Capítulo 5

0 0 0
                                    

*Killian*
Estábamos todos en la mesa, claro a excepción de Vènise que había sido internada por decimocuarta vez en este año. El ambiente era algo tétrico bajo las luces de las velas, a mi madre le gustaba ese ambiente, tipo gótico de paredes oscuras combinado con la mesa y algunos adornos dorados. Louise servía el vino en lo que íbamos degustando la comida. Tomé los cubiertos y tranquilamente comencé a picar en trozos el bistec de res. Alcé la mirada a la derecha donde lideraba mi padre en su silla.

Me importaba un carajo tener que soltar este tema en la mesa, pero no era la primera vez que los negocios sucios de mi padre salían a flote. La familia fingía vivir en una burbuja de inocencia cuando todos éramos tan culpables como mi padre por no hacer nada al respecto.

-Quiero hacerte una pregunta. Conoces a una tal Amber Withe?

El rostro de mi padre se congeló e incluso por un segundo vi sus cejas enarcarse; y como siempre, una sonrisa logró ocultar su asombro por tal pregunta.

-Ah -exclamó Mèlanie, a quien dicen ser mi madre-; es esa chica de excelentes notas en L'Ocitane, creo que la presidenta juvenil ¿No? -cuestionó para sí misma.

Antes de recibir una mentira de parte del tan "perfecto" Jean Luc Verner interrumpí.
-Pues hace unas horas mató a tu gran cliente Stephen Sean -escupí fríamente viéndole a sus ojos verdes casi grises los cuales heredé.

En seguida todos dejaron de comer viéndome con ligero asombro.

-Killian aquí no -intervino Mèlanie, sus ojos oscuros del mismísimo diablo se abrieron pero no del susto por la novedad, sino por la futura reacción de mi padre.

-¿Por qué no? -refuté-. ¿No te interesa que tu marido meta a una menor de edad a prostituirse?

Mi voz se oía tan calmada, es que en realidad no me importaba el tema... Pero Lynn está enrredada en esto, eso cambia las cosas.

-Esta familia es un asco -terció Válerie mi hermana menor, tiró con fuerza los cubiertos y con pasos pesados se fue del comedor.

-Killian basta, nadie te ha pedido meterte en los negocios de papá.

Hasta que habló Anthoine el hijo predilecto de los Verner a meter la cuchareta. Por supuesto que él apoyaba los turbios negocios de Jean Luc si al final esos serían de él en algún momento.

En cuestiones de segundos se armó una lucha de ideas dónde mi madre me gritaba sobre por qué dije tal cosa para arruinar la comida o Anthoine molesto por meterme en cosas que no me afectan aparentemente y todo bla bla bla mientras Lilith su esposa, seguía comiendo tranquilamente hostinada de esta asquerosa familia.

Un golpe seco y fuerte hizo reinar el silencio, incluso Louise que traía una botella de vino se asustó dejándola caer al suelo.

-Tú ven conmigo -me señaló con el dedo, estaba molesto, bien molesto.

Solté los cubiertos y tiré la servilleta. Dejamos atrás a parte de la familia que aún seguía discutiendo , mientras mi padre y yo atravesamos unos pasillos hasta su oficina. Una vez dentro me topé con el exclusivo interior decorado con paredes de rojo vino y muebles de vinil negro. Su estante de libros de géneros que me importan tres kilos de mierda estaba impecable tras la vidriera.

Esperaba un golpe suyo de esos que a una persona normal noquean y hacen quejarse del dolor; pero no, Jean Luc cogió una de sus botellas favoritas de whisky escoses y sirvió en dos vasos, ofreciéndome uno, acepté.

-Siéntate -señaló la butaca frente a su mesa, y se dirigió a su silla-; ¿Dónde está el cuerpo?

-Entonces es cierto que mandas a prostutuir a adolescentes -dije confirmando lo cierto, su silencio mezclado con una mirada que apendeja a cualquiera fue lo que recibí-. Lo pasé por la trituradora y lo enterré en bolsas en el jardín que usas como cementerio personal.

Killian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora