𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕.

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Se reencontraron en el restaurante sushi en el cual habían tenido su primera cita, en la misma mesa, y Rai, de nuevo, pidió por ella

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Se reencontraron en el restaurante sushi en el cual habían tenido su primera cita, en la misma mesa, y Rai, de nuevo, pidió por ella.

Aún así, a pesar de que la situación era similar. Rai lucía casi incómoda en aquel lugar donde todos podían atención en ella. Alondra podía anotarlo debido a su mirada baja y los brazos cruzados sobre su pecho, además de su pierna moviéndose nerviosamente de un lado a otro.

- Podemos cambiar de lugar si quieres.

- 𝐌𝐞 gusta este lugar, Alo.

Y, al contrario de las otras veces en las que le había llamado de esa forma, en ese momento Alondra realmente pudo apreciarlo.

- Me gusta que me llames así.

- Lo sé. — Afirmó con una sonrisa. Y era una sonrisa real, como la de un niño al que su madre acaba de decirle que su dibujo es hermoso. — También te gusta que te toque cuando no te lo esperas, y mis ojos. También mis pechos, pero ese es otro tema...

Alondra se sonrojo de inmediato y río nerviosamente.

Rai tenía razón. Le encantaba todo eso de ella, y tal vez mucho más.

Le gustaba la forma en la que sus labios pintados con labial oscuro formaban hermosas sonrisas. Le gustaban sus palabras. Le gustaba su sentido del humor, y también también la manera en la que podía hacerla feliz con sólo mirarla. Le gustaba la manera en la que apreciaba el cielo nocturno, y la devoción con la que comía todo tipo de alimentos.

Le gustaba Rai.

En medio de sus pensamientos. el mesero de la vez anterior llevó las bandejas de sushi a las chicas y se retiró antes de qué Rai pudiera decirle algo.

Alondra la miró, y fue así como se dio cuenta de que Rai no le había dicho nada al pobre chico. No esa vez.

- Perdón por no responder tus mensajes. — Se disculpó aunque no tenía que hacerlo. — La muerte de Scarlett me ha deprimido bastante... en realidad, sólo he salido de la cama hoy porque sabía que serías tú quien me tatuaría, y de alguna forma tú siempre logras subirme el ánimo.

No le gustaba verla así. No le gustaba verla tan rota.

Tampoco le gustaba saber que ella le subía el ánimo. No quería que Rai necesitara que le subiera el ánimo.

- Lamento lo de Scarlett. — Murmuró extendiendo su mano sobre la mesa para acariciarla de Rai, quien miró aquel gesto de la forma en la que había admirado sus caricias durante la noche de la fiesta de Aroia.

Al contrario de esa vez, Rai no se alejó.

- Yo también...

Y se hizo silencio.

- ¿Cómo te sientes, Rai? — Preguntó con preocupación.

Necesitaba escuchar la respuesta. Necesitaba comprobar que estaba bien... o, al menos, lo más cercano a la palabra "bien" qué se puede estar luego de haber perdido una abuela, un hermano y una sobrina.

La tatuadora de libélulas // RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora