Bitch

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— Todavía me parece increíble que tengas auto y yo no. —Confiesa el de ojos verdes, haciendo un puchero. Carlos suelta una risita.

— Algún día tendrás un auto, ya verás.

— Ese es el apoyo que necesito. —Exclama Charles, riéndose solo.— Mis padres y Arthur creen que no soy lo suficiente responsable como para tener uno... —murmura el menor, frunciendo el ceño.

— Deberías darles razones para que te consideren una persona responsable, entonces.

— Supongo. —Murmura el castaño, observando detalladamente el masculino perfil de Carlos. Cómo de sencillas serían las cosas si el chico no fuera la cosa más virginal que había conocido en su vida.

Debía admitir que, con el tiempo, se fue dando cuenta de que Sainz realmente era muy buena persona. No solamente tenía un gran atributo allí abajo, sino que también tenía una linda sonrisa y unos ojos encantadores. Charles podía admitir sin temores que le gustaba... Pero el chico probablemente moriría de vergüenza si se lo decía, y ni hablar de darse un beso o algo parecido.

Así que las cosas eran más complicadas de lo que se veía en la superficie. Incluso había hablado con Checo acerca de su reciente y nuevo gusto por el pelinegro, pero este siempre le decía que no perdía nada con intentar confesarse.

Al parecer sus padres tenían razón, ya que Charles no era fanático de cargar con responsabilidades pesadas, y salir con Carlos implicaba darle tiempo de acostumbrarse a la situación y hacerle entender que no debía cohibirse por cualquier cosa... Y Leclerc no contaba con la paciencia suficiente como para manejar la situación en la cual Carlos fuese su novio y no pudiera tocarlo o hacer con él lo que en sus fantasías se mostraba con tanta frecuencia.

A pesar de que el comienzo de aquella amistad, las disculpas, la amabilidad fue todo por un enfermizo deseo de obtener la polla del pelinegro, Charles estaba dándose cuenta de que su plan no tenía fundamentos y, mucho menos, una razón válida de existir. Se podría decir que estaba empezando a considerar la idea de rendirse, pero era de esas cosas en las que no quería profundizar, ya que tampoco era que deseara alejarse de Carlos.

Quizá... Debería empezar a considerar la idea de que ser "sólo amigos" no era tan mala después de todo.

— ¿Es aquí? —La voz del dueño de sus cacaos mentales irrumpió el flujo de sus pensamientos con aquella pregunta, y Charles tuvo que mirar a su alrededor para ver dónde se encontraba, pues se había perdido del todo.

— Eh... Sí. —Murmuró, observando el nombre del club al que Lance les había invitado aquella noche.

Carlos se dirigió hasta donde se podía observar una hilera de autos estacionados y se detuvo en el final, donde apagó el motor.

Charles estuvo a punto de salir, hasta que se percató de que Sainz no se movía. Así que le miró.

— ¿Te pasa algo? —Preguntó el castaño, acercando su mano hasta el cabello del castaño y revolviéndolo levemente.

— N-nunca había salido a lugares como estos... —Confesó el azabache. Charles sonrió, pues ya se lo imaginaba.

— No te preocupes, nosotros estaremos pendientes de ti todo el tiempo, no te pasará nada. —Lo tranquilizó, acariciando su mejilla. Carlos le dirigió una mirada avergonzada, con un brillo de temor.

— ¿Prometes que no te irás de mi lado? —El castaño tembló bajo el efecto que esas palabras le provocaron. Aunque sabía que Carlos se refería a esa noche en el club, el ojiverde no pudo evitar ponerlas en más contexto... Y se sintió estúpido por ello.

— C-claro.

Carlos sonrió ampliamente, haciendo el corazón del menor entrar en taquicardia. Ahora él temía que Sainz pudiera escuchar su insistente palpitar, pues estaba golpeteando demasiado fuerte contra su pecho.

FALOFILIA [ᴄʜᴀʀʟᴏꜱ] © ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora