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Era preocupante el estado en el que Minjeong se encontraba. Fue tanto así que tuvieron que hacerle nuevas pruebas para confirmar que no había un problema. Desde que Yunjin le leyó la última carta, se había quedado completamente muda. No era capaz de formular ni una sola palabra, no importaba qué le dijeran, ella simplemente no hablaba.

Yunjin lo hubiera dado todo por saber qué era lo que tenía en su cabeza, entender lo que pensaba y lo que sentía, pero lo único que veía era esos ojos tristes y desilusionados. Era obvio que sentía un inmenso dolor en su corazón.

—Físicamente, no hay nada que le impida hablar. —La doctora había hecho una de sus cuantas rondas diarias. Yunjin le comentó sobre el tema. —Lo voy a comentar con el psiquiatra para ver qué podemos hacer.

La doctora Lee estaba muy involucrada en todo lo que tuviera relación al caso y escuchaba las inquietudes de Yunjin con verdadero interés. Era obvio que la falta de familiares directos también significaba un peso en contra para la recuperación de Minjeong.

Verla así era quizá más doloroso que verla dormida, al menos dormida no se podía ver esa tristeza en sus ojos, ahora era algo que te penetraba y afectaba fuertemente. Se sentía incómoda estando en la habitación, pero tampoco podía dejarla sola. Necesitaba que llegue alguien más porque por mucho que quería a Minjeong, todo el asunto le estaba provocando un decaimiento notable. Su hermana pasaba a ratos para animarla, pero no era suficiente.

—Jeong ¿Necesitas algo? —La joven seguía mirando a un punto fijo en su habitación, Yunjin había intentado mirar el mismo lugar para saber si había algo que llamaba la atención, pero no había nada. —Jeongie, dime algo. Estoy preocupada por ti, sé que muchas cosas deben estar pasando por tu cabeza. —Se acercó y la tomó de las manos, quería hacerle sentir que no estaba sola, que ella estaba ahí desde el primer momento y no la iba a dejar sola. —Estoy segura de que Jimin tiene una explicación para ti, pero no te puedes venir abajo, no ahora. —Minjeong ladeó la cabeza y la miró a los ojos. Era triste verla así a la distancia, pero tener esos ojos apagados a tan poca distancia era incluso más doloroso. —Piensa en Hanni, tienes que ponerte bien para poder estar con tu hija. Tendrás que decirle lo mucho que la amas, y para eso debes poner de tu parte.

Creía que ese pequeño discurso motivacional haría algo en ella, pero después de esos cortos segundos de contacto visual, Minjeong volvió a mirar ese punto en la pared. No había caso, no encontraba forma de sacarle palabras.

Minjeong tenía la cabeza muy ocupada, toda la ilusión y alegría que tenía por ver al amor de su vida y su hija había cambiado por otra cosa. Algo oscuro, algo que le impedía hablar y moverse. Estaba como atrapada en su propio cuerpo y agobiada por sus pensamientos. Primero pensó que se trataba de un error, pero al ver que Yunjin no cambiaba su expresión y que eran literalmente las palabras de Jimin las que le decían lo que pasó, no le quedó de otra que creer.

Cuando despertó estaba completamente perdida, no entendía lo que le había pasado ni tenía la noción de cuánto tiempo había pasado dormida. Ahora que entendía que el tiempo fue largo y que su cuerpo ya no era el mismo que antes, su única esperanza era poder reencontrarse con su hija y con la mujer que tanto amaba.

Ahora no sabía si era eso lo que quería, quizá su vida era mejor no estando, quizá hubiera sido mejor no despertar y no tener que enfrentarse a esa dura realidad. Su hija no estaba ahí, estaba lejos y no sabía cuándo podría verla y Jimin, la mujer que se prometió amar el resto de su vida, había estado con otras personas y además tenía una criatura que no era suya.

No quería enfrentarse a eso, se sentía muy debil como para hacerlo y fue por eso que prefirió callar. No tenía la energía suficiente para poder hablar y aunque la tuviera, no sabía qué decir. Sentía lástima por ella misma y toda esa negatividad la recorría, impidiéndole moverse. Estaba paralizada, casi como en el coma de antes, pero con los ojos abiertos y con la terrible consciencia de que estaba viviendo una vida que ya no quería, una vida que no le gustaba porque no era la que ella se esforzó tanto en construir.

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