—¡Qué? ¿En qué momento? —pregunté, curiosa— ¿Y cómo es? —añadí, ansiosa. Al ver sus mejillas completamente rojas, me hacía feliz verla así.
—Solo lo vi un momento —dijo Sara —Pienso que es lindo —añadió sonriente.
—¿Por qué tardaron tanto? —preguntó la Madre Gretel al vernos en la puerta del convento. Por estar hablando, se nos olvidó entrar. —Están castigadas y limpiarán los baños, porque las actividades deben cumplirse de acuerdo al horario y ustedes llegaron tarde —añadió dándose la vuelta para irse.
Al voltear, no pudimos evitar hacerle gestos, fue tan gracioso. Todos estaban en el segundo piso mientras que Sara y yo estábamos en el primero, ya que ahí estaban los baños. Una vez ahí, comenzamos con la limpieza y la verdad es que estaban muy sucios.
De repente escuchamos un ruido, como si alguien viniera. Fui a ver por la ventana que daba a la calle y cuando logré mirar, eran dos chicos que venían directamente hacia donde yo estaba asomada, entonces tragué grueso y volví la mirada hacia Sara, mientras caminaba lentamente.
—¿Ustedes son las monjitas que vimos hace un rato? —preguntaron esos dos chicos. Nosotras sin poder decir ni una palabra. —¿Qué hacen aquí solitas? —añadieron, ansiosos. Estábamos en shock, sentía que la voz no me salía, además era la primera vez que teníamos tan cerca a un par de chicos. Estaba nerviosa por la situación.
—No tengan miedo —afirmaron sonriéndonos.
—¿Q-Qué hacen aquí? —pregunté tartamudeando. No sé cómo lo hice, pero me llené de valor. —¿Cómo entraron? —añadí preguntándoles mientras les apuntaba con un cepillo de inodoro que tenía en la mano.
—Entrar fue fácil. ¿Y qué nos vas a hacer con eso? ¿nos vas a cepillar? —dijo mientras ambos se reían a carcajadas al ver que les apuntaba con ese cepillo.
—No sería mala idea, tonto —confesé, colocando los ojos en blanco.
—Ya, ya. Solo queríamos conocerlas; también saber por qué están aquí metidas —preguntaron sonriendo, lo que hizo que bajara el cepillo y me calmara un poco. —Las monjas que hemos visto son feas, raras y con enormes granos en la cara, pero ustedes no son nada de eso; son lindas —añadieron, haciéndome sonrojar.
—Nos obligan —dijo Sara.
—Exacto, nos obligan —dije. De repente, mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, entonces bajé la cara, no quería que ellos, que apenas conocía, me vieran así, qué vergüenza; pero no sirvió de nada, igual lograron verme.
—Oye, tranquila. Ojalá algún día nos tengan confianza para hablar sobre lo que les pasa —dijo uno de los chicos acercándose a mí, cuando noté me estaba abrazando, era algo que necesitaba. —Por cierto, soy Luan y él es mi amigo Germán —añadió con una sonrisa.
—Gracias —dije mientras terminaba de secar mis lágrimas.
—Me presento, yo soy Sara y ella es Zhoy —dijo Sara a los chicos.
—¿Les parece bien si venimos a verlas cuando podamos? —preguntó Germán, clavando su mirada en Sara.
—Estoy de acuerdo —dije sin dudar.
—Opino lo mismo —dijo Sara dedicándole una sonrisa a Germán. Acaso era él del que Sara me había estado hablando? Probablemente sea él.
—Debemos irnos. Fue un gusto conocerlas —dijo Luan despidiéndose mientras salía por la ventana. Le dedicamos una sonrisa a ambos.
Terminamos rápidamente con los baños. Subimos a cenar, nos duchamos y nos fuimos a la cama. Durante la cena que por cierto fue avena, estuvimos hablando de estos chicos, ya que parecían confiables a simple vista.
Después de tanto tiempo, tuvimos un día diferente, pero como siempre digo: "Después de tantas nubes negras, el sol sale a darnos luz".
****
Despertamos. Volvimos a la misma rutina de siempre; ya estaba cansada de ella, pero tocaba seguir. Últimamente, la Madre ha sido muy injusta, solo a Sara y a mí nos asigna diferentes actividades por día, está en contra nuestra.
Al desayunar, estábamos hablando de estos chicos nuevamente y ahora que lo pienso, son bastante atractivos.
—¡Atención! —Grita la Madre Gretel para que la escuchemos —Busquen sus nombres en las listas que están en los muros y realicen la actividad asignada; Sin quejas —añadió señalando el muro. Tras buscar nuestros nombres, nos había vuelto a tocar los baños.
—¡El baño, otra vez! —dije algo molesta, porque se supone que son diferentes actividades por día.
—No es justo, Madre —dijo Sara.
—Por su actitud, ahora lo limpiarán por una semana completa —confesó la Madre con una enorme sonrisa malévola —Y solo serán ustedes dos —añadió. Ahora, pensándolo bien, ¡qué cabeza hueca soy!, porque si limpiamos los baños veremos a los chicos.
—¿Sara, sabes lo que eso significa? —dije con una gran sonrisa.
—¡Que veremos a los chicos toda una semana! ¡aaaah! —Gritamos ambas al mismo tiempo, estábamos muy felices por eso.
—¿Qué dijeron? —preguntó la Madre volviendo a ver hacia donde estábamos nosotras.
—¡Qué mal, odiamos los baños! —dijimos con caras largas y mirándola de mala manera para que olvidara lo que habíamos gritado.
—¡Ah, ah, ah, ah! —susurramos mientras saltábamos tomadas de las manos.
—Ahora sí, Zhoy, al baño —dijo Sara con una cara graciosa mientras estiraba el brazo haciendo como si fuese a volar tipo superhéroe.
—Te ves tan graciosa —dije mientras me reía de su loca escena —Vamos —añadí señalando las escaleras para bajar hacia el baño.
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10 Razones por las que me enamoré de ti
RomanceEs una historia de una monja obligada a serlo, la cual causa varios problemas para ver si la sacan de ese lugar, ya que ella quiere estudiar en la universidad y ser una persona normal. Conocerá a un chico que le brindará su amistad, y pasarán moment...