02. Más días

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Ngh.

Sergio levantó la mirada de su celular, llevándola hasta el generador de aquel sonido ahogado y gutural.

—¿Está todo en orden? —El omega le encuesta tras verle sentarse y prontamente recostarse boca abajo en el largo sofá del lugar.

—Creo haber dormido sobre rocas, porque mi espalda me mata ahora mismo —Gruñó, fastidiado de no haber tenido ni una sola noche buena desde hace tres días.

Ahora no sólo tenía náuseas matutinas, sino vértigos, dolores de cabeza, insomnio y tal parece que ahora su espalda se sumaba a la lista de malestares.

Sergio se carcajeó.

—Max, pareces un viejito malhumorado —Se burló del menor — ¿De verdad dices tener 24 años? — Sergio se levantó del asiento en el que estaba, dirigiéndose hacia Max.

—Que gracioso, Checo —Bufó — Duerme en mi cama y verás de lo que hablo — Señaló disgustado. Ocultó su rostro en el cojín, intentando no gruñir.

Vamos Maxie —Tuteó suave e inconscientemente, provocando un fuerte estremecimiento y escalofrío en el cuerpo del neerlandés que, el mexicano no notó — Déjame ayudarte un poco — Pronunció amablemente. De repente, Max sintió las manos de Sergio sobre su espalda alta y una presión moderada.

El alfa ronroneó en bajo tras el toque superficial del omega dominante. Sergio creyó que se debía al masaje y no por su simple roce.

—Dime sí bajo un poco —La voz de Sergio es melódica. Max asiente.

—Un poco más abajo —Pidió con los ojos cerrados, sintiendo su cuerpo ceder ante el gentil pero firme tacto de Sergio.

El omega deslizó sus manos hacia abajo, sintiéndose un poco nervioso cuando nota que la playera de Verstappen se sube tras sus movimientos oscilatorios. Ignora ese sentimiento al escuchar ronronear al alfa debajo de sus manos, sintiéndose extrañamente alegre y enorgullecido por lograr aliviar su dolor.

Tres varios minutos con Sergio de pie, comenzó a sentirse incómodo por la postura que adquirió mientras masajeaba a Max, sintiéndose agotado y entumecido de su espalda y piernas.

—¿Te dormiste? —Sergio buscó el rostro de Max, quien abrió sus ojos mostrándose desorientado.

Casi —Su lobo rozó la superficie, no notándolo. Se reincorporó con ayuda de sus manos y rodillas, sentándose correctamente en el sofá — Disculpa, debiste agotarte — Se arrima y palmea el asiento con tal de darle espacio y permitir que el mayor se sentara.

Ignorando el sentimiento de querer al tapatío sentado sobre sus piernas. El omega tomó asiento a un costado del más joven, suspirando de alivio al poder dejar su peso en otra parte que no fueran sus extremidades inferiores.

—¿Mejor?

Max asintió.

—Estoy seguro que se habría ido por completo si hubieras subido sobre mí —Soltó sin sopesarlo dos veces.

El corazón de Sergio dio un brinco de vergüenza y timidez que ocultó con una sonrisa nerviosa.

—Quizás a la próxima —Sin embargo Sergio tampoco es consciente de lo que dice.

Max le observa.

—¿Seguro?

Sergio se encoge de hombros.

—Sólo bromeaba, Max.

El neerlandés le analiza sin mostrar expresión alguna sobre su rostro. Negó.

—No tendría nada de malo, sólo estarías ayudándome con un dolor de espalda —Intentó disuadirlo — Entonces ¿subes la próxima vez?

Sergio se ruborizó.

—Ehm, ha... Max —Balbuceó.

—También ayudaré con tus dolores —Añadió — Promesa — Sonrió ampliamente el alfa.

El omega sintió su corazón escurrírsele de entre los dedos de las manos, enternecido y embelesado con el contrario.

—Bueno, está bien —Accedió. Persuadido.

Max sonrió tan amplio que pequeñas arrugas se formaron en la ranura de sus ojos. El alfa se abalanzó al omega sin encimársele, sólo envolviéndolo con sus grandes y amplios brazos.

Checo ronroneó muy en bajo, suspirando inaudible cuando recibió de lleno el aroma de Max. Cerró sus ojos. Aliviado.

El neerlandés le apretó con gentileza contra su cuerpo, restregando la punta de su nariz contra la ropa del mexicano, bañándose con su rico aroma.

"Mi omega".

Síndrome de CouvadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora