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❝Tu ausencia, lo que fuimos me esta matando❞
Makoto caminaba lentamente por los pasillos de la Fundación, sus pasos pesados a medida que los recuerdos de Ishimaru inundaban su mente. Habían pasado años desde aquel horrible juego, pero el dolor de haberlo perdido aún se sentía tan fresco como el primer día.
Cerró los ojos, permitiendo que las memorias de su romance florecieran. Recordaba la calidez de los abrazos de Ishimaru, la forma en que sus cuerpos encajaban perfectamente, como si fueran uno solo. Anhelaba poder sentir esa conexión una vez más, ese apoyo incondicional que solo Ishimaru podía brindarle.
Abrió los ojos, y el mundo a su alrededor parecía más gris, más frío.
—Quiero un abrazo —susurró al vacío—, pero de él.
Sus dedos rozaron suavemente el pecho, donde solía reposar la cabeza de Ishimaru cuando se abrazaban en esas noches donde ambos se acostaban a solo disfrutar de la compañía del otro.
Makoto se detuvo frente a una de las ventanas, observando el atardecer que se extendía a lo lejos. Recordó los momentos en que solían sentarse juntos y contemplar el horizonte, perdidos en sus propios pensamientos, disfrutando simplemente de lo que tenían, de lo que eran.
Una lágrima solitaria resbaló por su mejilla mientras Makoto se aferraba a esos recuerdos, a esos momentos que ya nunca volverían.
—Ishimaru —suspiró—, te extraño tanto. Eras perfecto para mí, y yo... yo no pude salvarte.
Lentamente, Makoto se envolvió a sí mismo en un abrazo, tratando de llenar el vacío que sentía en su corazón. Aunque no era el calor y la seguridad que Ishimaru le brindaba, era lo más cerca que podía estar de sentir su presencia una vez más.
Ahora solo le tocaba seguir avanzando, pero no por él, porque sé quedó lamentando un pasado que ya no está, sino por Kiyotaka; por Maizono; por todos.
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