Capítulo II: Perdidos

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- Mi reina, esto es grave, nadie fuera de este consejo sabía sobre el envío y ahora hay dos huevos de dragón perdidos y veinte de nuestros hombres muertos.

En la mesa del consejo real habían seis personas: Sir. Corlys (la mano de la reina), Samwell Blackwood, Baela, Mysaria, Jaecerys
y Óscar Tully. Todas de la alta confían de la reina y todos igual de consternados ante los hechos.

- sé contar Sir. Corlys, lo que estoy tratando de decir es que probablemente quienes hicieron esto no tenían idea de que había en ese baúl.

- es ingenuo pensar algo así, majestad.

Rhaenyra intercambio miradas con Sir. Corlys, en una batalla sumisa por quién dejaba claro su punto de vista. Entre todas las personas de la mesa, Sir. Corlys era uno de los aliados más fuertes y leales de Rhaenyra, quien le convenció de reconocer a sus hijos bastardos Addams y Alyn, claro que Alyn no parecía querer ese derecho.

Un guardia interrumpió la reunión, se dirigió directamente a la reina y le entregó un mensaje escrito, tan pronto como ésta lo recibió, el guardia hizo su corta reverencia y salió del salón. Rhaenyra sostuvo el papelillo entre sus manos y lo siguió mirando fijamente incluso cuando terminó de leerlo.

- ¿Pasa algo, majestad?- Jaecerys vio a su madre con curiosidad, intentando descifrar su expresión.

- nada más que discutir por el momento.- la reina se apresuró a decir al mismo tiempo que doblaba el papelillo y levantaba la mirada. - los alrededores seguirán siendo revisados cautelosamente hasta encontrar los huevos, y esperaremos noticias de Rhaena, quien como ya saben, está investigando todo esto. Hasta el momento no se divulgará el asunto ni se señalará a nadie.

Sin más Rhaenyra dejó el salón con pasos grandes, todos en la mesa se levantaron de inmediato e hicieron su reverencia.

Mysaria recibió esa tarde un llamado de la reina, no la había visto en todo el día desde la reunión del consejo esa mañana y suponía que algo estaba ocultando. Cuando llegó ante la puerta el guardia la hizo pasar y la anunció ante la reina, quién estaba de espaldas a la puerta viendo por la ventana, incluso cuando el guardia se fue y sintió los pasos de la mujer acercarse a ella no se giró a verla.

- ¿Qué puedo hacer por usted, mi reina?

- el día que los huevos fueron enviados, no estabas en el castillo.

- estaba en el bosque, buscando hierbas.

- ¿Todo el día?

- si hay algo que quiera decirme, dígamelo.

Rhaenyra se giró a mirar directamente a la mujer.

- una vez me dijiste que no servias a ninguna corona ¿por qué me sirves a mí?

- recuerdo haberle dicho también que yo solo encontraba respeto en la corona cuando está sobre su cabeza, además.- Mysaria hizo una pausa y se acercó sigilosamente a Rhaenyra.- por su valentía, por ver y preocuparse por aquellos que los Lords ignoran.- no sabía si ers correcto o no pero levantó su mano hasta posarla sobre la mejilla de la reina, y supo que estaba bien cuando esta cerró los ojos al tacto.- solo podría servirle a usted, mi reina.

Rhaenyra se apresuró a tomar la mano de Mysaria y alejarla de sí para salir de la embriaguez que sentía cada vez que la mujer invadía su espacio personal.

- Rhaena me envió una carta. Encontraron a un hombre que asegura haber sido enviado a robar los huevos por alguien que oyó de mano de una persona en Dragonstone que estarían en ese camino.

- así que usted tenía razón, no fue casualidad, pero... Quiere decir que....

- ¿Cómo puedo estar segura que no fuiste tú?- Rhaenyra soltó lo que había estado guardando desde esa mañana.

Mysaria estaba lejos de sentirse ofendida, apesar de la relación que había entre ellas, Rhaenyra siempre sobreponía su deber, y su deber en ese momento era encontrar al traidor, era una de las cosas que admiraba de ella y no tenía el derecho de comportarse como una amente en tal posición.

