Segundo encuentro

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Ya estábamos en los baños, y el olor era insoportable; cada día amanecían peor. Creo que nadie, aparte de nosotras, los lava.

—Sara, ¿crees que vengan? —pregunté, refiriéndome a los chicos mientras ambas cepillábamos los inodoros.

—Ten fe, Zhoy —dijo Sara, haciendo que sonriera —Aunque no creo que vengan —añadió, colocando una mala cara. Estaba triste, lo notaba; solo llevábamos un día de conocerlos, pero eran con los únicos con los que podíamos hablar y ser nosotras mismas.

—¿No creen, qué? —Escuchamos dos voces que nos hicieron voltear rápidamente. Al verlos, mi corazón estaba acelerado, pero seguro era porque volteé muy rápido... ¿o por qué más sería?.

Me sorprendió ver que Luan abrió sus brazos para que yo corriera hacia él. Lo más raro fue... que lo hice. Él tiene una cara tan tierna que llama mi atención; es fuerte, por lo que tiene grandes brazos y manos.

—Pensé que no venían —dije, dejándolo de abrazar.

—Pensé igual —confesó Sara.

—Habíamos quedado en venir constantemente —dijo Luan sonriendo.

—Deben decirnos qué días estarán aquí para no cruzarnos con ninguna otra monjita —dijo Germán, clavando su mirada en Sara, que estaba justo al lado de él.

—Estamos castigadas, así que estaremos aquí una semana completa —dije. Aunque el castigo parecía malo, no era así; ya que por el lado bueno los tendríamos a ellos toda la semana. —Luego de eso tendremos ensayo para el recital —añadí sonriendo.

—Ese es un buen castigo, obviando que tendrán que limpiar inodoros diario solo para vernos —dijo Germán. Tenía razón, pero prefería seguir haciéndolo a no seguir viéndolos.

—¡Cierto! El recital será muy pronto —confesó Luan, haciendo que Sara y yo nos miráramos fijamente. ¿Cómo sabrá del recital?

—¡Espera! ¿Cómo saben del recital? —pregunté algo confusa, clavándole la mirada.

—¿No saben? Ese recital será en nuestra universidad dentro de poco —confesó alegremente, compartiendo una mirada con Germán.

—¿Qué? —dije impactada, abriendo los ojos como platos.

—¿En su universidad? ¿Delante de ustedes? —dijo Sara tartamudeando; noté que estaba más nerviosa que yo.

Ahora pensándolo bien, teníamos que comportarnos si queríamos ir; había que hacer todo lo posible. Pero de que íbamos, íbamos.

—Estaremos ahí para apoyarlas; ¿no les parece buena idea? —preguntó Luan sonriendo mientras me guiñaba un ojo. Aunque no le salía tan bien, pero lo intentaba.

—¿Qué? ¿Acaso no nos quieren ahí? —añadió Germán, borrando completamente la sonrisa de su cara.

—Me agrada la idea de verte allí —dije colocando mis manos en su rostro, lo que hizo que clavara su mirada en mí; entonces me sonrojé. —Solo me sorprendió que supieran lo del recital —añadí, haciendo que sonriera.

—Claro, fue eso —dijo Sara asegurando lo que yo había dicho.

—Esa será una buena oportunidad —dijo Luan arqueando una ceja.

—Shh... Creo que escuché algo —susurré a los chicos; había escuchado unos pasos. —Entren ahí —añadí señalando hacia donde están los inodoros; estaba algo nerviosa.

—¿Cómo van por aquí? —preguntó la Madre Gretel al abrir la puerta. ¿qué hace ella aquí? —Se han tardado mucho, ¿no creen? —añadió preguntando algo confundida; no sabía ni qué decirle; no quería meterme en problemas de nuevo.

—Ya casi terminamos, ¿verdad Zhoy? —dijo Sara nerviosa abriendo los ojos como platos para corroborar lo que había dicho.

—Sí Madre, es cierto —confesé mientras limpiaba los lavamos para disimular. Está se fue y esperamos algunos minutos para que pudieran salir de donde estaban.

—Pueden salir —dijo Sara.

—Debemos irnos —confesé. Debíamos hacer todo al pie de la letra.

—¿Por qué se tardaron tanto en llamarnos? Los dos estamos sobre el mismo inodoro para que no nos pillaran; fue algo incómodo —dijo Luan con mala cara, haciendo que Sara y yo nos muriéramos de risa.

—Tomen —dijo Germán dándonos un papel.

—¿Qué es esto? —pregunté confusa.

—Son nuestros números; pueden llamar cuando gusten —dijo Luan dedicándonos una linda sonrisa.

—Vendremos mañana —añadieron mientras iban hacia la ventana (o sea, lo que para ellos es una puerta).


Nos despedimos con un abrazo. Giré la mirada y Germán estaba besando a Sara; estaba impresionada por ello. Volví la mirada a Luan y noté que me estaba mirando fijamente, lo que me incomodó un poco, pero no le di mucha importancia.

De repente, vi que se estaba acercando a mí lentamente; hasta que llegó a mis labios, entonces comenzó a besarme. No sabía cómo reaccionar, aparte de que jamás había besado a alguien, no sabía cómo hacerlo, pero fue una sensación única. Fue mágico ese momento.

—Perdón —dijo Luan abrazándome fuerte; supongo que estaba apenado.

—Me gustó —le susurré, colocándome roja como tomate. De la nada, sentí algo raro en mi estómago y el corazón acelerado.

Entonces se fueron.

Al irse, fui directamente al comedor para buscar algo de cenar y de ahí me dirigí al dormitorio. Tomamos una ducha, arreglamos todo; cenamos y nos dormimos después. La verdad es que había sido un día largo pero muy hermoso.

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10 Razones por las que me enamoré de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora