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Haku levantó la mano libre y pasó sus largos y delgados dedos por los oscuros mechones para alisar las torceduras. Ya se había vestido con un sencillo kimono con un obi liso y la tradicional geta. Su atuendo, además de su aspecto femenino, garantizaba que no se le percibiera como una amenaza durante su excursión por el bosque que rodeaba la pequeña aldea con su puente a medio terminar.

La cesta que llevaba sólo contenía un puñado de las hierbas que buscaba, además de unas cuantas que había encontrado que eran buenas para combatir la fiebre. Zabuza-sama no mostraba signos de infección, y las heridas que Haku no se había infligido habían sido pequeñas. Aun así, estar preparado ayudaba. Su próximo trabajo podría incluir algunas heridas que necesitarían una atención más seria que una simple semana de reposo en cama.

Haku sonrió al pájaro que se posó en su hombro. Siempre le habían atraído los animales, incluso durante los cortos veranos en la aldea donde nació. Brevemente, Haku se preguntó si sería capaz de construir una jaula o dos para los pájaros con el fin de llevárselos consigo cuando él y Zabuza se marcharan. El conejo que Haku había cuidado había sido necesario para la misión. Por supuesto, sólo había pasado unas semanas en una jaula, siendo transportado de un lado a otro por un nin nuke y su compañero, pero fue suficiente para que el conejo saltara a la primera oportunidad de libertad que se le ofreció cuando el nin de Konoha lo descubrió y luego lo liberó rápidamente.

Un repentino cosquilleo en la nuca de Haku, una sensación de que compartía el bosque con algo más que los pájaros, hizo que éste se tensara alerta. Una brusca sacudida de la cabeza desprendió al pájaro de su hombro, y los ojos de Haku se posaron en una salpicadura de color naranja que parecía gravemente fuera de lugar en el suelo del bosque. Un niño yacía de espaldas entre el follaje, bajo un árbol. A los pájaros no parecía importarles la intrusión, pues se posaban en los dedos y el pecho del muchacho sin despertar a la figura dormida.

Entonces, un destello metálico llamó la atención de Haku. El símbolo de Konohagakure brillaba con intensidad en el delgado y brillante hitai-ate que descansaba sobre la frente del muchacho, y Haku reconoció a su enemigo. Era el que había clavado un kunai en el bunshin de Zabuza-sama, el más ruidoso de todos los shinobi de Konoha.

Los ojos de Haku se entrecerraron durante un breve instante. Luego se acercó con elegancia a la forma tendida del chico, que seguía sumido en el sueño, y le tendió una mano.

"Eh, despierta".

Kaeru se pasó el pulgar izquierdo por la palma de la mano derecha. El símbolo de la palma no se emborronó, pero tampoco desapareció. Por un momento, Kaeru se limitó a mirar fijamente el kanji, una copia del símbolo que Yamato-sempai siempre había utilizado para suprimir el chakra del Kyuubi cuando Uzumaki Naruto empezaba a perder el control. Ahora era una característica permanente del cuerpo y del sistema de chakra de Kaeru. Cerró los dedos en un puño, cubriendo el sello brevemente antes de volver a centrar su atención en su objetivo.

El árbol que había detrás de la casa de Tazuna ya estaba salpicado de abolladuras y kunai, pero no era exactamente el mismo tipo de entrenamiento que Sasuke y Naruto se estaban castigando para dominar. Kaeru introdujo otro kunai de su bolsa en la mano derecha e invocó suavemente la sensación familiar de su propio chakra. Luego, marcando el árbol para la muerte, lanzó el arma contra la corteza del árbol. La hoja se hundió hasta la mitad en la madera del árbol, un poco menos de lo que Kaeru esperaba.

"¿Dónde está el dobe?"

La fría demanda procedía de la casa que había detrás de Kaeru, pero éste no se molestó en volverse mientras sacaba otro kunai de su bolsa.

"No conozco a nadie con tal nombre, teme", respondió juguetonamente a Sasuke y dio un golpe con la muñeca para clavar el kunai cargado de chakra en el árbol.

Naruto - Condenados a repetir ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora