Capitulo 6

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Cerré mi laptop dando por terminada mi jornada laboral y tomé mi bolso para irme.
Las oficinas ya estaban vacías, casi siempre yo era de las últimas en irse.

Caminé hacía la salida y me detuve en seco.

En la esquina estaba Gastón parado esperandome de nuevo.
Y frente a mi estaba mi jefe recargado en su auto mirándome.

¿Y ahora que iba a hacer?
Quería volver a entrar pero el guardia ya estaba cerrando la empresa, así que con un suspiro de valentía comencé mi camino, Gastón se adelantó y me alcanzó.

- Gastón, ¿Que haces aquí, por el amor de Dios? - le pregunté con fastidio.

- Vine a acompañarte a tu casa.

- No es necesario, y por favor deja de buscarme ya.

- No puedo hacerlo. - me tomó la mano. Mire atrás de el y mi jefe nos estaba mirando, su rostro denotaba irritación.

- Si no quieres que vaya a la policía y te ponga una orden de restricción, déjame en paz de una vez por todas. - me safe de su agarre y caminé.

Parece que esta vez entendió porque dejó de seguirme.
Caminé y caminé hacía mi departamento cuando un auto se estacionó frente a mi.
Después salió Adrien de el y se dirigió a mi.

¡Lo que me faltaba, maldita sea!
Mis manos comenzaron a sudar y mi corazón estaba a punto de estallar.
Mi cuerpo hablaba por si solo, yo estaba en total desacuerdo con su manera de actuar.

- Quiero probar suerte contigo y espero que a mí si me permitas un poco de tu tiempo está noche. - comenzó a hablar.

- No me gusta la gente tramposa, y eso fue lo que hizo está mañana. - le contesté sin evitar que se me saliera una sonrisa.
Mi cuerpo estaba actuando solo, lo acabo de confirmar, estaba como embrujado, poseído por el espíritu de la lujuria.

- Pues si me acompañas hoy, puede que te conteste tus dudas. - se acercó otro poco con esa estúpida sonrisa que aunque sea poco el tiempo que la he visto, me estaba gustando verla.

- No haga esto, por favor. - le suplique en un momento de raciocinio.

- No estoy haciendo nada. - tomó mi mano y me guío hasta la puerta del auto.

Y yo como toda una vaca llendo al matadero, lo seguí.

- ¿Tienes hambre? - preguntó, una vez que ambos estábamos en el auto.

- Algo. - mis intestinos rugían del hambre, pero no quería verme tan obvia.

- Bien, ¿Que quieres cenar el día de hoy?

Voltee a verlo fijamente, quizás a cualquiera le parecería tonto, pero fue esa pregunta, esa simple pero íntima pregunta... Que denotaba... İnterés.

"¿Que quieres cenar el día de hoy?"

Hace mucho que nadie tenía ese gesto conmigo.
Incluso solo mi mejor amiga lo había hecho y por ello supe que era alguien especial.
Es tonto, pero no estaba acostumbrada a ello, era como salir de mi zona de confort.
Porque puede que no sea nada reconfortante acostumbrarte al desinterés de las personas, pero yo ya lo había hecho, y salir de ello, me daba... Escalofríos.

Esto.... Debía parar, mi corazón me lo advirtió en ese instante.

- Mejor me iré a casa. - le contesté.

Dejó de mirarme y ahora miró al frente, como analizando lo que acababa de pasar.

- ¿Dije algo malo? - preguntó con cautela, volviendo a verme.

Cuándo te vuelva a ver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora