Capitítulo 5, parte 3 - Sábado

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Aviso.

Este capítulo es bastante largo, lo demuestra el hecho de que he tenido que hacer tres partes solo para el Sábado.

Así que espero que no moleste, pero voy a pasar a la parte donde Aziraphale y Crowley, en este caso Azazel y Raphael paran el Armageddon.

Buenos Dias, Tarde o Noche, amores.

Gracias por leer.

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Para arreglarle el día al Sgto. Deisenburger, un coche se detuvo junto a su puesto, y flotaba a un palmo del suelo porque no tenía neumáticos. Ni pintura. Lo que sí tenía era una nube de humo azul, y cuando se paró hacía ruiditos de metal enfriándose después de haber alcanzado temperaturas muy altas.

Parecía que las ventanas fueran de cristal ahumado, aunque sólo era el efecto que causaba el habitáculo repleto de humo visto a través de cristales normales.

Se abrió la puerta del conductor, dejando escapar una nube de gases asfixiantes.Azazel la siguió.

Se apartó el humo de la cara, parpadeó y transformó el gesto en un amistoso saludo.

-Buenas tardes, señores, señoras -dijo-. ¿Cómo va? ¿El mundo ya se ha ido a la mierda?

-No nos dejan pasar, Cariño-dijo Madame Tracy.

-Raphael? Bonito vestido, cariño-Azazel dijo.- como sabias donde tenías que venir?

-Te espié antes de conseguir el cuerpo...

-Tipico-Azazel contestó distraído. No se encontraba muy bien. Durante los últimos cincuenta kilómetros se había estado imaginando que una tonelada de metal, de goma y de cuero en llamas era un automóvil en perfecto estado, y el Bentley se le había estado resistiendo con todas sus fuerzas. Lo más difícil había sido mantener el coche en marcha cuando los neumáticos radiales multi climáticos se quemaron. Junto a él, los restos del Bentley cayeron de pronto sobre las llantas deformadas, al haber dejado de imaginar que tenían neumáticos.

Dio unas palmaditas a la superficie metálica, tan caliente que se podía freír un huevo en ella.

-Un coche moderno no habría aguantado lo que ha aguantado éste -dijo amorosamente.

Lo miraban de hito en hito.

Se oyó un clic electrónico.

La puerta se estaba abriendo. La caja protectora que contenía el motor eléctrico profirió un gemido mecánico, y se rindió frente a la fuerza imparable que actuaba sobre la barrera.

-¡Eh! -gritó el Sgto. Deisenburger-. ¿Quién de vuestra pandilla de memos ha hecho eso?

Zip. Zip. Zip. Zip. Y un perro pequeño, con un borrón por patas.

Observaron las siluetas que pedaleaban como fieras y que se colaron por la barrera, desapareciendo así en el recinto militar.

El sargento trató de recobrar la compostura.

-Oye -dijo, pero en tono mucho más débil-, ¿es mi imaginación, o uno de ésos tenía en la cesta un extraterrestre con cara de cerdo?

-tu imaginación -afirmó Azazel.

-Entonces -añadió el Sgto. Deisenburger-, se han metido en un buen lío. Alzó el rifle. Ya está bien de gilipolleces; seguía pensando en jabón.

-Y vosotros también.

-Te lo aviso... -empezó Azazel

-Esto ha ido demasiado lejos -protestó Raphael-. Azazel, amor, soluciona esto, sé buen chico.

Juramento Eterno (Good Omens)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora