37 - Surge la oscuridad

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Era la hora de comer, y Naruto aún no había movido un músculo. Sakura estaba preocupada. La columna de refugiados se había tomado un descanso: los civiles no estaban acostumbrados a recorrer largas distancias, y lo que se suponía que iba a ser una semana de viaje para los shinobi se estaba convirtiendo en un mes, con los civiles siendo remolcados a veces por los shinobi. Observó con ojos agudos el movimiento de los ninjas sonoros que caminaban cerca de ella.

No podía fiarse de ellos: eran un peligro para ella y su manada.

Naruto dormía suavemente. Su respiración era extrañamente tranquilizadora, porque le decía a Sakura una cosa importante: seguía vivo. Había recibido un golpe casi mortal y era un milagro que siguiera respirando. Nadie, excepto su sensei, lo había tocado para curar sus heridas, e incluso mirándolo ahora se podía ver el alcance de las mismas.

Todo su lado izquierdo estaba fuertemente escayolado, con vendas y gasas para mantener unidos sus "pedazos". Su lado derecho estaba herido, pero no mucho. Había una ligera capa de arena en sus heridas, que estaban teñidas de rojo por la sangre.

No era natural. Naruto nunca permanecía mucho tiempo herido. Su piel siempre estaba impoluta, su sonrisa siempre dispuesta a brotar cuando la miraba a ella o a Sai. Nunca hubo un momento en el que permaneciera herido, en el suelo, abatido... muerto.

¡No! Ése era un mal pensamiento. Naruto no estaba muerto y no iba a morir. La había salvado de nuevo, con... arena, pero no estaba muerto. No. Ella le había protegido, y él la había protegido a ella. Era imposible que estuviera muerto.

Era sólo que... un Naruto inmóvil era algo que ella no podía... no podía comprender. Le había fallado. Debería haber sido más rápida, más fuerte aún, para detener a aquellos monstruos y mantenerlos alejados.

Había luchado, pero sólo había empeorado la situación... pero su compañero había estado en peligro, y ella no sentía remordimientos por sus actos: había hecho bien.

Los suaves pasos que se acercaban la hicieron recelar, pero pertenecían a Sai y entonces se calmó.

"He traído comida", comentó Sai entregándole uno de los pasteles de arroz que había sido lo único que habían consumido desde el inicio de la marcha. Comprendía que era la tierra de los arrozales... pero sólo productos a base de arroz empezaba a hartarla. ¿Era demasiado pedir un pescado, o algo de carne?

"¿Y Naruto?"

Señaló una cantimplora a su lado. "Puré de arroz".

"Por supuesto", suspiró Sakura. La perspectiva de una sopa de col -horrible invención de una mente maligna- empezaba a parecerle algo delicioso y con lo que soñar por las noches, en comparación con todas las "delicias" de arroz que tan aparentemente llenaban la mente de los ciudadanos del País de los Arrozales.

"¿Se ha despertado Dickless?" preguntó Sai, mirando hacia la forma tendida de su compañera de equipo.

"No", Sakura negó con la cabeza. "Estoy... estoy preocupada. Suele despertarse al cabo de unas horas... ya han pasado dos días".

"Dickless estará bien", replicó Sai. "Si la Muerte es una hembra, pronto la tendrá en su harén".

"No tiene harén", le rebatió Sakura con suavidad. "Oye, ¿necesitas algo?"

"Estoy bien", Sai se encogió de hombros. Lo estaba: ni siquiera le habían herido.

"Me pregunto", murmuró Sakura. "Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte... ¿Naruto no debería ser invencible?".

"Nadie es invencible", respondió Sai. "¿Quieres descansar?"

"¿Nos vigilarás?", miró hacia Naruto. Sai asintió y volvió la mirada para observar al resto de los shinobi de Oto.

Naruto - Un Viaje Hacia La Oscuridad ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora