Leo x Aries - BibleBuild

Capítulo 10

«No sería mala idea que te secaras el pelo y te pusieras una capa más de ropa. Hace frío ahí fuera.»

Bible a Biu en un día que hacía un frío del carajo

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una semana después de preparar un puré de patata con carne picada y berenjena chiclosa que Queen escupió y que Bible tragó como pudo, Biu atrapo un resfriado.

Fue su culpa. Bible le había dicho que se secara el pelo y se abrigara más antes de salir a la calle y tendría que haberle escuchado, pero Biu estaba rebelde ese día y salió igual, pretendiendo no sentir el frío.

Ahora sí lo sentía. Le goteaba la nariz, le dolía la garganta y tenía una tos que amenazaba con delatarle.

Estaba tumbado en el sofá, escondido tras el último capítulo de su libro de Economía.

Queen estaba sentada con los audífonos en la butaca de al lado, escuchando un libro mientras Bible cortaba y echaba cantidades ingentes de verduras en una olla.

Biu tomó otro clínex y discretamente se sonó la nariz tras su libro. Joder, le dolía todo. Y, ¿era él o hacía un frío horrible en la casa?

Tomó la manta que había en el respaldo del sofá y se cubrió su cuerpo tembloroso. No había nada sospechoso en ello, todos usaban la manta de vez en cuando.

Se apoyó el manual en la cara, dando la bienvenida tanto a la oscuridad como a la presión en la frente. Oyó como Bible dejaba de cortar, su teléfono sonando al ritmo de la canción de cabecera de Freakonomics.

Cada vez que Biu oía el tono, empezada a tararear o a repiquetear con los dedos hasta que Bible se le unía, pero esta noche lo único que quería era taparse los oídos y hacer que parara.

Bible contestó, su voz grave mucho más relajante que la musiquita. Mierda de dolor de cabeza.

—Sean, ¿qué tal? Iré a casa la semana que viene, como habíamos quedado... estoy haciendo sopa...

A Biu se le hizo agua la boca y le salió un gemido que, afortunadamente, no se convirtió en esa tos que hacía que le picara la garganta.

—¿Te puedo llamar luego? —dijo Bible al teléfono—. Tengo que arrastrar a cierto necio a la cama.

Biu se quedó muy quieto y poco a poco empezó a quitarse el libro de la cara. Miró a Bible, que le estaba devolviendo la mirada mientras colgaba el teléfono.

—¿Cuánto tiempo más vas a seguir ahí tumbado sufriendo? —le preguntó Bible.

Biu quería responderle, tener esa última palabra que tan a menudo buscaba. En su lugar, una tos de pecho resonó por toda la habitación. Su hermana saltó de su asiento.

Quitándose los audífonos, Queen dijo: —Joder, Biu, ¿estás bien?

No, no, y mil veces no.

—Estará bien —le dijo Bible a Queen mientras servía sopa en un cuenco. Con calma, pero de forma firme, añadió—: Biu, a la cama, ahora te llevo esto.

Por una vez, Biu obedeció. Incluso murmuró un gracias cuando Bible, de forma sigilosa, entró en su habitación llevando una bandeja con sopa, una botella de agua y unos analgésicos.

—Vas a decir que me lo advertiste, ¿verdad? —el sonido de su garganta tratando de hacer salir las palabras era patético.

—Es que te lo advertí.

Biu intentó una sonrisita de suficiencia, pero solo le salió una especie de mueca. —Que siempre tengas razón es como una patada en el culo.

Bible dejó caer los brazos que hasta ahora había mantenido cruzados y se metió las manos en los bolsillos. Mirando a Biu con cara de preocupación, dijo: —Tómate la sopa y duerme un poco. —