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(Martin)

Juanjo me dejaba a la mañana siguiente en la puerta de mi casa. Justo cuando salí del coche vi a mi madre salir de casa acompañada de mi padre. Ya le había conocido anteriormente, pero un sentimiento de nerviosismo entró por mi cuerpo sin motivo aparente

Mi madre nos saludó y Juanjo le devolvió el saludo acompañado de una alegre sonrisa. - ¿Dónde vais?

- Vengo a devolverte a tu hijo. - vaciló recibiendo risas por parte de mis padres.

- Gracias

- De nada Martin. Es todo un placer. - dejó de mirar a mis padres para mirarme

- ¿Martin comes en casa? - mi padre me preguntó. - ¿Y tú Juanjo, quieres venir? - mis nervios aumentaron y mis piernas flojeaban, unos sudores fríos me recorrieron por el cuerpo.

Disfruta de los nervios, no los vas a tener con cualquiera.

- No hace falta que vengas. No te sientas obligado - susurré en bajo - Si ama, como en casa.

- Me apunto - escuché decir a Juanjo cogiéndome desprevenido. - Martin siempre habla muy bien.

- Genial chicos. Subid a casa o haced lo que queráis. Venimos luego - dijo mi aita, que seguía al lado de mi ama, despidiéndose de nosotros.

...

Estábamos sentados en la mesa tras terminar. La comida que había hecho mi madre era uno de mis platos favoritos y ahora, también, lo era de Juanjo que tras terminar de comer, dijo que ojalá le invitasen más.

Ver a Juanjo junto a mis padres y mis hermanos me hacía muy feliz, me sentía muy cómodo viendo como se entendían y hablaban sin ningún tapujos.

Poco a poco fuimos quedando menos en la mesa y solo quedábamos él y yo y mi ama, la emoción y los nervios del principio seguían ahí, no desaparecían y era algo que me preocupaba.

- Gracias Juanjo - le agradeció levantándose de la mesa y dándole un abrazo.

- ¿Gracias por qué? - preguntó sorprendido pero muy agradecido por todo.

- Por cuidar de Martin así bien - sentí, otra vez, mis ojos humedecerse. - Martin no ha tenido una muy buena época que digamos.

- No se merece menos. Ni el ni nadie. No es nada

Esta vez no me pude aguantar y derramé una lágrima que llevó a otra y acabé llorando delante de mi madre y de Juanjo, ambos se levantaron a abrazarme, pero vi como le dejaba solo en el abrazo. Un gesto que provocó que se delatara de manera muy rápida y que, para mí suerte o mi desgracia, entendí a la perfección y que me hubiera gustado no haberlo entendido.

Un caos que ordenar.


El móvil sonó interrumpiendo el momento, Juanjo tras ver de quien se trataba puso una cara de preocupación, parecía nervioso. Se levantó rápidamente pidiendo disculpas para coger la llamada y me quedé yo a solas con mi ama.

El gesto anterior la delató con intenciones de buscar una respuesta donde no la había.

- Antes que digas nada, no - susurré

- ¿Y por qué no? Martin eres mi hijo. Te conozco

Antes de que pudiera responder, aparecía Juanjo con cara desencajada provocando que toda nuestra atención recayese sobre él.

- Lo siento mucho, pero me tengo que ir. Es urgente. Ha sido un placer - Juanjo se despedía mirándome con ojos tristes . - Espero volver otro día.

- ¿Estás bien, cariño? Martin te puede acompañar, si quieres. - La miré con cara de desaprobación porque no quería ser pesado y cada uno necesita su espacio personal

Tras esas palabras, como si lo próximo que tenía que pasar estuviese escrito en algún libro, mi mirada se cruzó con la de él, que se encontraba a las puertas del comedor con la misma cara de preocupación del principio. Juanjo sin quererlo me lanzó una mirada suplicante que descifré a la perfección, quería que fuera con él.

- Me marcho con él. Hablamos luego - ella, con una sonrisa victoriosa demostrando que había conseguido salirse con la suya, se despidió de nosotros.

Cuando eres: "yo puedo solo/a"

Pero llega el: "lo se, pero no estás solo/a"

...

(Juanjo)

Al cerrar la puerta y salir de la casa, sentí una liberación donde me permití derramar las lágrimas que hasta hace unos segundos estaba reteniendo. Él estaba a mi lado, pero lo que menos me importaba era que viera mi lado más vulnerable. Ahora tenía algo más importante del que preocuparme.

Llevo meses estando sin estar

El sufrimiento había acabado o eso creía, la enfermedad le había dejado en la cama, indefenso y sin dolor, muchos meses así, sin noticias y mucho menos esperanzadoras. Esta llamada era el principio del final.

Realmente no vine de SICUE a Getxo para escapar de Madrid, escapé con la esperanza de retomar mi vida después de tanto sufrimiento. Necesitaba un cambio de aires.

El ser más cercano a la gente vino a raíz de esto. De darme cuenta de que un día lo tienes todo y al día siguiente no tienes nada y yo vi mi vida pasar en menos de un segundo, cuando pasó. 


Una vez salí del portal me quedé de pie, inmóvil, sin saber que hacer o que decir. Martin me miraba en silencio, dándome el espacio suficiente pero a la vez estando cerca de mí, respetando mis tiempos sin presionarme.

Pasaba el tiempo y lo único que había cambiado era nuestras posturas, me había sentado en el suelo con las rodillas dobladas y mi cabeza entre ellas, Martin tenía su brazo por encima mío, abrazándome.

- Tengo que volver a Madrid - un hilo de voz salió de mi. - No estoy en condiciones de conducir, Martin.

- ¿Cuándo nos vamos?

- No es necesario que vengas - conseguía decir como podía. - Álvaro y Bea no pueden saber nada de esto.

- Juanjo, te guste la idea o no voy a ir contigo. Necesitas a alguien

- Te necesito a ti.

- De la misma manera que estuviste tu conmigo, yo voy a estar contigo. - la voz de Martin me calmaba.

- ¿Te puedo pedir un favor? - pregunté.

La lluvia que me cambió la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora