Los días siguientes eran un poco pesados para nosotros en la tienda. Cada que llegábamos Sara, Andrew y yo, aun teníamos ese sentimiento de tristeza al saber que ya no vendría George. La empresa no tardó en empezar a buscar candidatos en cuanto se enteraron que George no podía trabajar más. Ni un pésame ni nada de respeto. Los días pasaron y se acercaba la fecha temida por todos los vendedores: Navidad. Pero no era el día de navidad lo que importaba, sino el día anterior a Navidad, el 24 de diciembre. Era el día donde absolutamente todos, los precavidos y desesperados acudían para encontrar algo que regalar. Durante las comidas a veces me reunía con Yasmin y cuando ella podía salir nos encontrábamos en esa zona de personal en lo alto de la plaza. Había veces que yo no podía salir por el trabajo o que a ella no le daban el permiso su jefe y me avisaba por mensaje.
En esos días llegó un joven de nombre David que, si bien no era lo mejor que pude encontrar, tenía la determinación de alguien que obtiene su primer trabajo. Era el más joven de todos. Y aunque al principio teníamos cierto recelo con él por "usurpar" un lugar que era de George, al final terminamos aceptándolo ya que no era culpa del joven.
Entonces llegó el 24 de diciembre. La tienda estaba a reventar ese día. No nos dábamos abasto entre la gente que pagaba y la que pedía una talla más o menos. Desviábamos la atención de aquellos indecisos que no sabían si rojo o azul y nos enfocábamos en aquellos que venían abanicando con la tarjeta de crédito de color negro sin preguntar precios. Era un verdadero caos y aunque esos días eran festivos, las empresas saben también que son los días de mayor venta en las tiendas.
Cuando el servicio terminó, la tienda quedó hecha un desastre. Parecía como si un huracán hubiera arrasado con todo. Aun cuando cerramos antes del horario normal ya que la empresa amablemente nos dejaba salir temprano para estar con nuestras familias en nochebuena, el caos era evidente. Mandé mis reportes y estábamos listos para salir. Cerré todo con cuidado y mis compañeros se fueron no sin antes desearnos una feliz navidad entre todos.
Al cerrar más temprano, era obvio que Yasmin no estaba ahí. Pero entonces una idea rondó mi cabeza. Tenía curiosidad de verla trabajar ya que ella siempre salía antes que yo. Caminé a través de la plaza notando como los pobres colegas que aun no cerraban luchaban contra la marea de gente que buscaba el regalo de último minuto. Pasé frente a los perfumes de Miranda, a quien saludé desde fuera y amablemente me devolvió el saludo con una paleta en la mano. Seguí mi camino cruzando toda la plaza hasta llegar al otro extremo. Era un lugar no muy habitual para mi ya que la salida siempre era hacia el otro lado y nunca llegaba tan lejos en la plaza. Me senté en una incómoda banca fuera del lugar donde estaba Yasmin y la vi desde fuera.
Hasta ese momento, supe que era calzado lo que ella vendía. La miré concentrada usando ese gorro de duendecillo mientras sonreía y hablaba con un par de clientes, mostrando un par de tenis. Se movía con habilidad entre la gente que abarrotaba la tienda mientras otros tres vendedores intentaban sacar todo lo necesario para atender a la gente.
La miré un par de minutos sin que ella notara mi presencia y era raro para mi. Siempre la había visto grosera y egoísta cuando convivía conmigo, y ahora era sonriente, amable con la gente. Incluso dejó a un niño tocar su gorro con una sonrisa. Cuando vi eso suspiré. Luego reaccioné como si me hubieran lanzado una cubeta de hielo a la espalda. ¿Por qué suspiraba? En ese momento noté que Yasmin miró hacia fuera y se dio cuenta de mi presencia. Levanté la mano a modo de saludo y ella solo me guiño un ojo de vuelta. En ese momento se me ocurrió algo. Me levanté de ahí con buen ánimo.
Regresé varios minutos después y la tienda ya estaba cerrada. Noté desde fuera que el jefe parecía darles indicaciones a todos. Era un hombre rechoncho con un tupido bigote y una enorme verruga en la nariz. Cada una de las chicas parecía pasar lista hasta que llegó a Yasmin, quien se cruzó de brazos y parecía discutir con él. Luego todos se retiraron y la tienda cerró. Salieron todos juntos y Yasmin se separó del grupo para encontrarse conmigo. La vi acercarse dando saltitos con una sonrisa.
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Casi como fue
Storie d'amoreAlexander Knight lleva una vida aparentemente tranquila como gerente de una tienda de ropa en una bulliciosa plaza comercial. Sin embargo, su rutina da un vuelco cuando un violento altercado lo deja tendido en el suelo, mirando el cielo nublado y si...