- ¿duda de mi porque fui la única que no estaba ese día en Dragonstone? ¿O porque cree que no le soy leal?

- soy la reina, tengo que desconfiar en una situación como esta.

- me parece que no he hecho las cosas bien si, después de todo, desconfía de mi.

Rhaenyra sabía que no había sido Mysaria, porque de lo contrario no estaría en la biblioteca de la reina hablando privadamente con esta, pero estaba preocupada porque el consejo no pensaría lo mismo si se enterasen de la carta que había recibido

Mysaria colocó su mano suavemente sobre la mejilla de la reina, se permitió tocarle y dejó escapar en este retenido en sus pulmones cuando vió que esta se lo permitía y hacia ademán de mantener el contacto.

- mañana temprano va a tener al traidor aquí.

Esa noche Rhaenyra no encontró a Mysaria en la cena, ni en su cuartito, por último pensó que estaría en su propia alcoba pero no, no estaba en todo el palacio, entonces supuso que se había ido a no se donde y eso por supuesto que le preocupaba, no debió desconfiar de ella ¿O sí? Seguro la desaparición de los huevos de dragón era su culpa por no enviarlos con más vigilancia.

Después de varios intentos de dormir e ignorar su propio sudor sobre su almohada y entre su cabello, así que decidió ir a montar a Syrax, así que se levantó, se colocó la enorme vestimenta de cuero, los guantes, las botas y salió de la alcoba. Eran probablemente horas de la madrugada, por lo que un guardia de turno se sobresaltó al ver a la reina salir de su dormitorio a tales horas, interrumpiendo el mediocre Intento de dormir del pobre, quien hacía un esfuerzo enorme por no dormirse de pié.

- puedes ir a dormir, saldré ahora.- dijo Rhaenyra al ver al casi adormecido guardia de la entrada.

- mi reina ¿Necesita que la escolte?

- en tu estado es mejor que no.- contestó sin mirar al guardia.

Syrax probablemente estuviese un poco de mal humor, tener que volar a esa hora sin previo aviso y su jinete era un mar de nervios, cosa que no sabia el porque, y Rhaenyra no lo sabía tampoco exactamente, no sabía si eran los huevos perdidos o la mujer que no encontró esa noche en el palacio, en su lugar abitual, junto a ella.

Como la reina iba muy absorta en sus pensamientos, Syrax tuvo que rugir tres veces para que ésta advirtiera algo en la orilla del mar; fue descendiendo lentamente hasta que divisó bien la figura de la mujer cuyos cabellos negros estaban bajo la túnica gris que llevaba sobre su cabeza y prácticamente se abalanzó hacia la playa, no obstante Syrax procuró aterrizar de la msnera mas agraciada que se le permitió visto las ansias con las que su jinete tenía.

- mi reina ¿Qué hace montando a esta hora? Aún no sale la luz del sol.- Mysaria habló apenas estuvo segura de que la reina podía oírla.

- ¿Qué qué hago montando a esta hora? No sé, tú dime. Perdí tres huevos de dragón y tú desapareces de la nada.

Mysaria intentó contener una sonrisa.

- los huevos estarán pronto en manos de Rhaena, en el castillo está el traidor, que a decir verdad fue el alcohol quien lo traicionó.

- ¿Quién?

- un soldado, se le fue la mano con el vino y habló, al parecer unos casa tesoros lo oyeron hablar.

Rhaenyra caminó hasta estar lo suficientemente cerca de la mujer y la tomó del rostro antes de besarla. La noche apenas empezaba a desvanecerse del todo, la oscuridad aún predominaba, así como lo hacía el calor de los labios sobre los suyos, que parecían anfitriones amenos, moviéndose solo al lento ritmo de la reina.

- no vuelvas a dejar el castillo de esa manera.- exclamó Rhaenyra una vez se separó del beso y miró con expresión dura a la mujer.- aquí puedo protegerte.

- no necesito protección, soy el gusano blanco, no olvide que vengo de la tierra.- el corazón de Mysaria sintió un vuelco cuando vio la expresión triste de Rhaenyra, sabía que le gustaba ser posesiva y protectora, no podía interferir en su forma de actuar como la reina que era. - pero si usted así lo desea, no la dejaré así de nuevo.

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