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Fortaleza roja.
[  Celebración ]

" Tal vez en un futuro. "

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Dos lunas después del nacimiento de Visenya y cuando la princesa se recuperó, el rey finalmente reunió a todos los lores y doncellas para celebrar en grande a su primera nieta.

Rhaenyra se encontraba en sus aposentos arreglando a la pequeña bebé con un vestido rojo carmín suelto y de falda pomposa, tenía patrones intrincados en la parte superior hechos de hilo de oro que descendían hasta la parte inferior de la tela, sus blanquecinos cabellos apenas eran notables y cubiertos por un gorro en encaje de red de tul, con rosetas y escarapelas de cinta de seda blanco a los costados.

Sus enormes ojos violetas la miraban con atención y un brillo en estos, analizando cada movimiento de su madre quien después de terminar de alisar su falda la alzó entre sus brazos.

—¡Pero que linda estás!—su voz se volvió más aguda mientras le hablaba, caminando por los aposentos hasta posarse frente a la ventana.

La pequeña sonrió con levedad, sus ojos sin despegarse del rostro de la mayor quien comenzó a besar sus mejillas regordetas con ternura.

Durante todo ese tiempo se la había pasado ausente en el castillo dedicandole todos los días a su bebé junto a Laenor, el hombre no podía estar más encantado con la pequeña princesa y cuando Rhaenyra tenía que ausentarse por breves momentos él con gusto tomaba a su hija y la paseaba por el castillo dándole un recorrido para que todos la apreciarán.

Sus abuelos Velaryon llenaron de regalos a su nieta y duraron varios días en el castillo, provocando que la relación entre los marinos y los Targaryen se unificara con la llegada de Visenya, algo que alegraba al rey Viserys.

Cada día a la misma hora su padre la visitaba en sus aposentos para charlar con ella y ver a su nieta, felizmente presumiendo los rasgos valyrios de la bebé y recalcando cada dos por tres que era idéntica a ella. Alicent hacia acto de presencia pocas veces, solo cuando el rey se lo pedía. Llegando con el príncipe Aemond entre sus brazos y escuchando a padre e hija hablar de mil temas a la vez, siendo ajena a sus conversaciones y solo viendo a su hijo dormir junto a la princesa.

Hablando de ambos, Aemond y Visenya habían desarrollado un apego. Habían ocasiones en las que el pequeño niño se la mantenía llorando sin parar casi desgarrándose la garganta, en un comienzo cuando eso pasaba, las cuidadoras entraban en pánico cuando el bebé rechazaba la leche de la nodriza e ignoraba cualquier atención que le daban. Pero después de que Rhaenyra hiciera acto de presencia con Visenya, el tercer hijo varón del rey se calmó y las observo con sus pequeños ojos violetas. Luego de eso Rhaenyra solicito que su hija y su hermano menor se mantuvieran cerca para evitar nuevos sollozos del pequeño.

Aemond no había sido el único que desarrollo un apego con la bebé. Tanto Helaena como los gemelos también lo hicieron.

Pero a estos últimos, fue un apego mucho más fuerte.

Los aposentos de su hermana parecían los suyos ya que en ningún momento abandonaban el lugar cuando Rhaenyra y Visenya se encontraban ahí, y en las ocasiones en las que Viserys o Laenor sacaban a pasear a la bebé ellos de inmediato los seguían cuestionando sobre su seguridad cada que podían. El rey no podía estar más contento de que sus hijos fueran tan protectores con su nieta, orgulloso de su cercania y asegurando que los tres serían inseparables de grandes.

▬▬▬ 𝐑𝐄𝐖𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐓𝐀𝐑𝐒 | 𝐇𝐎𝐓𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora