Capitulo 8

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- ¿¡Que?! - me atragante con mi propia saliva del asombro y tuve que tomar un sorbo de agua.

- No te asustes, es por negocios.- dijo de lo más normal mientras le hacía señas al mesero para que tomará nuestra orden. -¿Que vas a pedir?

¿Que? Ni siquiera había visto el maldito menú, ¡Oh Dios, me iba a desmayar.

El comenzó a ordenar platillos que hasta tenían nombres largos y raros.
Mientras yo me concentré en el menú y no entendía nada.
Solo los spaghettis a la carbonara, si , eso ... Más vale no arriesgarme.

- ¿Solo eso? - me preguntó Adrien.

- Si, solo eso.

El me observó por unos segundos y después le volvió a ordenar al mesero.

- Y una botella de vino, el mejor que tengas.

- ¿Me quieres emborrachar? - pregunté con una risa.

- Tal vez y así pueda persuadirte de ciertas cosas. - dijo en tono coqueto que me hizo sonrojar.

Apenas iba abrir la boca cuando el se me adelantó.

- Por favor, cenemos primero y después las preguntas ¿Quieres?

- Está bien. - le sonreí con nerviosismo.

Llegaron nuestros platillos, las copas de vino y se aligeró el ambiente.
Para mí sorpresa teníamos muchas cosas en común, a los dos nos gustaba leer, cocinar y las actividades al aire libre, además que ambos teníamos una obsesión por las nubes y las formas que a veces tenían, incluso nos sabíamos de memoria los nombres.

- Adrien no sé si lo estás planeando o no, pero te estás convirtiendo en el hombre de mis sueños. - solté sin premeditarlo. O sea si lo iba a a decir, pero no en voz alta, solo para mis adentros.

¡Maldito vino!

El estaba tomando un sorbo de vino y mi comentario lo hizo toser.

- Es solo una broma. - quise restarle importancia. - y discúlpame ya empecé a tutearte

- Fui un total imbécil, la disculpa te la debo yo y por favor no dejes de tutearme. - me sonrió.
Esa sonrisa uff, se estaba convirtiendo en mi favorita, tan blanca tan hermosa.

- Si, fuiste muy imbécil - me burle de el. - y ... Hablando de eso.. ¿Ahora sí me vas a decir porque te comportaste así?

- Aún no es el momento Michel, revelaría mi más oscuro secreto. - tomó otro sorbo de vino.

Poco a poco las copas se iban consumiendo y de una botella pasamos a la cuarta.
Éramos como unos locos, solo nuestras risas se escuchaban en el lugar, a estás instancias hablábamos de cualquier tontería como;  la vez que el se hizo pipí en los calzones o de la vez que me comí un moco y me gustó y lo seguí haciendo.

Hace mucho no tenía una plática tan revitalizante.

- Oye... - dije derrepente. - ahora que recuerdo... ¿Que hay de esa propuesta de ir a Grecia?.

- Esperaba hacerte perder la razón para llevarte cargada. - dijo con total sinceridad.

Solté una carcajada. - Por favor, habla serio.

- Quiero que me acompañes y me ayudes, me reuniré con unos inversionistas.

- Pero eso lo hace tu asistente y yo no lo soy - refute

- Pero mi asistente está incapacitada y te escogí a ti para que hicieras su trabajo.

- ¿Así que fuiste tu? - me sorprendí. - pensé que me habían escogido por tener menos carga de trabajo. Cómo sea, no puedo ir contigo.

- ¿Por qué? - preguntó sorprendido.

- Porque además de mi trabajo como asistente, tengo mi trabajo habitual y en estos días estaré muy ocupada.

- No te preocupes ya le traspase tu trabajo a Candace, ella se encargará del marketing los próximos 15 días.

Lo mire perpleja.

- ¿Entonces no era elección, tu ya habías acomodado todo antes de que yo supiera de este viaje?

- Así es. - dijo tranquilamente.

- Aún así no puedo ir.

Soltó una risita. - ¿Y ahora por qué?

- Porqué tengo una hija. - hice una pausa dramática para ver su semblante. Y tal cual lo planee , se sorprendió. - Mi gata "chepina"

- Me pusiste nervioso por unos momentos. - rió. - amo a los gatos, pero mis padres nunca me dejaron tener uno.

- ¡Ay ya por favor! Deja de ser tan perfecto. - negué fastidiada.

- No te estoy mintiendo y si chepina para ti es un impedimento para ir a Grecia conmigo, pues busca otra excusa porqué ella puede ir con nosotros.

- ¿Para todo tienes una solución? - pregunté derrotada.

- Así es, así que por favor no lo hagas más difícil.

- Bien. - suspiré. - ¿Cuando nos vamos?

- Está madrugada.

- No puedo creerlo, cuando pienso que no puedes sorprenderme más lo haces. - confesé ya sin ánimos de refutar.

- No me arriesgaré a qué mañana en tus cinco sentidos te arrepientas. - confesó.

- Disculpé señor - se nos acercó el mesero.  - Ya es hora de cerrar.

Ambos volteamos a nuestro alrededor y efectivamente ya no había nadie más que nosotros.
Los dos nos reímos al unisono y después de pagar la cuenta regresamos al auto.

- ¿Y dónde te veré para partir? - íbamos de regreso a mi departamento.

- ¿Cómo? - volteó extrañado. - Ahora vamos a ir a tu departamento y te ayudaré a empacar tus cosas y después tomaremos el avión.

- No sé que pregunto, tu ya tienes solucionado todo.

- Así es, así que deja de preocuparte.

Llegamos a mi departamento.
Enseguida me metí a mi armario que había dejado hecho un desastre hace unas horas.
Adrien comenzó a meter a diestra y siniestra prendas,  ropa que se encontraba, ropa que metía.
Hasta que llegó al cajón donde guardaba mi ropa interior.

- Oye espera. - pero ya era tarde, el ya lo había abierto y husmeado en el.

Sacó un par de panties y las observó, después a mi y con una mirada juguetona dijo...
- Espero un día tener el privilegio de verte con esto puesto.

- ¡Oye! - lo regañe y le quite las panties de las manos. - sigue de atrevido y no iré contigo a ningún lado.

- Está bien, es broma, pero si tú quieres no es broma. - se acercó peligrosamente.

- Por favor espera en la sala. - puse mis manos en su pecho deteniendolo. - así nos iremos más rápido.

Lo eché de la habitación y comencé a armar mi maleta, no sabía que diablos estaba haciendo pero en este estado ni me importaba.
Cuando salí, en la sala estaba Adrien, sentado con chepina en los brazos, mientras ella como toda una chica fácil ronroneaba y cerraba los ojos.

Se sentía tan extraño, era raro estar acompañadas, siempre éramos chepina y yo.

Aclaré mi garganta para dicipar mis pensamientos y entonces el me miró y se levantó sonriendo.

- ¿Estás lista? - preguntó.

Yo solo asentí. El quitó de mis manos la maleta y salió a meterla al auto.
Después entro con un transportador y con cuidado metió a chepina en el.

¡De dónde demonios había sacado eso!

Maldita sea, ya no siquiera tenía animos de preguntar...

- Vamos. - me dijo, y yo fui tras de el, como una inocente vaca que va al matadero.

Gracias por leer 😊 😊
Abby

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⏰ Última actualización: Oct 10 ⏰

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