63 - Los enfrentamientos finales

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Naruto respiró hondo, mientras contemplaba el vasto bosque verde de la tierra del fuego. Los altos y antiguos árboles, nacidos del mismísimo Hashirama, se erguían como guardianes silenciosos de la propia aldea.

Oculta en las sombras, su escolta Anbu más uno -Sakura- permanecía en silencio.

Detrás de ellos, su ejército de shinobi se extendía en una ordenada columna de tiendas y personas. Podía ver las nubes de humo elevarse más allá del horizonte. Konoha ya estaba siendo atacada. En lo alto de las ramas de los árboles, muchos cuervos estaban al acecho. Buitres, aves carroñeras, águilas y más aves devoradoras de cadáveres esperaban, con sus picos brillantes y sus ojos hambrientos.

Hagewashi estaba bajo un árbol más grande, con sus alas rodeando su enorme cuerpo. A su alrededor, se reunían aves más pequeñas, pero más grandes que los hombres adultos.

"Esperaremos aquí", dijo, "hasta que terminen la batalla".

Cerró los ojos y estiró los sentidos.

Podía sentir a los cientos de shinobi de Suna luchando por la ciudad de Konoha, tras haber burlado los muros y la barrera de sensores. La lucha era espantosa, y diminutas cadenas de chakra se interconectaban entre cientos de extrañas criaturas, impulsadas por una fuente de energía que Naruto nunca había visto antes.

Observó en silencio cómo la sangre se derramaba por el suelo, los edificios se desmoronaban y los shinobi apagaban vidas. Era una masacre. No había piedad en la ira del atacante, y los defensores no retiraron ningún golpe.

Naruto se estremeció al sentir lo que yacía bajo el hospital. La estatua estaba completa. Vibraba de poder, apenas contenida como estaba por las cadenas de su madre. Se tragó con amargura su nerviosismo al ver el chakra, retorcido y asqueroso, que corría entre su madre y la propia estatua.

Era un giro enfermizo del destino. Las cadenas de su madre sujetaban la estatua y absorbían su chakra para mantenerla inmóvil. Para ello, el chakra debía fluir a través del cuerpo de su madre. El mismo concepto de los monstruos de carne de Orochimaru, con sus sellos malditos, era la agonía que su madre sufría a diario.

Había llegado el momento de ponerla a descansar.

Abrió los ojos.

No iba a dejar que Suna matara a los civiles de Konoha, pero tampoco iba a salvar a los shinobi de Konoha. Tenía que esperar al momento en que la marea de la guerra se convirtiera en una aplastante derrota para la aldea de la hoja, antes de atacar para acabar con todas las defensas restantes.

Podría acabar más rápido con un Bijudama, pero eso borraría a Konoha de los mapas y, con ella, a todos los inocentes que aún quedaban en la aldea.

Tenía que esperar.

Sasuke Uchiha

Rascó el cuello de Shiro, mientras sus oídos se agudizaban al oír el sonido de las explosiones y la batalla que se acercaba. No necesitaba sus ojos para sentir que el enemigo se acercaba. Habían atacado impunemente, saltándose todas las barreras y muros. Eso tenía que ser cosa de infiltrados. Podía oír a los perros de Hana gruñir a su lado. La hija mayor de la matriarca Inuzuka no estaba cerca: había estado abriendo las perreras para liberar a los perros, y había que transportar a los heridos o enfermos.

Llevaba un kunai en la mano. La orden tácita era clara. El enemigo no podía poner sus manos sobre el "último Uchiha", pasara lo que pasara después.

"Hermanito".

Dos palabras destrozaron la determinación de Sasuke. Su respiración se entrecortó mientras su mano aferraba con más fuerza el kunai. Shiro empezó a gruñir.

Naruto - Un Viaje Hacia La Oscuridad ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora