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Haerin se removía ligeramente en su pupitre, ansiosa y ciertamente nerviosa. Ya llevaba casi una semana recibiendo esas cartas, y seguia en su incógnita entre si era una broma, Hyein u otra persona que ella aún no conocía.

La semana había pasado rápidamente, y cada día Haerin esperaba con ansias encontrar otra de esas dulces cartas. Las palabras eran siempre tan amables, llenas de cariño y admiración, y los pequeños obsequios que las acompañaban hacían que su corazón se acelerara.
Sin embargo, la incertidumbre de no saber quién era su misterioso admirador comenzaba a inquietarla.

Sentada en su pupitre, Haerin intentaba concentrarse en la clase, pero su mente vagaba constantemente hacia Hyein. La posibilidad de que fuera ella quien dejaba las cartas hacía que su corazón latiera aún más rápido.

Hyein siempre había sido amable y atenta, y aunque Haerin nunca había tenido el valor de decírselo, sentía algo especial por la jugadora de baloncesto.

Compartía algunas clases con ella como matemáticas y literatura, y durante esas clases, no podía evitar notar lo graciosa que lucía Hyein tratando de concentrarse.
O también en los partidos que hacían cada año, siempre veía a Hyein disimuladamente desde las gradas, y aunque no lo dijera en voz alta, se le removía todo al ver lo atractiva que lucía Hyein a la hora de jugar.

Muchas veces, quería y deseaba acomodar la bandana del cabello del equipo, pero se contenía, temiendo que eso revelara sus sentimientos.
Sin embargo, en su mente, Haerin jugaba con la idea de acercarse a Hyein y ofrecerle ayuda, solo para sentir su cercanía de la chica mayor.

Aunque, Hyein y ella solían hablar mucho más seguido por esos días. Ella se aparecía luego de sus entrenamientos, se sentaba en las bancas con ella, a veces compartían golosinas juntas mientras hablaban.

La cercanía de Hyein la hacía sentir cálida y feliz, pero también aumentaba su nerviosismo. ¿Y si Hyein notaba su interés más allá de la amistad? Haerin temía que su amistad se viera afectada si Hyein descubría sus sentimientos.

Sin embargo, cada vez que Hyein estaba cerca, Haerin se sentía más viva, más emocionada. Hablar con ella era fácil y natural, como si hubieran sido amigas durante años.
A veces, Haerin se sorprendía a sí misma riendo más de lo habitual sonriendo como una tonta cada vez que Hyein la miraba.

Pero mientras disfrutaba de esos momentos con Hyein, la pregunta sobre las cartas aún la atormentaba.
¿Podría ser Hyein quien estaba detrás de ellas? La idea la emocionaba y asustaba al mismo tiempo. ¿Qué significaría eso para su amistad? ¿Y si Hyein no sentía lo mismo por ella?

Haerin sabía que tenía que enfrentar sus sentimientos y resolver el misterio de las cartas. Pero, ¿cómo lo haría sin arriesgar su amistad con Hyein? La respuesta seguía siendo un misterio, pero Haerin estaba decidida a descubrir la verdad y, tal vez, a encontrar el coraje para confesarle a Hyein lo que sentía.

                             ❤️

Su corazón brincó en su pecho al ver una bolsa hermética con diseños de lunarcitos entre sus claveles, delicadamente puesta en la tierra.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Haerin al reconocer la bolsa. Era la misma que había acompañado una de las cartas que recibió. Con manos temblorosas, abrió la bolsa y encontró una nota dentro, junto con unos malvaviscos de corazón.

La hoja era de color rosa pálido, con un delicado aroma a perfume.
Las letras estaban escritas con una caligrafía elegante y cuidada,y decían:

"Mis sentimientos se sienten

como explosiones cada vez que estoy a tu lado,

Cada que veo tu linda sonrisa.

Secret Graden - Maknaez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora