Cuatro palabras al día

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Interpreté tus silencios y los tomé de manta,
esperando que escribieras conocí mi impaciencia.
Le acaricié las mejillas, y le miré de frente,
mientras le besé la frente como si la amara.

Pero le mentí,
no eran burbujas sino vacíos.
Casi iguales y completamente distintos.
Aún así me gustó.

Disfruté de tus ausencias
asomado por la ventana en un día lluvioso
con la certeza de que llegarían;
tarde,
vagas,
frías,
pero tuyas.

Me acostumbré a la falta,
tu falta, interrumpida cada día y medio.
Aprendí a vibrar cuando asomabas,
te leí 200 veces al compás de 4/4
y bailamos.
Con pocas palabras y muchas miradas.

Te envié mariposas
para que alimentaran tus letras
y volvieran a mi,
y llenaran mis vacíos,
pero atravesar ciudades es más complejo
que navegar bosques.

Así que me quedé con todo,
y en el lugar incorrecto
todo es nada,
o una cosa: mi espera en la incertidumbre,
solo eso tengo:

La certeza de no saber cuándo dejarás de ser...

Luces ApagadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora