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No había ningún tipo de iluminación. Incluso los monitores que solían tener luces o ruidos constantes estaban puesto en un modo de no molestar. La doctora Lee no estaba muy preocupada, pero aceptó que su paciente más importante se mantenga de ese modo.

Minjeong se había quejado de un terrible dolor de cabeza. Era una migraña como nunca antes había sentido y lanzaba gritos angustiados. La doctora, después de confirmar que no había nada de alta gravedad, decidió que lo mejor era darle sedantes y calmantes, además de dejar la luz en plena penumbra. Sabía que estar prácticamente viviendo en una sala de hospital podía ser muy incómodo, no existía la privacidad y a la larga eso provocaba un tremendo estrés en los pacientes.

La doctora Lee era quien estaba a cargo de las decisiones médicas de Minjeong y sabía que le tomaría un largo tiempo el poder salir de esa sala. Estaba en su oficina, revisando una vez más los últimos exámenes de Minjeong, su progreso era positivo y el equipo médico creía que la posibilidad de recuperación era alta. Si seguía por ese camino, quizá podría vivir su vida sin complejos.

Su secretaria la llamó para avisarle que su cita había llegado y le pidió que la haga pasar. Ella siempre fue una trabajadora en equipo, pero le gustaba formarlos. Era una doctora muy exitosa y parte de ese éxito lo debía a ese equipo que había diseñado escogiendo a cada persona con pinzas. Se levantó y estiró su mano para recibir a la única persona que estaba trabajando como parte de su equipo, pero que no había escogido.

—Aeri Uchinaga, mucho gusto. —La mujer estiró su mano y la doctora la apretó, presentándose también.

La psicóloga era una experta para tratar adicciones y luego de informarse lo suficiente, entendió que era bastante exitosa en lo que hacía. Todavía era joven, pero ya era bastante reconocida entre sus pares.

—Quería que nos conociéramos personalmente, toma asiento. —Hyori sentía desconfianza todavía porque su especialidad no era exactamente lo que necesitaba para ayudar a una paciente como Minjeong. A eso había que sumarle el hecho de que había una relación personal entre paciente y psicóloga, algo que ella no apoyaba y que todavía la retenía a confiar en ella. —Minjeong es un caso bastante especial, es quizá un caso único en mi carrera y es por lo mismo que me lo tomo muy en serio. —No tenía vergüenza de admitir que su ego profesional era muy importante para ella. El caso de Minjeong era uno que podría llevarla a dar charlas y a escribir artículos científicos, pero si fracasaba el objeto de las charlas sería ella y su fracaso. —Todas las semanas tenemos reuniones con su equipo. Está su fisiatra, su terapeuta físico, otro neurólogo, su psiquiatra y tú, además de todos los enfermeros y enfermeras que rotan para atender sus cuidados. —Ella estaba atenta a todos los nombres, seguía con cuidado el trabajo que hacían y le gustaba recibir reportes cada vez que alguno veía a su paciente. —Eres la única externa al hospital y es por eso que te he citado, me gustaría saber algunas cosas sobre Minjeong.

La doctora se tomó una pausa para buscar en su computadora el archivo donde encontraba todo sobre su paciente y creó una nueva pestaña para poder escribir los reportes de la psicóloga. —En el hospital tenemos muchos profesionales que podrían trabajar con ella en el ámbito de la psicología, pero pese a ser una paciente muy dulce y comprensiva, es bastante cerrada cuando se trata de sus problemas psicológicos. No me podía dar el lujo de seguir teniendo un paseo de psicólogos, no en un momento tan importante. Es ese el único motivo por el cual acepté tenerte en mi equipo.

Aeri intentó no tomárselo a personal, ella entendía que en momentos como este cualquier bajón anímico podía interferir drásticamente en los demás avances de la salud de Minjeong. —Es cierto que es mi primera vez tratando en un caso como este y que mi posición personal con la paciente y sus cercanos no es la ideal.

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⏰ Última actualización: Sep 30 ⏰

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