Capítulo Cuatro.

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Presente.

—Tengo entendido que también estuviste en el lugar de los hechos—dijo la alguacil, mirando directamente a Brooklyn—. Estuviste con la víctima la noche que falleció.

La madre del chico estaba sentada al lado de él, mirando el teléfono. No estaba interesada en la conversación que su hijo tenía con Savannah Kuffler, tenía asuntos más importantes que atender, como aprender a ahorrar dinero, algo que no hacía desde hace más de veinte años, desde que la empresa de su marido había despegado y se habían comenzado a podrir en dinero.

El padre de la familia Fortenberry se había ido de la estación a hablar por teléfono a su auto, y ahí se quedó gritándole a su celular incluso cuando Brooklyn pasó a la sala de interrogación. De todas maneras, el padre de Brook no estaría muy pendiente de las preguntas que le harían, así que fue mejor que se quedara fuera de todo.

—Estuve con él, es correcto—dijo Brooklyn, asintiendo lentamente—. Pero no volví con él en mi vehículo.

—¿Dónde estaba la víctima cuando te fuiste? —preguntó Savannah, entendiendo que la historia que el joven Fortenberry estaba a punto de contar podía o no coincidir con la historia de Desmond.

—Se quedó en el mirador por su cuenta—dijo Brook con tanta convicción que se sorprendió por sus habilidades de actuación—. Dijo que volvería caminando a casa. Si sirve de algo, Nolan estuvo actuando muy extraño toda la velada, estaba alejado, silencioso, como si no estuviese cómodo con nosotros.

—¿Y qué crees que lo haya hecho comportarse así? —indagó Savannah—¿Alguna razón en particular? ¿Una pelea con alguno de ustedes? ¿O una pelea directamente contigo?

—No, claro que no—volvió a mentir—. Conmigo no tenía ningún problema, por lo menos no que yo estuviera enterado. Desconozco si tenía pleito con alguno de los otros, aunque sí noté que, el último tiempo estaba más alejado de Desmond, y ellos eran mejores amigos, nunca se separaban, y...bueno, algo ocurrió ahí que rompió la relación de ambos, nunca pregunté, no creía pertinente preguntar ni meterme en sus asuntos.

La alguacil asintió, golpeando la punta de su lápiz azul suavemente contra la superficie de la mesa blanca de manera repetitiva. Las historias coincidían, quizá coincidían demasiado, casi como si estuviese todo armado. Aunque había un ápice de realidad, Desmond y Brooklyn tenían la misma historia contada desde diferentes perspectivas, pero algo no encajaba para la alguacil.

—Entonces, dices que dejaste a Nolan solo en el mirador, aun cuando sospechabas que algo le ocurría, ¿no es así? —interrogó la alguacil— ¿No se te ocurrió que quizá tenía algún problema grave?

—Nolan y yo éramos amigos, pero no era esa clase de amigo al que recurres cuando tienes un problema—dijo Brooklyn—, él siempre fue muy reservado con sus cosas, cuando tenía un drama familiar o personal, recurría a Desmond, y quizá, de no haber estado peleado con él, no habría estado actuando tan extraño esa noche. Confieso que, una vez que dejé a todos en sus respectivas casas, pensé en irlo a buscar, recogerlo y llevarlo directamente a su hogar, pero esa mañana tuve un entrenamiento muy exhaustivo y arrastré el cansancio todo el día, así que preferí irme a dormir.

—¿Cómo a qué hora llegaste a tu casa? —preguntó Savannah, tomando notas.

Brook infló las mejillas y resopló, la hora de llegada no estaba muy clara en su mente, pero debía decir algo antes de quedar como un mentiroso con la alguacil que llevaba el caso, no podía tener a la policía siguiéndolo mientras él consumía las sustancias que Taissa le vendía, estarían en problemas los dos.

Muy Profundo en el BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora