𑁤.ᐟ 青い目 - 12

33 4 0
                                    

Pov. Juliana Scaglione ᯓ ᡣ𐭩

Detuve mi motocicleta en el estacionamiento de mi gimnasio, este es solo para los empleados, por lo que no hay problema si dejo mi casco colgado en la misma.

Antes de bajar me puse mis lentes de sol viéndome en el retrovisor, mi maquillaje para venir a trabajar no suele ser muy deslumbrante. Excepto los días que no doy sesiones, como hoy por ejemplo. Dar clases lo hacía por diversión, conectar con la gente es lo que más aprecio y de paso me mantengo en forma, pero realmente no hacía falta que de clases desde hace mucho tiempo porque tranquilamente podía contratar entrenadores. Tengo en cuenta que trabajar de esa manera me había puesto en lo más alto, por eso tenía que ser constante.

Al llegar saludé a la recepcionista como de costumbre, tanto con ella como con mis demás empleados tenemos una relación laboral de lo más agradable, me encargaba de contratar personas con las que pueda tener cierta confianza. Eso es muy importante para mí.

— Buen día señorita Juliana, no esperaba verla por acá hoy — me sonríe.

— Si le dejo tanto trabajo a Estefanía después me mata — reí.

— Para su sorpresa — dijo poniendo un ramo grande de rosas arriba del mostrador. — su admirador secreto hizo de las suyas, otra vez.

— Al parecer este misterio no tiene fin — dije suspirando.

Cada jueves recibía esas rosas rojas que incluían una nota, estas decían "te extraño, Chuni" en italiano. Aquella vez que las recibí por primera vez quise investigar de quién se trataba, luego la segunda, también la tercera, pero al no encontrar respuestas me rendí. Simplemente las aceptaba, esto sucedía hace como ocho meses. Chuni era mi apodo cuando tenía unos 20 años, supuse que talvez sería alguien de mi familia en Italia, ya que anteriormente viví un tiempo allá.

Más adelante cuando pueda permitirme unas vacaciones tengo planeado viajar a Italia para averiguar todo esto.

Entré a mi oficina y dejé las rosas en un jarrón, suspiré al ver una pila de papeles, me había atrasado un poco con el trabajo. Tomo asiento empezando a revisar dichos papeles.

Justo alguien toca la puerta sacándome de mis pensamientos, le digo que pase.

— ¿Cómo está mi mujer? — dice entrando con su característica alegría. — Te traje tu café preferido — deja este en mi escritorio.

Estefanía era como mi ayudante, cuando me sentía agobiada ella tomaba mi puesto en la oficina. No sé qué haría sin ella.

— Te agradezco, sinceramente me siento un poco estresada — hago crujir mi cuello.

— ¿Y cómo haces para verte sensual de todas formas? — cuando levanto la cabeza para mirarla ella guiña el ojo.

— Vos siempre tan discreta — reí.

— No me voy a rendir hasta que algún día me devuelvas los cumplidos — encoje sus hombros. — deja de ser tan piedra — me ruega.

Esos piropos eran muy comunes en nuestro día a día, pero cualquiera que nos escuche pensaría cualquier cosa.

En cuanto a mi vida amorosa, en este momento estaba soltera, salí de una relación con una mujer que era un poco tóxica hace un año. Noté como envidiaba todo lo que había logrado, entonces la dejé porque no me hacía bien. Ella no tomó muy bien esto y hasta me acosó por un buen tiempo, tuve el valor de decirle que iba a denunciarla si no cesaba, se alejó por fin y no supe más de ella.

Después de eso me centré más en mi trabajo y prosperar en mis proyectos, fue la mejor decisión que he tomado.

— Bueno, mi vida, solo pasaba a saludarte — se dirige a la salida. — Oh, por cierto, ayer estuve registrando los pagos mensuales de la mayoría de los clientes — me señala la computadora. — solo falta el de.. esta chica, emm — trata de recordar su nombre. — Lía Melnik, ella. — dice desde la puerta.

Lía..

Me limito a recordar cómo antes de ayer prácticamente casi me lanzo encima de ella para que no agarre esa maldita barra, sus bracitos no iban a soportar 30kg.

— Muchas gracias Estefi, yo seguiré con eso — me despedí y seguido de eso se cerró la puerta.

Volteo en mi silla giratoria a mirar por el ventanal, tratando de ordenar mis pensamientos.

¿Por qué tan solo escuchar su nombre causaba un alboroto en mí?

Esa chica que solo era unos centímetros más baja que yo, sabía despertar mi curiosidad tanto como sacarme de mis casillas. No olvido ese momento cuando la encontré lidiando con una máquina de gimnasio, luego la había seguido porque quería saber su nombre.

¿Qué hechizo raro me hiciste?

Soy bisexual, pero en mi vida nunca me había interesado por una chica que sea nueve años menor que yo. Y esto lo empecé a sentir durante estos dos meses en los cuales no le dirigí la palabra.

Lo último se debe a que alguien quería interponerse a toda costa.

: ̗̀➛「flashback begins

— Disculpa — toca mi hombro.

— ¿Sí? — me doy vuelta para mirarlo.

En ese instante lo reconozco, era el chico con quien estaba Lía hace unos días atrás.

— Solo quería decirte algo muy concreto — carraspea su garganta. — sé que sos la entrenadora de mi novia, pero agradecería que no tengas mucho contacto con ella, porque..

— No tengo tiempo para estas payasadas — dije y seguí mi camino.

Aquel chico se me hacía extraño, estas actitudes solo demostraban que era un idiota controlador y posesivo. Cuando me acerqué a Lía nunca fue con esa intención, hasta no me pareció fuera de lugar llamarla para simplemente saber si se encontraba bien.

— Lo digo en serio, esto solo perjudica a Lía — dice a distancia.

flashback ends」- ,,

Su amenaza realmente no me causaba miedo, porque si yo quiero puedo partirle la cara, pero eso último que dijo había quedado resonando en mi cabeza. A mí parecer, me dio a entender que sería capaz de lastimar a su propia novia.

Me preocupaba ella, siempre estuve a punto de contarle pero no me atreví, solo por evitar que tenga algún problema. Pero ahora recapacitando un poco más, me da impotencia que Lía no se de cuenta del tipo de persona que es ese chico.

Pienso que lo mejor sería explicarle cómo en realidad había pasado todo, puede salir mal como bien, y si ella prefiere que sigamos teniendo esa distancia lo entenderé. Decido llamarla, suenan dos tonos y ella corta la llamada.

Esa niña, en qué andará..

— Agh, debería estar más preocupada por mi trabajo — dejé el celular en el escritorio con algo de molestia.

No iba a insistir más, me concentré en terminar todo ese trabajo que tengo pendiente.

𝙨𝙠𝙮 𝙗𝙡𝙪𝙚 𝙚𝙮𝙚𝙨 | GLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora