En realidad, para entender toda esta situación de Lucifer y su enamoramiento, hay que remontarse un poco hacia atrás y ver de dónde viene el crush del pobre ángel caído. La respuesta es sorprendentemente sencilla, la tienen justo debajo de las narices todo el tiempo. Cuando Husk la escucha, esta vez entre vaso y vaso de uno de los mejores licores del Infierno, se queda de piedra.
"—Te enamoró... ¿su sonrisa? ¡Si ese cabrón está todo el día sonriendo! ¡Y da miedo!
—No, no, no, su risa, Husk, amigo mío, su risa."
El problema es que Husk solo ha oído reír a Alastor en situaciones francamente horribles, como cuando le aprieta la correa. Además, no se le ocurren carcajadas más vacías ni carentes de sentido. Son crueles y discordantes, como un chirrido que te perfora el cerebro, una expresión de sadismo ilimitado que promete grabar tus gritos y emitirlos en el primer programa de radio de por la mañana, para que te tomes el café con algo bonito de fondo. Ni siquiera piensa que Alastor sepa reír de verdad, por alegría, por estar feliz, como tampoco está seguro de que tenga la capacidad de sonreír de manera genuina.
"—No sé, majestad...
—Te prometo que es el sonido más bonito del mundo, justo después de la voz de Charlie.
—Vale, pues... ¿intenta hacerle reír otra vez? ¿Cómo lo conseguiste la primera, a todo esto?
—¡Patos!"
Sí, patos. En realidad, y mientras se sirve una copa a sí mismo (un copazo) Husk acaba por pensar que la única explicación razonable para toda esta chifladura es un sinsentido todavía mayor. Por supuesto que son patos.
Cuando se conocieron, lo de Alastor y Lucifer fue odio a primera vista. Eso lo saben todos los habitantes del hotel, para desgracia de la pobre Charlie, que solo quiere que dos de sus seres queridos dejen de llevarse a matar. Pero resulta que, después de conseguirle una audiencia con el Cielo a su hija, el Rey del Infierno volvió de vuelta a su castillo. A mitad de teletransporte se dio cuenta de que se había olvidado algo esencial y un poco vergonzoso: ¡su patito bailarín! ¡El que tira confeti y canta la nana favorita de Charlie! Lo creó para su hija cuando la niña era un bebé y, cuando Charlie dejó de jugar con él, ese patito se convirtió en uno de sus amuletos de la suerte, siempre lo lleva encima. Así que, nada más darse cuenta de su ausencia y entender que se le debió haber caído durante el tour por el hotel, se teletransportó de vuelta para buscarlo a la velocidad de la luz. Se moriría de vergüenza si alguien lo encontrara. Y todavía peor, se moriría mil veces si cierto demonio horrible pasado de moda y con pintas de ciervo lo viera.
Como buen ángel, por mucho que haya caído, el corazón de Lucifer es voluble y vulnerable. De opiniones fuertes, pero que pueden cambiar con facilidad si se encuentra con que tras la fachada sangrienta de los pecadores hay tan solo una chispa de bondad. Una muy pequeñita. Microscópica. Y eso es justo lo que le ocurrió. Vagó por el hotel hasta escuchar una risa desconocida. No sabía si tenía que ver con su patito o no, pero el sonido le pareció tan encantador (y tan diferente a las carcajadas falsas que ya había oído cuando se insultaban el uno al otro) que no pudo evitar seguirla hasta una de las salas comunes de la segunda planta. Y cómo se cagó en Dios, su divina madre, cuando vio que el emisor de esa risa era ni más ni menos que Alastor... y que tenía su condenado pato en la palma de la mano, bailando y cantando.
Lucifer se quiso morir allí mismo. Luego se fijó más en el demonio ciervo, en lo genuinas que sonaban las carcajadas en las que estallaba, en cómo le temblaban las puntas de las orejas de la risa y en cómo se cubría la boca con una mano, los ojos entrecerrados con simpatía. Y... Y se quedó sin palabras ni aliento.
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Cómo conquistar (cazar) a un ciervo en 5 sencillos pasos [AppleRadio]
Fanfic"Adam dirá lo que quiera, ¡pero yo fui el conquistador inicial! Podría engatusar a cualquiera. ¡Incluso a Alastor!" -Lucifer, 5 minutos antes del desastre. Probablemente O: Lucifer intenta repetir su táctica de conquistador infernal, que solo ha fun...