, no sin antes pedir una disculpa por interrumpir y los servi.

- Con su permiso. - estaba por retirarme.

- Espera. - su voz me detuvo.
Voltee a verlo y su mirada hacia mí me dió un escalofrío. - Este café sabe horrible. - me dijo.
Todos los presentes lo voltearon a ver con sorpresa. - Trae un expreso doble sin azúcar de la cafetería de enfrente.

- Pero ese no es mi trabajo. - repliqué sin pensarlo.

- ¿Disculpa? - me vió con soberbia.

- Enseguida. - cerré la puerta tras de mi.

No sé que pretendía, ni cuál era su objetivo al hacerme esto, pero si no quería perder mi empleo tenía que obedecer.

Fui hasta la dichosa cafetería, la fila llegaba hasta la otra esquina. Con un suspiro me forme, no tenía otra opción.

Después de media hora llegué y obtuve el dichoso expreso doble sin azúcar.
Subí a toda prisa y ya no había nadie en la sala de juntas.
Así que me dirigí a su oficina toqué un par de veces ..

- Adelante. - se escuchó en el interior.

Entre y puse el café frente a el.

- Tardaste mucho. - dijo con burla. - Ya no tengo ganas, tíralo. - terminó sin voltear siquiera a verme

La sangre me estaba hirviendo, pero tenía que tranquilizarme.
Era obvio que quería hacerme enojar, pero no lo iba a conseguir.

- ¿No me recuerdas? - solté de pronto.

El retiró la mirada de los papeles y me miró ahora sí.

- ¿Disculpa? ¿Porqué me estás hablando de tu y porqué tendría que recordarte?.

Era un engreído, no sé porqué en mi mundo me lo imaginaba un tipo agradable.

- Soy yo , la chica que lo chocó hace unos días y que después nos encontramos en un bar donde bebimos y ...

- Ahora lo recuerdo. - me interrumpió. - le diré a Joseph que te pase la cuenta de los daños... Tu sabrás si lo descontamos de tu nómina o lo puedes pagar al contado , lo que me parece casi imposible dada la cantidad y tú estatus económico. - siguió ojeando los papeles.

¡Desgraciado!

Me quedé pasamada, si antes mi sangre hervía, ahora estaba que se desbordaba.

- Con su permiso. - me retiré de ahí porque esto iba a acabar mal, y para mí suerte enserio necesitaba este empleo, no me podía dar el lujo de dejarlo.

Me metí a mi oficina y solté el aire contenido.
Tomé mi pelota antistress y la aplaste lo más que pude.

Su actitud hacia que se le quitará todo lo guapo que era, o al menos la mitad porque su cara de presumido también le salía muy bien.

***

El día estaba por acabar y todo se resumía a idas constantes a su oficina, que me regañara o de plano que me dijera "Olvidé para que te necesitaba, puedes retirarte"

¡Bendita la madre que lo parió!

Pero gracias al cielo el día estaba por terminar.
Apagué mi computador y tomé mi bolso.

Salí de la empresa y como ya era costumbre camine hasta mi departamento.
Hoy estaba lloviendo así que era una tarde estupenda para caminar.

Los autos pasaban por un lado de mi, pero uno en particular llamó mi atención, al auto iba tras de mi pero no me rebasaba, se mantenía a una distancia prudencial pero no aceleraba.
Comencé a paniquearme y aceleré mis pasos.

De un momento a otro alguien me jalo y grité como histérica.

-¡Ahhhh!

- No te asustes, soy yo. - el imbécil de Gastón me persiguió.

- Pues por eso grito, ver tu cara de nuevo no es nada agradable. - me safe de su agarre.

- ¿Porque no me contestas las llamadas?

- ¿Porque todo para ti es demasiado fácil Gastón?

- Porque cuando se ama de verdad, nada es demasiado imposible.

Le lancé una cara de fastidio puro.
Me era imposible pensar que una persona podía ser así de estúpida.

- Cuando se ama de verdad no sé es infiel con la primera piernona que pase enfrente.

Gastón comenzó a decir una sarta de excusas baratas y nauseabundas pero dejé de escucharlo cuando me percate que el auto que venía persiguiendome ya estaba ahora estacionado tras de nosotros.
Por la lluvia y la oscuridad de la tarde noche no se alcanzaba a distinguir quien era.

- Ahí te ves. - le dije a Gastón y salí corriendo, presa del miedo.

Gastón quiso seguirme pero me cole entre la gente evitando que viera a dónde iba y supiera dónde vivía ahora.

Entre a mi departamento y respiré aliviada...
Me encontraba a salvo.
No sólo Gastón era el loco en esta ciudad, el tipo en el auto le decía quítate que ahí te voy.

Abracé a chepina y me fui a dar una ducha caliente.
Después me servi un taza de café y me senté en el sofá, no sin antes asomarme a la ventana para ver si aún seguía lloviendo, pero lo que ví me dejó helada.

El auto que estuvo asechandome ahora estaba ahí, frente a mi departamento.

Espero les esté gustando.
Si es así, recomienden mi historia o dejen su ⭐...
No saben cómo me motiva saber que alguien me leé ♥️

Besos Abby 🥰

Cuándo te vuelva a ver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora