𝘄𝗮𝘆𝘀 𝘁𝗼 𝗹𝗼𝘃𝗲.

𝐯𝐢. 𝗷𝘂𝗻𝘁𝗼𝘀

Hoy no era como otros días, hoy estaba nublado y de la lluvia ni hablemos.

Era la cosa menos favorita de Mauro pero acá estaba bancandosela viendo la televisión con Tiago, quien decía amar la lluvia.

Tuvieron un pequeño debate, por no decir palabras de aquí y haya como simples estupideces.

Tiago dejó de lado las palabras y en cambio besó a Mauro para que no se enojara-por no decir que quería que se calle-, una muy buena forma para callar al ojiverde.

Al rato ya estaban de nuevo acostados en el sofá mirando con aburrimiento la televisión, no había una sola película que fuera entretenida, según Mauro.

Tiago solo se dedicó a reír por las quejas de su novio y como alegaba con que todas eran iguales con finales felices y clichés.

Entonces surgió otra conversación, un poco boluda pero así eran ellos.

-A ver, si vos vivieras en una película, ¿quisieras tener un final cliché o lo que salga? -cuestionó curioso el pelinegro, miraba atentamente a su novio, quien parecía pensarlo unos momentos.

-Y lo que salga, tener un mismo final feliz y todo eso aburre -respondió finalmente.

-Entonces, ¿preferís sufrir a tener un final bonito? -replicó nuevamente el morocho casi quejandose.

-Y sufrir yo creo que no 'ta bueno, pero dale, son los mismos finales de mierda, donde todo les sale bien. Es entretenido y que sé yo pero, un poco de realidad a las películas le faltan para ser interesantes -respondió nuevamente con facilidad, mucha a los ojos de Tiago.

-¿Y si el final feliz lo viviéramos vos y yo?, ¿ahí te gustaría? -preguntó tomando desprevenido al otro quien dejó el control remoto a su lado.

Mauro pareció pensarlo un poco mucho, y el morocho solo pudo sentirse un poco ofendido, ¿cómo no iba a querer tener un final feliz con él?.

-Bueno, eso es diferente, mientras no sea aburrido, me encantaría tener un final feliz con vos, mi amor -dijo el ojiverde con cierta ternura a la última palabra.

-Uh, lo bueno, eh. Ignoraré que tardaste ocho años en contestar -contestó el morocho para después iniciar una pequeña sesión de besos.

No siempre estaban juntos, teniendo vidas ocupadas, yendo a todos lados y estár a solas era casi imposible.

Mauro inmediatamente correspondió al beso tierno, eso eran ellos, amor y no más que puro amor.

Después de cortar el beso, el morocho dejó un par de picos más sin dejar hablar al otro, haciéndolo sonreír con ternura por aquel gesto.

Se quedaron cerca, mirándose uno al otro de cerca, Mauro hipnotizado por aquel ser que tenía enfrente, ¿cuántas veces no lo iba a repetir? era tan lindo, tan lindo a sus ojos.

El morocho mirándolo con esa ternura, que solo el podía transmitirle a su novio.

Las horas pasaron, era media noche, algo poco común en la pareja era dormir temprano. Normalmente solían hablar y hablar toda la noche pero esta vez parecía que el cansancio los tenía mal.

Estaban recostados en su cama, Mauro acurrucado en el pecho de su novio y él correspondiendo éste gesto abrazandolo por la cintura, como era costumbre.

Mauro cayó rendido luego de algunas palabras de buenas noches y un último beso en la frente antes de caer rendido por el cansancio.

Mientras que Tiago era como su 'guardián', amaba ser él quien cuidaba del sueño de su novio y no alguien más, solía creer que nadie podría cuidarlo y mucho menos amarlo como él lo hace.

No tendrían la suavidad ni mucho menos el amor para hacerle el amor como él se lo hacía. No, nadie era capaz de amarlo igual que él.

Sonrió ante los recuerdos, donde se daba cuenta el amor que se tenían.

Estaba concentrado en buscar su propio sueño cuando un susurro lo interrumpió.

-Eu, amor ¿seguís despierto? -susurró cerca de su cuello causándole cosquillas.

-Si, ¿necesitás algo? -respondió algo dormido Tiago.

-¿Me abrazás más?, tengo un poquito de frío -dijo en tono suave, ganandose una sonrisa tierna de parte de Tiago quien lo acercó más a él, estaban más pegados pero ellos eran así.

-Te amo, descansa -habló por última vez el morocho, antes de cerrar los ojos.

-Yo más, dormí, gracias -agradeció, estár junto a Tiago le hacía tener una paz que no podía describir.

Tiago besó por última vez su cuello, rió por la risita nerviosa que salió de Mau y ahora si ambos durmieron.