Paso 4: ... ¿invitarle a cenar?

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Vale, hasta ahora ninguno de sus pasos para conquistar a Lilith ha dado el resultado esperado con Alastor, aunque el patito de goma fue una victoria, ponga Husk la cara que ponga. Existe la posibilidad de que este fracaso tenga que ver con que Alastor y Lilith son personas muy distintas, hay un océano de distancia entre ellos. Lo único que tienen en común es la independencia y que el Rey del Infierno se ha enamorado de ambos, pero Husk —que se ha dado cuenta hace ya unas cuantas semanas— no piensa ser el que abra ese melón. Además, esta vez Lucifer tiene un plan infalible. Inspirado, por supuesto, por el barman de confianza de todo el Hotel de las Viejas Glorias y querido diario oficial del noventa por ciento de los residentes.

No le pagan lo suficiente. Para empezar porque no termina de estar muy claro que ni Charlie ni Alastor le paguen.

En cualquier caso, si Lucifer ha conseguido reunir el valor para dar un paso adelante con "lo de Alastor" —nombre en clave para su crush — no ha sido gracias a unos antidepresivos mágicos infernales. Ni a unos ansiolíticos, que, para este caso en concreto, le vendrían mejor. No, ha sido gracias a Husk que, el mismo día de lo del patito de goma, unas cuantas horas después, con el bar vacío, le puso una copa de vino y las cartas sobre la mesa, y nunca mejor dicho.

"—A ver, majestad, no quiero sonar mal...

—Te da absolutamente igual sonar mal o no, Husk, colega.

—Pues sí, me la pela. El caso... ¿no crees que deberías acelerar un poco con lo de Alastor?

—Eh... Acabo de descubrir hoy que puede que exista la posibilidad de que no me odie a muerte.

—Y ya es bastante más de lo que nos imaginábamos. Ahora toca apostar.

—¿Me vas a decir que el que no apuesta no gana?

—Exacto. Y como la cosa se siga retrasando, el que va a perder soy yo. La apuesta que hice con Angel Dust el otro día."

Así que, y dejando a un lado que su vida sentimental es objeto de apuestas y cuchicheos en el hotel —cosa que, para qué engañarnos, se lo ha buscado— Lucifer se envalentona lo suficiente como para dar un nuevo paso al frente. Está claro que Alastor no va a caer en sus brazos así como así, pero por lo menos le tolera. Charlie ya le ha preguntado por el patito de goma que ahora decora la cocina y que, al parecer, Alastor usa para escuchar su canción favorita cada vez que le da por ponerse a los fogones. Resulta que el demonio de la Radio llegó a admitir que era un detalle que le había gustado bastante, palabras de su hija. Si eso no es un paso gigantesco, Lucifer ya podría retirarse de la vida. Y de la muerte.

Es posible, de todas formas, que el pobre Rey del Infierno se esté haciendo muchas ilusiones. Muchísimas. Y que de tanto subir vaya a acabar llevándose la caída más fuerte de su vida. Eso no le detiene a la hora de ir al encuentro de Alastor cuando el demonio de la Radio vuelve al hotel un día cualquiera, tras acompañar a Charlie y Vaggie a hacer recados en busca de diversos suministros. El ángel caído las saluda con alegría, y a Charlie con un abrazo, antes de que su atención cambie de foco. Pese a las miraditas brillantes que se intercambian su hija y su nuera (qué romance tan bonito el suyo... cómo les gusta estar juntas; porque seguro que esas miraditas no tienen nada que ver con su cambio de actitud, nada) y a que luego les observan con las cejas alzadas, Lucifer se dirige derechito a Alastor con una sonrisa de oreja a oreja. Podría igualar la del demonio de la Radio, llenas ambas como siempre de dientes afilados.

—¿Majestad?

—¡Al, amigo mío! —¿A Alastor acaba de darle un tic en el ojo? A Alastor acaba de darle un tic en el ojo—. ¿Puedo hablar contigo un minuto?

Cómo conquistar (cazar) a un ciervo en 5 sencillos pasos [AppleRadio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora