Jimin estaba en su casa pensando en lo había hablado con Yoongi, además de que pronto sería su cumpleaños, en algunos días cumpliría dieciocho años, ¿será bueno darle un regalo?
Yoongi era un jovencito que a pesar de todo lo que pasó en su corta vida, siempre se muestra tan sonriente, jugando bromas a los empleados del hospital, regalándoles algún presente por soportarlo y no caer en la desesperación por las locuras y ocurrencias que hace, además que siempre está dándole buenos ánimos a los demás pacientes muy a pesar de que él este peor que ellos. En una oportunidad lo vio dándole buenos ánimos a un niño que sería sometido a su primera quimioterapia, Yoongi tenía un buen corazón, bueno, en sentido figurado.
Siguió ojeando su libro de medicina hasta que una idea se le pasó por su cabeza, "la lista de deseos" Yoongi tenía nueve deseos que anhelaba cumplir, muchos de ellos difícil de realizar para alguien como él, pero ¿y si tuviera ayuda?
Con aquella idea en su cabeza trató de recordar los deseos escritos en aquella libreta, de todos los que recordaba solo había uno en la cual la vida de Yoongi no corría mucho peligro, así que cerró su libro para irse a disponer a buscar aquellas semillas, sin importar cuántas tiendas tenga que recorrer, encontraría una planta de mandaría, cumpliría cada uno de sus deseos.
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Yoongi estaba sentado en su camilla, esa mañana quería esperar al doctor Jimin, además, no sentía con ánimos como para escaparse, ese día no quería sacar canas verdes a los encargados del hospital, quizás mañana si.
Mientras veía una película, Jimin ingresaba saludandolo y diciéndole que ese día era un milagro que lo encuentre en su habitación. Yoongi sonrió, pero no dijo nada, su película estaba muy interesante. Luego de poner en pausa y que Jimin le hiciera todos los estudios necesarios, ambos estaban parados en el balcón mirando todo el patio trasero del hospital. Al fondo se encontraba el gran invernadero de cristal, las cuales hacían que se reflejaran con los rayos solares que aquella tarde.
— linda tarde, ¿no? — escuchó un ligero sonido que garganta — ¿sabe que sería mejor?
— Yoongi, ya te dije que no te voy a conseguir la película de cincuenta sombras de Grey
— ¡porque no! — protestó
— no están permitidos ese tipo de películas, además, tienes diecisiete años
— ¡ay por favor! Ni siquiera es una porno como tal — se cruzó de brazos — además, no me diga que usted nunca vio una
— no estábamos hablando de mi — rodó los ojos con gracia — ahora... quiero decirte que te tengo una sorpresa
— ¿para mi? Aun falta para mi cumpleaños, doctor
— solo sígueme
Jimin y Yoongi salieron a los exteriores del hospital, (no sin antes pedirle permiso a su recidente) dirigiéndose al gran invernadero. El menor estaba a la expectativa, ¿qué era esa sorpresa que le daría su doctor? Y la pregunta principal, ¿por qué el doctor Jimin le daría una sorpresa?
Todo era muy extraño ya que al ingresar al invernadero, Jimin le dijo que siga caminando hasta la pequeña cascada. Al llegar, se sorprendió al ver una mediana plantita al frente suyo.
— hace unas semanas me dijiste que si podía conseguirte algo, ¿te acuerdas? — se paró a la par del peliblanco — no fue fácil conseguirlo, pero...
— ¡doctor Jimin! — se lanzó a sus brazos — gracias, gracias, gracias
— de nada
— vamos a plantarlo, ¿dónde cree que se vea mejor? — miró a todos lados buscando un espacio para el mejor crecimiento del futuro árbol.
— ¿qué te parece allá? — señaló un lugar despejado — hay buena luz
Yoongi asintió feliz y con ayuda del doctor, llevaron la planta. El menor sacó del un armario de madera todas la herramientas necesarias, con ayuda de una pala de jardinería, hizo un hueco en la tierra y Jimin colocó con cuidado la planta para después cubrirlo bien con la tierra guardada, tenían que asegurarse bien, para que no este tambaleando y que crezca fuerte y de muchos frutos de mandarina.
— en pocos años, habrá deliciosas mandarinas — se quitó los guantes — de nuevo, muchas gracias, doctor Jimin
— creo que un deseo de la lista tiene que ser tachado
Yoongi miró a su doctor, era cierto, uno de sus deseos era plantar un árbol de mandarinas — al menos un deseo que si pude cumplir — suspiró — en mejor que nada, ¿no?
* cumplirás cada deseo Yoongi, solo déjamelo a mi* — fue lo que quiso decir, pero solo se quedó en su cabeza, de reojo miró a su joven paciente, que no dejaba de sonreír mientras hablaba con la planta diciéndole que lo cuidaría mucho.