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En todo el lugar se oía una dulce melodía, proveniente de la sala de música.
Maliah tocaba cada tecla de su pianoforte, siguiendo las partituras generando la hermosa melodía que llegaba a los oídos de los que vivían en aquella casa. Ella se perdía en su mundo cada vez que tocaba ese instrumento, nadie lograba ganarse su atención cuando lo hacía.
⸺Maliah.
La música no cesaba.
⸺Maliah.
Nada, ni una levantada de mirada.
⸺¡Maliah!
La última nota musical dio como finalizado aquella melodía.
⸺Te oí, Padre, no era necesario gritar. ⸺Elevó su cabeza para poder prestar atención a Alphard.
⸺Es la única manera que me escuches, te pierdes cada vez que tocas ese instrumento. ⸺Hizo un gesto para que Maliah se mueva un poco y él pueda sentarse junto a ella en el banco.
⸺Este instrumento es mi favorito y se debe llevar toda mi atención cada vez que es tocado para no equivocarme en mis movimientos.
⸺Lo sé, Mali, eres perfeccionista con tu piano.
⸺Lo soy. ¿Para qué me necesitabas?
⸺Tus primos están a punto de llegar. Recuerda es sábado.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Maliah.
⸺¿Cissy, Bella, Andy?
⸺Lo siento, cariño, pero ellos seguirán sin venir y sabes porque ya no lo hacen.
⸺Creí que... ⸺murmuró cabizbaja.
—Sé que quieres que sea como los viejos tiempos, pero ya sabes cómo es tu tío Cygnus y tu tía Druella. Solo serán Regulus y Sirius.
⸺Con ellos es suficiente, pero me prometes que cuando los tíos Walburga y Orion se vayan, iremos a visitar a Andy o podríamos ir mañana.
⸺Te lo prometo. ⸺Besó tiernamente la cabeza de Maliah y se puso de pie ⸺. No te tardes, estaré esperándote en la sala.
⸺Iré en un momento, padre.
Alphard abandonó la sala de música, dejándola a Maliah acomodando las partituras.
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La campana retumbó en la sala de estar, indicando que sus invitados habían llegado.
Maliah y Alphard se acercaron a la gran puerta para recibir a sus familiares.
