【Ｓａｎｄ Ｄｒａｇｏｎ】-ʜᴏᴛᴅ

Capítulo 3

La reunión de emergencia del consejo es algo que Aelor se esperaba, Lord mano no puede quedarse tranquilo cuando se trata de Daemon. Aelor comparte una mirada con Lord Strong que tome un poco de café bien cargado para despertar. Las reuniones cuando el sol está apenas saliendo son peores que las reuniones previas a la hora del lobo.

Daemon está sentado sin interés de levantarse y mostrar respetos por su rey.

—Hermano —saluda Daemon al rey.

—No seas irrespetuoso, Daemon —regaña el príncipe Viejo —Si estás en una reunión del consejo debes referirte a tu hermano como tu rey. Yo nunca le hice esa falta de respeto a mi hermano Jaehaerys.

Cuando Aerion estaba lucido siempre regañaba a Daemon, y a cualquiera que no actúe como él cree que debe actuar.

—Perdón, majestad —corrige Daemon, aunque no se levanta.

Viserys hace una seña para que puedan tomar asiento todos los miembros del consejo.

—Daemon —saluda Viserys demostrando que al ser el rey no debe seguir sus etiquetas, aunque igual recibe una mala mirada de su tío abuelo.

—¿Continuaras hablando Otto, o ya te quemo la lengua el dragón? —pregunta cansado Aelor —Algunos no podemos dar nuestro tiempo para quejas sin sentido.

—El príncipe debe explicar sus acciones con la Guardia de la Ciudad.

—Tus nuevos Capa Dorada dieron una gran impresión anoche, ¿no? —el rey se sienta en su lugar poniendo la bola de cristal en su sitio marcando su presencia.

—¿Eso hicieron? —finge demencia el príncipe canalla.

—La Guardia de la Ciudad no es un arma para usar por capricho. Son una extensión de la corona.

—La defensa y justicia no es un capricho, Lord mano —defiende Aelor —Incluso creo que el príncipe fue bastante comprensivo con algunos de los delincuentes.

—En mis visitas a la ciudad he visto demasiada pobreza en ciertos barrios, hay mucha prostitución de menores de edad y roban migajas para poder sobrevivir —comparte Aerion —Hay que hacer cumplir las leyes.

—Y eso hice.

Algunos miembros no se atreven a rodar los ojos como lo hizo el dragón de arena. Aelor Targaryen no solo destacaba por su caballerosidad y gran sabiduría para su edad, sino porque no actuaba como el hombre promedio. La princesa Alindra Martell retribuye a que su hermano fue criado en Dorne por algunos años donde se enseña que el placer debe existir en ambas partes.

—Mi príncipe, yo no creo... —trata de hablar lord Lyonel Strong.

—Fue un espectáculo público de brutalidad sin sentido, no coincide con nuestras leyes —continua Lord Mano.

—Nobles de cada rincón del reino ahora se aproximan a Desembarco del Rey para el torneo de mi hermano. ¿Quiere que los asalten, violen y asesinen? No lo sabría a menos que dejara la seguridad de la Fortaleza Roja —se defiende Daemon.

—Majestad, creo que la solución es que sea menos violento, pero se deben seguir haciendo estas limpiezas —propone Aelor —La princesa Rhaenyra y su dama de compañía, Lady Alicent, desean ir a visitar el mercadillo que se hace en la ciudad cuando llegan los barcos de las ciudades libres, pero no pueden al ser muy inseguro. ¿No le gustaría, lord mano, que su hija pueda estar segura en el lugar en el que esté presente?

Otto se queda callado con los dientes apretados, odia cuando los príncipes parecen unirse en su contra.

—Yo limpiaría los prostíbulos —añade Aerion mientras ingiere de a cucharadas la medicina que le prepara el gran maestre en las mañanas —Mi difunta esposa me hablaba mucho de una ley que implemento donde es ilegal comprar mujeres para estas casas, las que trabajen deben estar bajo contrato.