Paso 5: ¡Qué le jodan al paso cinco! ¡¿Qué puto problema tiene Alastor?!

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Lucifer no va a reconocerlo ni a punta de pistola, pero, tras la súbita desaparición de Alastor, es posible que se quede ahí, de rodillas en el suelo del restaurante, durante unos buenos cinco minutos. O diez. O quince. Lo que tardan en reconectársele las neuronas después del cortocircuito que le ha paralizado el cerebro.

En un momento está en uno de los restaurantes más exclusivos del Anillo del Orgullo —y el único con opciones veganas y caníbales en la misma carta— y, al siguiente, en el Hotel de las Viejas Glorias, echando fuego por los ojos... un poquito demasiado literalmente. Y, ni confirma ni desmiente, con un posible ataque de ansiedad en marcha.

Charlie. Tiene que encontrar a Charlie. Tiene que hablar con ella y asegurarse de que no ha hecho ninguna tontería. Charlie está... está...

Charlie está delante de él, con un fajo de papeles en las manos —bocetos y explicaciones de los nuevos ejercicios de confianza para el hotel, sin duda— mirándole con los ojos abiertos como platos.

—Papá —comienza, un poco insegura. Luego, cuando no ve a Alastor por ninguna parte, la preocupación crece—, ¿qué tal ha ido tu cita?

—¿De verdad has hecho un pacto con...? ¡¿Cita?! ¡¿Qué cita?!

—¿La tuya con Alastor? ¿No le habías invitado a cenar?

—Ah, eso. No sé si lo puede llamar cita —comienza el Rey del Infierno con un suspiro—. Ha... ido, por decir algo. ¡Espera, eso da igual! ¿Cómo que has hecho un pacto con Alastor? ¡¿En qué estabas pensando?!

—Tú le has invitado a salir.

—¡Es distinto! ¡Soy consciente de que es una persona peligrosa!

—Y yo también —dice su hija, rotunda y seria—. Fue a cambio de información para derrotar a los ángeles. Hice lo que tenía que hacer para proteger a nuestra gente.

—Charlie...

Mierda, mierda, mierda. Charlie se ha hecho cargo de sus deberes, de lo que le correspondería hacer a él si fuera un líder real y no esta especie de broma de ángel. Se ha puesto en peligro porque él es una mierda de rey, ¿verdad? Se ha vendido a Alastor... Y ahora, ¿en qué les deja esto? No puede... No puede ni pensar en mirarlo sin sentir ira, y la boca le sabe a bilis.

—Para, papá. No hicimos un pacto por mi alma.

—¿Eh?

—A cambio de la información, le debo un favor de su elección. Con la condición de que no le haré daño a nadie.

Oh. Eso... bueno, eso es un cheque en blanco y sigue entrañando un riesgo considerable, pero cambia las cosas. Y le ilusiona de una manera que no debería, porque eso significa que puede seguir enamorado de él sin tanta culpa. Le quita un peso del pecho. No tiene que elegir entre dos partes de su corazón. O, mejor dicho, no tiene que rendirse con él, porque, eso siempre lo tendrá claro, Charlie es su primera opción, pase lo que pase.

Pero quizá todavía tengan una oportunidad. Eso si, después del beso, no lo odia.

Aun así, sigue sin ser exactamente un buen pronóstico, con relación o sin ella.

—¿Por qué? —murmura Lucifer, derrotado—. ¿Por qué no hablaste conmigo?

—¿Tú sabías que a los ángeles se les podía matar con sus propias armas?

—No, pero...

—Papá, Alastor es mi amigo —dice Charlie con ese aplomo que tanto le recuerda a su madre. Ah... su niña ha sacado las mejores cosas de Lilith y lo mejor que él mismo tenía para aportar—. No puedo decir que confíe en él ciegamente, aunque me gustaría, pero... ha defendido este hotel a riesgo de su vida. —Y bien lo sabe Lucifer, que le vio caer y le salvó—. Ha creído en mí y me apoya aunque no termine de compartir mis ideas. Sé que respetará los términos de nuestro acuerdo.

Cómo conquistar (cazar) a un ciervo en 5 sencillos pasos [AppleRadio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora