El octavo mes ella se destruyó.
El cambio había sido tan sutil, tan lento, que Alondra no había logrado notar lo grave que era. Nadie, en realidad, fue capaz de darse cuenta.
Los lentes de sol, el beanie, la chaqueta, las vendas en su muñecas, el uso de colores, los zapatos en sus preciados pies, la posición de la mesa en la cual se sentaban... detalles tan pequeños que pueden parecer insignificantes, pero que definitivamente marcaron una gran diferencia en la pintora.
El día inició como lo hacía desde el mes anterior: con Alondra entre los brazos de Rai.
- Hora de despertar, Alo.
Lentos besos tiernos descendían por su espalda desnuda, y con un suspiro adormilado intentó mantener los ojos cerrados para disfrutar más de aquel momento.
- Sé que estás despierta, amor. Eres terrible actuando.
Una sonrisa se dibujó en sus labios al escuchar aquel cariñoso tono de voz.
- Aún es muy temprano. — Se quejó al entreabrir los ojos. Una cortina de sueño aún la recubría, y cada segundo sus ojos amenazaban con volver a cerrarse.
- Lo sé, pero tuve un sueño interesante que me encantaría recrear junto a ti.
- Si ese sueño no involucraba el dormir juntas en esta cama no quiero siquiera saber que existió.
- Involucraba cosas mucho más interesantes que dormir en esta cama, lo juro. — Insistió la pintora antes de comenzar a trazar patrones en las desnudas piernas de la tatuadora, quien comenzaba a sentir ese placentero cosquilleo en el vientre.
Sus toques se sentían como pinceladas sobre su piel, y eran tan sensuales como artístico.
Aún así, su mente amenazaba con regresarla nuevamente al mundo de los sueños. Sus párpados pesaban tanto como el deseo que le recorría el cuerpo en ese momento.
"A la mierda." Pensó con un bostezo. "Podemos recrear esa escena más tarde."
- Déjame dormir un poco más, Rai. Tengo que trabajar hoy.
- Alo... — Se quejó.
Sus palabras estaban llenas de necesidad.
- Si tan desesperada estás puedes ver porno y divertirte un poco contigo misma. No voy a molestarme por eso.
- Yo no quiero ver porno, Alo. No me gusta.
- ¡Claro que sí! Eres una amante de las vaginas, ¿no?... ¡busca un par de fotos!
- No soy una amante de las vaginas. — Se quejó con cierta frustración.
Aún con los ojos cerrados, Alondra supo que Rai estaba haciendo un adorable puchero.
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La tatuadora de libélulas // Railo
Fanfiction'Alondra Michelle marcaba la piel de las personas. Rai marcó su corazón. ---•---•---•---• ! La historia original le pertenece a @AllysonDeVil. Adaptación sin fines de lucro, todos los créditos son para el autor.