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El clima estaba gris en Londres, las nubes profetizaban que vendría una tormenta inusual.

Una cabellera rubia, sentada en el baño de su casa que solía compartir con su esposo tan solo unos meses atrás, lloraba de manera desconsolada, estaba temblando de miedo y desconcierto.

En sus manos sostenía una prueba de embarazo de farmacia, que indicaba un resultado positivo. Con la mano derecha posada en su frente, la mujer cuestionaba lo que iba a hacer, sin cesar su llanto se levantó del inodoro, fue hacia su habitación y empezó a empacar su ropa.

Ella estaba asustada, enojada, confundida ¿Cómo podría estar pasándole esto? ¿Cómo dejó que esto pasara?

Se sentó en la cama para tranquilizarse un poco y se secó las lágrimas, agarró el primer papel y un lápiz que tenía a su alcance, y empezó a escribir.

Al cabo de unas horas ya tenía toda su ropa en maletas, cerró la puerta de la casa y le dió una carta a su búho antes de partir.

Para: Sirius Black
Azkaban

La chica subió a su auto y depositó todas sus maletas en la parte trasera.

Manejó el vehículo por horas, aún cuando el camino estaba oscuro y se le cerraban los ojos. Se detuvo ante una casa un poco humilde y se bajó del auto bajo la lluvia.

Tocó la puerta y un hombre castaño de ojos amables le abrió la puerta. Parece que también había estado llorando.

– ¿Xenia? - dijo el hombre - ¿Qué haces aquí?

– Hola, Remus - dijo mordiéndose los labios y empezando a sollozar un poco

– Por Merlín, no te quedes afuera, ven, pasa - el hombre puso su mano en el hombro de Xenia y la hizo pasar. – ¿Por qué lloras? ¿Qué pasó?

– Remus, yo... - ella no pudo explicarse en palabras antes de romper en llanto de nuevo

El hombre la abrazó y la dejó llorar un rato en su hombro.

– Remus, estoy embarazada - dijo la chica mirando a la taza de té que el hombre le había traído.

– ¿Embarazada? ¿Estás de broma? - dijo él sin medir sus palabras. A lo que la chica se tensó y empezó a llorar de nuevo - No, Xen.. lo siento - la abrazó de nuevo y se alejó al instante para que ella pudiera explicarle la situación.

– me enteré hoy, tenía tres meses de retraso, y pensé que quizás solo era el estrés por lo que había pasado recientemente. Pero hace algunas semanas he venido sintiendo nauseas y mareos inexplicables así que tomé la prueba - ella se veía muy consternada con el asunto, parecía ser un shock. Remus tomó sus manos y le pidió que la mirara a los ojos.

– Xenia, puede ser un falso positivo, las pruebas de farmacia fallan. ¿Te hiciste una de sangre? - le dijo tratando de tranquilizarla.

– No me dió tiempo, vine en cuanto me enteré, entré en pánico y no supe que hacer - ella se dió cuenta de la irracionalidad de sus palabras, venir hasta aquí, sin tener ni siquiera la certeza de si en realidad estaba embarazada.

– No te preocupes, no es tu culpa, tú también la estás pasando mal. Es natural que una noticia así te complique el cerebro. - hizo una pausa - Veo que trajiste tus cosas.

- Lo siento Remus, creí que podría quedarme a dormir contigo por unas semanas, no me siento bien en la casa... Todo me recuerda a él, todo se siente tan vacío - ella rompió en llanto.

– Xenia, claro que puedes, ambos estamos pasando por momentos difíciles, acabo de perder cuatro mejores amigos, no soportaría perder una más por la depresión - él sonrió con afecto y volvió a hablar luego de que ella se calmara - ¿te parece si mañana vamos a tomarte una prueba de sangre para salir de dudas?

– Claro, es lo más sensato. - sonrió la chica rubia. - Gracias Remus, por todo.

– No hay de qué, jamás te negaría alguna ayuda, Xenia, eres como mi hermanita, y ahora más que nunca, solo somos tú y yo.

Ellos se quedaron hablando por un rato hasta que fue el momento de irse a dormir. Aunque ella no pudo conciliar muy bien el sueño por el miedo que le ocasionaba la situación.

Al día siguiente fueron San Mungo a que le hicieran un análisis de sangre. Aunque estaba repleto, iba a ser un largo día de estar ahí.

– Remus, estoy nerviosa.

– Tranquilízate, cuál sea que sea el resultado, estaré para tí, no te preocupes. - el hombre fue interrumpido por una enfermera.

– ¿La señora Black? - al escuchar ese apellido, la sala de espera del hospital enmudeció dando paso a un silencio completamente incómodo.

– Soy yo... - todas las personas en la sala de espera empezaron a murmurar entre si, murmullos ruidosos entre los cuales se podían escuchar voces muy claras y poco discretas diciendo cosas como «¿Así que es ella la esposa del asesino?», «Mirala, pobrecita, ¿Cómo pudo estar casada con un hombre así?» «No creo que ella sea tan inocente como para no saber con quién estaba casada. ¡Es igual de culpable!»

Remus agarró su mano, le hizo saber que no estaba sola y que no prestara atención a los murmullos imprudentes de las personas.

– Acompáñeme, por favor. – la enfermera los guío hacia una habitación. - usted viene por una prueba de embarazo, según lo que me indica aquí, ¿Cierto?

Xenia asintió y la enfermera empezó a sacar sus implementos para hacerle la prueba de sangre.

– No le dolerá. - dijo antes de insertar la aguja en su antebrazo. En efecto, sí dolió.

La enfermera les indicó a que tenían que esperar 15 minutos a ver si la muestra de sangre en la probeta se volvía púrpura o verde. En caso de ser púrpura, sería un sí, pero si era verde, sería un no.

Al pasar los 15 minutos, la enfermera volvió con la probeta.

Era de color púrpura.

Xenia se puso pálida y miró a su acompañante. Era de esperarse ese resultado, pero ella se había aferrado a la idea de que quizás era un falso positivo.

La enfermera salió de la habitación para dejarles un rato a solas.

– Por Merlín, ¿Qué voy a hacer? – Se pasó las manos en la cara tratando de calmar sus nervios.

– Cálmate, Xen, todo va a salir bien. – el hombre puso una mano sobre su hombro

– No, Remus, no todo va a salir bien, perdí a mi esposo, a mis mejores amigas, a James y a Peter, todo en un solo mes. – su voz se quebró y no pudo seguir hablando

– Mira, quizás los eventos recientes no son la mejor temporada de nuestras vidas, comprendo como te sientes, yo los perdí también. Pero ahora tienes una vida dentro de ti. - Remus no sabía que sus palabras podrían herir más a la mujer.

– Yo ni siquiera puedo cuidar de mi misma, ¿Cómo criaré a otro ser? No me siento emocionalmente estable para ello – Xenia no lo manifestó, pero estaba pensando en no tener a la criatura.

Catarsis - H. J. Potter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora