08. Un tiempo

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Nadie más allá de Max y Christian conoció la lamentable pérdida de Sergio. El mexicano siguió con su vida, pero fingiendo diariamente estar bien y lejos del dolor.

Incluso, su duelo era tan intenso al inicio que ni siquiera era capaz de sentir los golpes de los medios y otros pilotos. Sus oídos y cabeza se ensordecieron, protegiéndose de su realidad y sufriendo en silencio una vez que las cámaras se apagaban y él llegaba solo a casa.

Nada dolía tanto como la pérdida de su bebé y la creencia de no haberlo amado lo suficiente.

Había días en los que lloraba hasta el cansancio y se quedaba dormido, otros en los que no comía ni se levantaba de la cama, y muchos más en los que todo se juntaba y lo rompía completamente.

Sergio tuvo que asistir a terapia y seguir una medicación. Todo el tiempo estaba mareado y asqueado.

Pero siempre, al llegar los fines de semana en los que debía trabajar... él estaba ahí, fingiendo estar bien.

Con el tiempo, y quizás de tanto sustituir su tristeza con una mueca alegre, comenzó a sentirla real. Sergio no sabe qué fue, si las pastillas, la terapia, su trabajo arduo y estresante, sus largas caminatas a altas horas de la noche, los llantos que parecían eternos, las lecturas, el ejercicio, el apoyo de Verstappen o el hecho de que sus allegados estuvieron allí de algún modo, intentando cuidarlo sin saber su verdadera situación y sin un gramo de lástima.

Tardó poco más de año y medio en comenzar a avanzar con menos cadenas y pesadez. Creía poder respirar con mayor facilidad ahora.

Sin embargo, él y Max no se unieron en ese tiempo.

Síndrome de CouvadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora