Oscuridad.
Oscuridad era lo único que ella conocía desde hacia un tiempo. Solamente la oscuridad y la soledad de aquella fría habitación eran las que la acompañaban en sus noches de tristeza. La joven no tenía idea de cuanto tiempo llevaba atrapada en aquel horrible lugar.
Se removió un poco incomoda en la cama, pues la posición en la que se encontraba no era nada agradable. Al estirar su cuello, el sonido de la cadena se escucho muy fuerte y hacíendo eco, un estremecimiento la recorrió por completo. Parecía un animal atada de aquella manera: con un collar de cuero con una cadena que se enganchaba a un extremo de la cama, de rodillas, con las manos atadas con una larga soga que se ataba en el mismo lugar que la cadena de su cuello. Solamente los pies no tenía atado, pero de nada le servía, tenia órdenes estrictas de no moverse cuando él la dejaba de aquella manera.
Una lágrima de impotencia resbalo por su mejía, mojando el pañuelo que le cubría los ojos. Ya casi no lloraba, ella pensaba que ya se había secado porque había llorado tanto los primeros días que estuvo allí, que después de perder la noción del tiempo, estaba segura de haber gastado todas sus proviciones en llanto.
Todavía no se podía creer aquello. Había salido con su amiga a una fiesta, habían bailado hasta gastarse la suela de los zapatos y bebido hasta olvidarse de sus nombres porque ese era el plan: divertirse, pasarsela en grande. Y luego había quedado inconsciente. Lo único que recordaba después de desmayarse en el baño, eran pequeños fragmentos. Nada que le ayudara a escapar de allí. Algunos rostros, mucho ruido, gente con armas, un lugar que parecía casino... y al señor que llevaba la conducción de la subasta. Depués de eso, un coche, mucho moviento y luego aquella fría habitación. Desde ahí, siempre a sido aquella habitación.
El ruido de una puerta al azotarse la hizo erguir la cabeza, provocando el ruido de la cadena al chocar contra el metal de la cama. Él estaba allí. Los pasos al acercarse lo confirmaban, pero el estremecimiento que solo su presencia le provocaba la cercioraba de quien se trataba.
La puerta se abrio y ella rápidamente bajo la cabeza. Si algo había aprendido en todo ese tiempo con él, era que no le gustaba que lo desafiran, cosa en lo que ella era experta, pero luego de unas buenas lecciónes que le dejaron el cuerpo marcado, opto por obedecerle, aunque eso le hiciera reventar el higado. La brisa proveniente del exterior le pego de lleno en todo el cuerpo desnudo, haciendo que la piel se le pusiera de gallina. Solamente llevaba unas bragas de encaje negro; por norma siempre debía ir desnuda, pero luego de suplicar por días enteros, él lo considero y la dejo llevar al menos aquella prenda.
La puerta se cerro y los pasos hacía la cama fueron lentos y suaves, lo que indicaba que él estaba de buen humor, lo cual resultaba extraño. Porque al principio se portaba como una bestia, pero luego, algo cambio, y su actitud mejoro. Ya no era tan cruel en su trato, pero ella seguía odiandolo por ratos.
-Hola-. Su potenten voz rasposa la había hecho delirar en muchas ocasiones, y la había llevado a odiarse a ella misma por eso. Era su captor, no un amante con el que ella podía disfrutar.
-Hola, señor. - Con la cabeza gacha y los brazos estirados, ella estaba usando todo su autocontrol para no mandarlo a la mierda. Le había dicho que se quedara en aquella posición porque no tardaría, pero se fue y no regreso hasta el día siguiente. Había sido toda una tortura tener que dormir de aquella manera. Pero prefirio morderse la lengua, antes que soportar unos azotes.
-Tuve contratiempos... - empezo a explicar pero enseguida se callo. Él nunca daba explicaciones de lo que hacía, y no pensaba hacerlo ahora.
La observo por unos instantes y enseguida su pene se puso duro como roca. Aquella chica española era el sueño de cualquiera. Tenía el cuerpo de una Diosa, con pechos grandes y generosos, trasero potente y redondeado y tenía la altura ideal para hacerla doblegar. Se acerco a la cama y se sento a su lado. Le encantaba verla de aquella manera, tan sumisa y obediente. Más porque él sabia muy bien que ella era todo lo contrarío. Ella era un chica rebelde que no se dejaba de nada, ni de nadie, y el verla así, tan sometida, se le antojo excitante. Enrredo sus dedos en los largos mechones risados y los llevo a su nariz, oliendo aquel aroma tan típico de ella. Le encantaba, todo lo de ella le encantaba, y lo mejor es que le pertenecía.
Le solto las manos y le quito el collar. Sobo rápidamente sus muñecas y luego llevo sus labios hasta su cuello enrrojecído. La tomo de las caderas y la hizo sentar a horcajadas encima de él mientras con suavidad le pasaba la lengua por las marcas que el collar había dejado. Le quito las bragas y el evidente aroma de su exitación le llego a la nariz, golpeandolo de tal manera que creyo morir si no entraba de una vez por todas en ella.
Bruscamente le dio la vuelta y la acosto en la cama, con él arriba. Los pequeños jadeos que ella emitía le hacian papilla la cabeza. La fue besando por todas partes, desde el cuello hasta su punto más sensible y segundos despues la hizo llegar. Y ella explotó en varios fragmentos que él mismo volvio a recomponer.
Ella era suya, su cuerpo le pertenecía, y solo era cuestión de tiempo para que su corazón al igual que su cuerpo, llevaran su nombre como muestra de que él, era su dueño. Su único y total dueño
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Vendida al Rock Star (Andy biersack)
FanfictionUn viaje. Un extraño. Un abismo. Victoria Noboa nunca imaginó que conocer aquel chico extraño le cambiaría la vida para siempre. Nunca pensó que aquel viaje de placer, en compañía de su mejor amiga, acabaría por convertirse en su peor pesadilla. Sum...