Sergio dejó sus llaves sobre el llavero de la entrada, sintiéndose pesado y solitario. Miró en los alrededores de su casa, percibiéndola más oscura que de costumbre.
—Gracias por traerme... Y por lo del hospital—Mencionó Sergio, virando sobre sus talones para encarar a Max entre las penumbras.
—No tienes que preocuparte —Contestó con gentileza.
Hubo un silencio corto que podría describirse de muchas formas, menos agradable.
—Max, lo del hospital... —Su voz sale más baja de lo esperado pero tan habitual como en las últimas horas — Quisiera que se mantuviera únicamente entre nosotros dos y los médicos. Christian tampoco debe enterarse.
Emilian demoró en aceptar.
—Debería saberlo, podría ayudarte y quizás evitar que los medios te acorralen este fin de semana —Comentó, intentando evitar catástrofes u altercados.
Sergio negó.
—Él no sabía de mi estado y mucho menos tiene por qué saber de lo sucedido —Fue tajante, pero sin perder la amabilidad en su voz.
—Puedes ponerte en riesgo, Checo... yo —Quiso llegar a un acuerdo con el mayor, pero el mexicano detuvo sus intenciones.
—Preferiría que se quedara entre nosotros —Replicó, tajante — Hablaré con alguien externo cuando lo considere oportuno. Ahora no es el momento, Max.
Verstappen pasó saliva con fingida normalidad. Finalmente accedió a los pedidos de Pérez.
—Puedes pasar la noche aquí, pero deduzco que deberás regresar a Mónaco para preparar lo necesario para el siguiente premio —Señaló sin atisbo de alegría o ánimo, meramente amargo y ausente de expresión.
—Pediré a Victoria que me apoye —Busca opciones para evitar apartarse del mexicano.
—Max —Va a reprocharle. A impedirle su presencia.
Pero Verstappen intercede a tiempo.
—No planeo abandonarte. Ni ahora ni en ningún otro momento, Sergio —Decretó brusco y beligerante.
El omega frunció el ceño.
—Sé lo que dije, pero...
—¡Suficiente! —Max le detiene en seco — ¡Sí te dejo eres capaz de todo! Parece no ser así, pero tus ojos me lo dicen, ¡mi omega me grita por no soltarte! — Dio dos pasos hacia delante, eufórico y ansioso, tomándole de los laterales de sus brazos — Sí crees que es tu culpa, ¡entonces también es la mía! — Exclamó ronco e intenso — Por qué me impuse en el pasado, intentando acoplarlos a mi aroma y presencia, forzando al cachorro a aceptarme antes de que siquiera tuviera consciencia. Fui tan egoísta.
Los ojos de ambos se humedecieron.
—Checo, sí dices ser el responsable entonces tengo el mismo derecho a ser culpable. Parte de esto —Aligeró su firme agarre, temblando agachó la cabeza, permitiendo que sus lágrimas se desbordaran — Tenía miedo a no ser el indicado para ti y tu bebé. No vi más allá de mis egoístas anhelos, sin saber que los estaba dañando — Un gemido ronco y ahogado se escapó de los labios de Max — No fue tu culpa. Pero somos igual de responsables.
Sergio sollozó y tras su lastimero quejido y ataque de sonidos e hiperventilación, Max se abalanzó a él para envolverlo entre sus brazos y cuidarlo.
—Somos igual de responsables —Farfulló cerca del oído de Sergio, mientras peinaba sus mechones negruzcos — Pero no somos culpables.
—Me duele tanto, Max.
—Te creo, Checo. Y por eso estoy aquí, para sostenerte —Se deslizaron en dirección del piso, sentándose en éste al no poder mantenerse más tiempo de pie.
—Lo siento, lo siento tanto —Se disculpó.
El corazón de Max se estremeció y su cuerpo pesó como nunca antes. No supo que decirle, más prefirió abrazarle con más intensidad pero sin llegar a lastimarlo.
Los sonidos rotos de ambos escapan de sus labios sin temor a ser escuchados o juzgados, pues nadie podía ser peor juez que ellos mismos. Lloraron abrazados del otro entre las penumbras del lugar.
Oh, cómo dolía su espíritu.
Rogando al destino y alguna deidad por el que le arrebataran el sufrimiento o mínimo, les tendieran un atisbo de esperanza, una luz al final del túnel.Sergio sufría por su pérdida y el sentimiento de culpabilidad; Max se volvía un desdichado por Sergio y su pena.
Emilian aguardaba a que el contrario hallara un poco de paz y comprensión sobre lo ocurrido. Pero esperaría, aguantaría el tiempo que el contrario dictará con tal de verlo florecer.
Por qué lo amaba. Y estaba dispuesto a entrar al infierno o al cielo mismo para hallarlo y amarlo como se merecía.
Sergio era su vida entera.
Melodramático. Lo entiendo.
Por cierto, ayer por la tarde lo noté y ahora es que pude mencionarlo por aquí... agradezco en demasía el apoyo que han brindado aún dentro de esta obra que no tiene mucha relevancia y profundidad para mí.
Es una obra proveniente de mi vacío, de mi escasez de experiencia y emociones. Me encuentro incapaz de plasmar emociones.
Por ahora no veo inconveniente.
Pero agradezco mucho el apoyo pues siempre se refleja en el crecimiento de las historias. Felices mil lecturas dentro de este poco tiempo, siempre tan atentos y esforzados para brindar calidez.
Les mando un fuerte abrazo.
Atentamente, Juliette.
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Síndrome de Couvade
Fanfiction•Sergio P. & Max V. •Omegaverse •Cliché Max despierta con náuseas un día, creyendo que algo le ha caído mal. Maldice durante todo el trayecto de camino a la sede de la escudería sin saber que se encontrará con la razón de su mala mañana. •crea: mié...