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Había llegado la noche y lo que menos quería hacer Minjeong era dormir. Con el pasar de las horas había recuperado mayor consciencia y podía decir alguna que otra palabra sin exigirse tanto. El paseo de doctores y enfermeras por su habitación era una constante, al igual que la voz de Yunjin leyendo una carta tras otra. Era obvio que la lectura hacía sentir a Minjeong menos sola y de momento no había nada que temer, todo se trataba de lo mucho que Jimin extrañaba a su pareja y relatar momentos especiales que su hija había tenido durante esos años.

—Me muero de ganas de verla. —Soltó Minjeong con su voz ronca, muy distinta a ese tono adorable que caracterizaba su voz antes de dormir por tanto tiempo.

La carta que había leído relataba un acto de jardín, Hanni no quería participar porque le daba miedo presentarse frente al público, la pequeña tenía un rol secundario y de hecho su participación solo requería que estuviera de pie en el escenario moviendo sus manos sin decir nada, pero la idea de que personas desconocidas la vieran directamente le producía un pánico terrible.

Jimin había intentado convencerla de que nada malo iba a pasar, pero no lo logró. Al final, una charla con Tiffany fue lo único que logró que Hanni pusiera sus pies sobre el escenario. La carta finalizaba con un No tengo idea de qué le habrá dicho Tiffany a nuestra hija, pero se subió al escenario con la sonrisa más grande que le he visto en un largo tiempo e hizo todo lo que tenía que hacer a la perfección. No te imaginas lo orgullosa que estaba de ella por afrontar sus miedos ni lo agradecida que estaba de Tiffany y eso me hizo pensar en que sin importar lo que pase tu familia es mi familia y por eso siempre te voy a dar las gracias.

Era obvio que escuchar esas cosas la alegraba mucho, pero también la frustraba por saber todo lo que se había perdido en la vida de su hija. Minjeong supo desde el momento en que Hanni nació que quería estar siempre presente para ella y había fallado por varios años. Yunjin no tenía cómo saber qué era lo que pasaba por su cabeza, pero si hubiera sabido que esos eran sus pensamientos no se detendría en decirle que no tenía culpa de eso, que lo que ocurrió el día del ataque no había cómo prevenirlo.

Minjeong le había pedido que lea otra carta, pero Yunjin estaba realmente cansada porque llevaba todo el día ahí y aunque su hermana la mantenía con comida y le traía ropa, también necesitaba ir a su casa en algún momento para poder dormir y descansar. Además, aunque había pasado mucho tiempo dormida, todos los especialistas le habían dicho a Minjeong que su cuerpo estaba cansado y no tendría tanta energía para mantenerse despierta todo el tiempo que quisiera.

A ella le daba terror volver a cerrar los ojos y no poder abrirlos nuevamente. Por suerte, sus doctores se habían antepuesto a ese temor y le pusieron algunos calmantes que la obligaron a dormir prontamente.

Yunjin esperó a que eso ocurriera para por fin salir del hospital. Quizá era por su pasado, pero le incomodaba bastante pasar mucho tiempo entre cuatro paredes y el poder salir a un espacio libre se sentía muy bien. No vivía muy cerca, pero igualmente decidió caminar para poder disfrutar de la brisa nocturna.

Tenía algunas llamas perdidas de su jefe, pero estaba desinteresada en responder. Su trabajo ya era una mierda y solo lo soportaba porque necesitaba el dinero, pero el despertar de Minjeong le había puesto varias cosas en perspectiva y sabía que había cosas mucho más importantes. Ya encontraría forma de arreglárselas, podía encontrar otro trabajo de mierda en un abrir y cerrar de ojos.

Poco más de una hora después ya estaba en el pequeño departamento que compartía con su hermana. Esa noche tenía turno en el hospital, por lo que estaba sola. Se dio una ducha rápida y después se abrió una cerveza, buscando también algo instantáneo para poder alimentarse.

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